Cuatro potencias emergentes, entre ellas brasil, adoptaron también su posición ante los países industrializados
La contaminación provocaría 4 mil muertes en China cada día
Redacción y agencia
La conferencia de las partes por el cambio climático en Le Bourget, París, entró en su recta final desde el lunes y al final del debate hay 2 aspectos principales: compromiso y dinero. El primero permitirá llegar a un acuerdo vinculante y jurídico para que los países realmente disminuyan sus gases de efecto invernadero a partir de 2020 y el segundo ayudará a los más pobres y afectados por el calentamiento global con recursos y tecnología de manera que puedan adaptarse.
¿Se podrá llegar a un acuerdo convincente hasta el viernes cuando se cerrarán las negociaciones? Hay optimistas y escépticos.
En el primer grupo está el ministro del Ambiente de Ecuador, Daniel Ortega Pacheco, calificado así incluso por el propio presidente de la República, Rafael Correa, en el último enlace sabatino, realizado en Quito.
Ecuador, a través del titular del MAE, fue uno de los países invitados para estar al frente de la última ronda de negociaciones.
Ayer desde París la propuesta de Ecuador se escuchó ante el pleno de la conferencia COP21, proyecto que es respaldado por América Latina.
Ortega expuso la posición común de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac): “financiamiento y provisión de recursos y tecnología” en el período previo a 2020, año en que entrará en vigor el acuerdo y mantener la continuidad del fondo de adaptación al cambio climático más allá de esa fecha.
Llamó a los países desarrollados a cumplir con sus compromisos en materia de “financiamiento y provisión de recursos y tecnología”. El cambio climático, sostuvo el ministro, compromete las posibilidades de los países de la región “de erradicar la pobreza y alcanzar el desarrollo”.
Destacó un principio, el “de responsabilidad común pero diferenciada” que debería regir el acuerdo.
Es decir que los países que se desarrollaron tras más de un siglo de emisión de gases de efecto invernadero asuman su responsabilidad de ayudar a los del Sur que se encuentran en etapas anteriores de desarrollo.
La uruguaya Eneida de León reafirmó la posición de América Latina, tomando como punto de partida lo propuesto por Ecuador y, además, reclamó en particular que se consideren las particularidades de la actividad agrícola y ganadera causante de “emisiones biológicas” para las que no existen de momento mecanismos tecnológicos de mitigación.
La posición de América Latina fue reafirmada, mientras los ministros de 195 países que participan en la conferencia de París se encontraban en la recta final de frente a un acuerdo capaz de evitar al planeta una catástrofe ecológica.
Por otra parte, las potencias emergentes de Brasil, Sudáfrica, India y China dejaron en segundo plano sus diferencias e hicieron otro frente común ante los países industrializados.
Los emergentes, que en las últimas décadas se convirtieron en grandes emisores de gases de efecto invernadero, también expresan su apoyo al principio antes mencionado por Ortega, el de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. Esta tesis fue recogida en la Convención de Río de 1992.
Así como hay optimistas, también hay personas poco convencidas de que las conversaciones en París serán diferentes a las ocurridas en Copenhague o Varsovia. Por ejemplo, el experto en cambio climático Michael Levy escribió en su portal que tanto la Unión Europea como Estados Unidos han discutido en varias ocasiones si el acuerdo de París debe ser legalmente vinculante o no. Pero más allá de los argumentos de ambos países, lo más preocupante, dice Levy, es que el mundo “aún está lejos de reunir los $ 100 billones del Fondo Verde para mitigar los impactos de los cambios”. (I)