La Antártida se vuelve de color verde
El cambio climático y el rápido calentamiento del planeta están transformando la Antártida, conocida como el continente blanco, en una región más verde.
Un equipo de científicos de tres universidades británicas y de la British Antarctic Survey concluyó en un estudio que la cantidad de musgos y plantas en la Península Antártica creció en los últimos 50 años.
“Si el aumento de la temperatura continúa, teniendo en cuenta el crecimiento de las zonas libres de hielo por la desaparición de los glaciares, no hay duda de que la Península Antártica será un lugar más verde en el futuro”, expresó Matt Amesbury, coautor de la investigación y experto de la Universidad de Exeter (Inglaterra).
“Esto es consecuencia de otros procesos que ocurren en la Península Antártica, en especial la desaparición de glaciares que dejan al descubierto nuevas áreas sin hielo, las cuales son colonizadas por musgos”, agregó.
Según el informe, en la segunda mitad del siglo XX la Península Antártica registró aumento de las temperaturas, al calentarse cerca de medio grado centígrado por década.
La vida vegetal en la Antártida solía ser muy escasa y había solo en el 0,3% del continente, pero ahora distintas variedades de musgos y ciertas plantas han comenzado a colonizar el territorio.
Con 14’000.000 de km², la Antártida es el cuarto continente más grande después de Asia, América y África. El 98% está cubierto de hielo y tiene 1,9 km de espesor.
Dicho continente tiene el 90% del hielo del mundo y el 70% de agua dulce, aunque la cantidad decrece por el aumento de las temperaturas.
Los expertos británicos elaboraron la investigación a partir de información obtenida de cinco columnas de sedimentos extraídos de perforaciones en tres islas cercanas a la Península Antártica.
Los científicos analizaron dichos restos en el laboratorio y compararon los cambios ocurridos en el territorio en los últimos 150 años.
Ellos observaron la cantidad de musgo, los niveles de crecimiento de plantas, las poblaciones de microbios y la proporción de distintos isótopos de carbono en las plantas, que indican cuán favorables son las condiciones para la fotosíntesis.
Los sedimentos extraídos revelaron que el cambio climático en la Península Antártica en los últimos 50 años aumentó la actividad biológica en la región, principalmente de musgos, que crecen a un ritmo cinco veces mayor que antes.
Por ejemplo, los científicos hallaron por primera vez musgo y pequeñas plantas en la isla Alejandro I, en el oeste de la Península Antártica.
“Debido a que hemos hallado la misma respuesta en una superficie que cubre 1.000 kilómetros cuadrados, podemos decir con seguridad que estos cambios se deben al aumento de las temperaturas”, explicó Amesbury.
Los investigadores indicaron que los resultados del estudio muestran que las colonias de musgos responden favorablemente al cambio climático e incrementan su actividad de fotosíntesis.
“El aumento de la temperatura en la Península Antártica provoca otros cambios, por ejemplo, un deshielo de primavera que ocurre antes que lo normal o una temporada de crecimiento vegetal que se está expandiendo. Todos tendrán efectos específicos en cada sitio en particular”, destacó Amesbury.
El equipo británico también utilizó modelos de computación para explorar cómo será el futuro en la Antártida.
Los modelos concluyeron que el aumento de las temperaturas llevará a rápidos cambios en los ecosistemas. Además, el hecho de que la región se vuelva más verde, sumado al creciente número de visitantes, favorecerá la llegada de especies invasoras al continente.
“La posibilidad de que esto ocurra es real y, obviamente, preocupante”, afirmó Thomas Roland, otro de los autores del estudio y biólogo de la Universidad de Exeter.
“En caso de que se cumplan estos pronósticos transformará más esta icónica región remota, que hasta ahora se mantenía prístina”, dijo.
El estudio británico se dio a conocer días después de informarse que entre 1992 y 2016 la mayor parte de 30 glaciares de la Tierra de Palmer Occidental, en el suroeste de la Península Antártica, ha retrocedido de 20 a 30 centímetros diarios. Ello equivale a una aceleración media del 13% en la totalidad de su área.
Los científicos utilizaron más de 24 años de datos de satélites radar procedentes de las misiones ERS, el satélite Envisat o de la misión Sentinel-1 de Copernicus.
Anna Hogg, autora principal del estudio e investigadora del Centro para la Observación y el Modelado Polares del Reino Unido, explicó que la nueva investigación “se aleja de la anterior interpretación, ya que la velocidad de los glaciares es, de hecho, demasiado baja”. (I)