Del libro Mis estrellas negras se han vendido más de 130 mil ejemplares en Francia desde su publicación en 2010. Esta vez, su autor, el futbolista Lilian Thuram, lo presentó en Quito como un paso más en su batalla por cambiar la mentalidad racista.

El campeón del mundo en Francia 1998 recorre escuelas enseñando a los niños que todas las personas son iguales y merecen contar con iguales derechos.

¿Qué sensaciones le deja liderar una campaña contra el racismo?

Es muy importante hablar del racismo, porque la gente no entiende que se debe a una condición histórica, en la que se genera una jerarquía de acuerdo al color de la piel. También existe en Ecuador, cuando hay discriminación contra la gente indígena o negra. Se necesita que la sociedad ecuatoriana dialogue sobre esta problemática.

El lema de la fundación es ‘Educación contra el racismo’, ¿cómo se enseña a la gente a no discriminar?

Hay que discutir para entender que no es normal esta discriminación, donde la gente se quiera parecer más a la raza blanca que a la negra; porque si no se lo hace, las futuras generaciones continuarán pensando que es natural esta comparación.

Educar es un movimiento y al estar en movimiento se puede pensar diferente e ir en contra de la mayoría y romper los hábitos.

¿Qué lo motivó a liderar esta campaña contra el racismo?

Se piensa que es difícil hablar de este tema, pero para mí no lo es. Basta mirar a la sociedad y su comportamiento para darse cuenta de que no es normal que exista gente con más derechos que otros. Es un tema ligado a la historia. Si miras atrás, hubo personas como los esclavos que no tenían derechos, pero se necesita cambiar, y este cambio empieza por cada persona, porque la gente no nace racista, sino que se vuelve así.

Debido a que su campaña de antirracismo se acerca bastante a los niños, ¿qué mensaje deja a las futuras generaciones?

En las escuelas realizo juegos con los niños, les pregunto si una persona blanca debe tener más derechos que una negra y me dicen que no. Ellos están menos condicionados que los adultos. Puedes hablar tranquilamente con los niños porque entienden sobre la igualdad y no tienen la costumbre de tratar distinto a la gente. Hay que generar el debate y este debe ser liderado por el Gobierno, para que toda la sociedad participe.

¿Qué alcances ha tenido la fundación Lilian Thuram?

Empezamos en 2008 y los avances son palpables. La gente en las escuelas me pide que dicte charlas. Estamos en un momento de la historia en el que ya se discute sobre temas de racismo. La gente poco a poco dice ‘queremos igualdad’, porque se sabe que las personas que no quieren innovar son los que están en el poder.

Con un objetivo común, liderado por el director técnico Aimé Jacquet, Francia fue campeona en el Mundial de 1998, ¿qué huella dejó esa victoria en la sociedad?

Tuvo un impacto muy positivo, porque los franceses empezaron a entender que hay distintas razas en el país, que era una nación multicultural, pero no se necesita triunfar en el Mundial para darse cuenta de estas diferencias raciales. Una situación similar ocurrió en 2002 con la selección ecuatoriana, cuando clasificó a una Copa del Mundo por primera vez, y toda la sociedad se cobijó bajo su bandera y el grito de “Ecuador, Ecuador”.

Pero no debe existir el concepto de gente superior o inferior, porque todos nacemos iguales. El fútbol ha ayudado a la sociedad francesa a ser más abierta.

¿Cómo se presenta el racismo en Francia?, ¿se trata de ocultarlo?

Es evidente, pero las personas, si no lo quieren ver, prefieren mirar a otro lado. Los que van a Francia y conocen su historia, saben que el racismo existe, al igual que en Ecuador, porque es un aspecto cultural. Hoy, en Francia, los políticos emplean términos racistas y en la sociedad hay homofobia. Buscamos una ley para la igualdad de derechos de los homosexuales, pero hay muchos que protestan en la calle en contra de la iniciativa.

Luego de su visita, ¿cómove el fenómeno del racismo en Ecuador?

Creo que el racismo en su país se parece al que existe en otras naciones, porque se mantiene la jerarquía de clases y el machismo. Todavía hay discriminación hacia las personas de diferentes etnias.