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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El riesgo para los jóvenes va más allá de los efectos sanitarios del covid-19

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El quiteño John Arias, de 30 años, trabajaba como guía turístico desde hace 3. Domina el inglés, francés y español. Se formó dentro y fuera del país, pues sus padres invirtieron en sus estudios para que pueda defenderse en la vida.

Viajaba con turistas extranjeros especialmente a las provincias amazónicas y a las islas Galápagos. Ganaba $ 1.800 más las propinas que le daban los viajeros.

Sin embargo, con la declaratoria del estado de excepción, desde el 17 de marzo pasado, tuvo que confinarse en  casa y suspender toda actividad laboral, debido a la pandemia de coronavirus.

 Su labor de guía turístico no la puede ejercer de manera virtual o teletrabajo, como en cambio sí lo hacen otros profesionales. Por ello, si bien le pagaron la mitad del sueldo en marzo y abril, en mayo la empresa turística le notificó con la desvinculación, debido al nulo ingreso de turistas y, por ende, de recursos.

Hace dos meses dejó de aportar al Seguro Social, ya que como las actividades turísticas siguen suspendidas por la nula llegada de visitantes extranjeros, por más que ha presentado carpeta, no ha encontrado trabajo.

John es ahora parte de las 270.638 desafiliaciones que registra el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de marzo a junio, de cuyo total, 108.263 (40%), eran jóvenes afiliados de entre 21 y 30 años.

El siguiente segmento que se ha desafiliado son personas de entre 31 y 40 años de edad, que suman 65.936.

La pérdida de empleo en el país se debió a factores como el recorte de personal por la paralización, pérdidas y cierre de empresas y por la falta de creación de nuevas oportunidades laborales, a consecuencia de que la movilidad dentro y fuera del país se ha visto limitada. Esto ha repercutido en la actividad económica y el flujo de circulante monetario (dinero).

En Ecuador y en el mundo, la pandemia ha provocado crisis en todos los ámbitos: económico, social y sanitario, y tiene entre los mayormente afectados a los jóvenes.

Según datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), 1 de cada 6 jóvenes menores de 30 años está ahora en el desempleo. Los que aún lo conservan, han visto reducir sus ingresos o afrontar sueldos atrasados.

Y añade que la crisis por el covid-19 ha afectado a los jóvenes en fuentes de empleo, educación y formación.

En el caso del Ecuador, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 37% de la población desempleada en el país son jóvenes de 15 a 24 años y el 29% de 25 a 34 años.

Las cifras de desempleo a escala mundial, según expertos, se han incrementado por los despidos a causa del cierre de empresas producto de la crisis provocada por la pandemia.

El mercado laboral de Latinoamérica está severamente afectado: la pandemia ha provocado que 41 millones no tengan empleo en la región, según información de la OIT.

La cifra actual de desempleo representa en América Latina un incremento con relación a enero de 2020, cuando alcanzaba los 25 millones de desempleados, lo que se reflejará a corto y mediano plazo en un aumento de la pobreza y desigualdad.

La OIT estima que el tema se agravará porque un 60% de quienes aún tienen un trabajo fijo estarán expuestos a perderlos o ver reducidas sus horas laborales y sueldos.

El director de la oficina de la OIT para el Cono Sur, Fabio Bertranou, quien coordinó la elaboración del informe técnico “Panorama Laboral en tiempos de covid-19”, indicó que una de las mayores preocupaciones en situaciones de crisis económicas profundas, radica en que los impactos desfavorables sobre el mercado de trabajo se mantienen por largo tiempo.

Explicó que esos impactos o efectos resultan amplificadores de las desigualdades, por lo que es ineludible un incremento de las brechas laborables y sociales, los cuales antes de la pandemia ya eran evidentes en la región.

Jóvenes afrontan la situación excepcional a causa del covid-19

Según cifras del Ministerio de Salud Pública (MSP), los casos confirmados de contagios de covid-19 sumaban hasta el 22 de julio, 77.257.

De ellos, el 58,9% son personas de 20 a 49 años; 21,8% de 50 a 64 años; 14,7% más de 65 años; 2,1% de 15 a 19 años; 1,1% de 10 a 14 años; 0,7% de 5 a 9 años; 0,4% de 1 a 4 años; y, 0,2% de 0 a 11 meses de edad.

Si bien adolescentes y jóvenes no son los más contagiados y afectados en su salud, sufren otros efectos.

Un estudio denominado “El impacto de la crisis del covid-19 en la adolescencia: análisis de situación, respuesta y recomendaciones”, destaca que puede que el virus no discrimine, pero la sociedad sí lo hace.

El estudio empieza preguntando: “¿imaginas si la crisis te dejara fuera del sistema que debía protegerte?”. Y a renglón seguido responde que ese es el riesgo al que se enfrentan, especialmente ahora, millones de niñas y jóvenes en todo el mundo.

Y añade que aunque la enfermedad en sí no está afectando tanto a la salud de los jóvenes, se evidencia un grave impacto en su entorno y desarrollo por la interrupción de la educación, alteración de las estructuras de protección y las cargas económicas y de salud de familia.

Para Concha López, directora de la ONG Plan International, las restricciones en las vidas cotidianas y sus operaciones han aumentado. Por ello, el reto es apoyar a quienes están en mayor riesgo de quedarse al margen del sistema educativo, de protección, del mercado laboral y oportunidades de futuro.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) admite que la pandemia ha provocado una crisis de salud pública mundial, que conllevaría a un recesión económica y social sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

De allí que los gobiernos deben tomar en cuenta que quedan menos de 10 años para cumplir los Objetivos de la Agenda 2030, ante la amenaza de que los impactos de la pandemia reviertan los avances, por lo que la ONU recordó el compromiso de no dejar a nadie atrás. (I) et

Incertidumbre repercutirá en bienestar mental de jóvenes
En una nueva encuesta a escala mundial realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y varios asociados de la Iniciativa Global sobre Empleo Decente para los Jóvenes, se pone de manifiesto que uno de cada seis jóvenes encuestados ha dejado de trabajar desde que surgió la crisis por el covid-19.

Respecto a los que han mantenido su empleo, sus horas de trabajo han disminuido 23%.

Entonces se destaca que esas consecuencias e incertidumbres podrían repercutir de forma muy adversa en el bienestar mental de los jóvenes.

En la actual coyuntura de crisis, el 60% de las mujeres jóvenes y el 53% de los hombres jóvenes encuestados vislumbran su futuro profesional con incertidumbre o inquietud.

Mientras, alrededor de la mitad de los que cursan estudios temen finalizarlos con retraso, y el 10% considera que no podrá terminarlos, de acuerdo con la encuesta de la OIT. (I)

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