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El Telégrafo
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Lo femenino fue creado para servir a lo masculino

Lo femenino fue creado para servir a lo masculino
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08 de marzo de 2020 - 00:00 - Diana Maldonado Para EL TELÉGRAFO

El lesbofeminismo es un planteamiento que contribuye a la comprensión de la heterosexualidad como un régimen político y no como una práctica u orientación sexual. 

Katharine Hess, Jean Langford y Kathy Ross, lesbianas separatistas, sostenían en su libro “Feminismo primero, un ensayo sobre separatismo lesbiano” que no se trata de aseverar que el lesbianismo es un estilo superior de vivir; se trata de cómo utilizar su potencial por una independencia política de los hombres.

Paradigma social

Y es que en una región dominada por la religión, el cuestionar a la heterosexualidad, al heterocentrismo, al heteropatriarcado, al binarismo femenino/masculino, propicia que el lesbianismo se transforme en una práctica erótica y una postura política que rompe no solo con el paradigma social de las relaciones amorosas sino que revela los complejos dispositivos de control sobre ella y las posibilidades de resistencia que proyecta, a lo que se conoce como la sexo-política, que transmuta al lesbianismo en un planteamiento político y permite a muchas mujeres quitarse de encima las normas y culpas para vivirlo con libertad y hasta con una actitud militante.

Todo esto favorece a las mujeres heterosexuales, ya que les permite cuestionar su propia sexualidad, transitar en ella, experimentar y retar el sistema cultural, social y político establecido que ordena que las relaciones entre hombres y mujeres son relaciones de poder y dominio.

Para Yan María Yaoyólotl Castro, activista lesbofeminista y artista cofundadora en México de los grupos Lesbos, en 1977, y Oikabeth, en 1978, no puede haber feminismo sin lesbianismo ni lesbianismo sin feminismo.

“El lesbianismo sin el feminismo es ciego y el feminismo sin el lesbianismo carece de contenido”. Aunque las mujeres de las diversidad sexual estuvieron presentes a lo largo de las olas del feminismo, no es hasta los años 70, en EE. UU., cuando empieza a tener mayor visibilidad debido también al surgimiento del movimiento LGBTIQ+, liderado por lesbianas, quienes pedían tolerancia. Pero las lesbianas feministas van más allá, congregándose en espacios no mixtos para hablar de lo que significa ser mujer y lesbiana.

Cuestionamiento a la feminidad

En los 80, Adrienne Rich cuestiona la heterosexualidad obligatoria como mandato social porque esta comprende un componente coercitivo para las mujeres, fundamental para mantener el sistema patriarcal de explotación por parte de los hombres.

El lesbofeminismo exige un cambio político radical. Se critica fuertemente al capitalismo, ya que uno de sus pilares es el trabajo doméstico no remunerado y no valorado. Se cuestiona además la feminidad porque comprende una construcción organizada dentro de la masculinidad: sin masculinidad no hay feminidad, lo femenino está creado para servir a lo masculino.

María Pizano, bogotana, profesora de la Universidad de Wesleyan, reconocida estudiosa de la cultura latinoamericana contemporánea y escritora de ficción, dice que “no hay nada rescatable en la feminidad, ya que todo está creado para mantener al sistema patriarcal y para satisfacer a los hombres”. Es decir, la medida de todo, incluso de la feminidad, es el hombre y lo masculino. (I) 

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El feminismo y sus cuatro olas reivindicativas

En la primera ola el feminismo exige derechos civiles: educación y trabajo. Las grandes metas eran el derecho al voto y el acceso a la propiedad privada. En la segunda ola pide el derecho al sufragio universal, a la educación superior, a cargos de todo tipo, derechos laborales y los derechos y deberes matrimoniales iguales a los de los hombres. En la tercera ola exige políticas públicas que reivindican a la mujer. Fueron fundamentales los anticonceptivos porque dan poder al controlar la natalidad, así como la liberación del goce sexual ya no ligado a la reproducción. El divorcio se convirtió en ley en muchos países. Se cuestiona el amor romántico, las mujeres son candidatas políticas. Surgen corrientes feministas: feminismo socialista, radical o liberal; feminismo de la igualdad o de la diferencia, transfeminismo, feminismo anarquista, lesbofeminismo, ciberfeminismo, ecofeminismo. Aparecen nuevas actividades con el advenimiento de internet. En la cuarta ola, la actual, el activismo presencial y online gana espacio.

Plantea el fin de los privilegios de género, repudia la violencia de género, aparecen la sororidad y el lema “lo personal es político”. Despunta la lucha por el derecho a la interrupción legal del embarazo y hay mayor unión con movimientos LGTBI+, queer y de liberación sexual. (I)  

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