Feligreses acamparon desde el lunes en el parque Bicentenario
Luces, cánticos y relatos fueron la tónica que marcó la llegada de miles de feligreses que ingresaron al parque Bicentenario desde la noche de este lunes. El frío incesante que vivió la capital, luego de que cayó una intensa lluvia, acompañada de granizo, no fue obstáculo para que Julia Fernández, de 35 años, se ubique en la zona de personas con discapacidad durante la misa campal de hoy. Su esposo Luis Ubidia la protegió del frío con una gran cobija que al mismo tiempo cubrió parte de su silla de ruedas.
Con una sonrisa relató que llegó a este lugar para agradecer a Dios por un milagro que recibió un viernes santo a los 12 años de edad. Debido a una discapacidad congénita que no le permite caminar desde su nacimiento y a los diagnósticos que le aseguraron que nunca lo haría, Julia rebasó este imposible y logró andar, pero lo hace con ayuda de muletas.
En otra ala cercana, el guayaquileño Jorge Arévalo rezaba fervientemente por la salud de su hija Valentina de 5 años, a quien diagnosticaron de un problema en el corazón y debe someterse a una complicada cirugía. “Solo espero que Dios bendiga a mi pequeña y todo salga muy bien”, acotó.
A pocos metros, se destinaron varios lugares para los chicos de la Pastoral Juvenil que arribaron desde el Estadio Olímpico Atahualpa. Daniela Mejía, de 16 años y unos 100 amigos llegaron en medio de una muchedumbre cargando letreros celestes con diversas letras. “Evangelizar con alegría” es la frase que construyeron hace 6 meses para mostrarla hoy durante la ceremonia religiosa. Para Álex Lema, de 17 años, la visita del Papa “es una emoción tan grande y lo que se busca es compartir la palabra de Dios con alegría”.
“¡Esa es la juventud del papa! Y ¡Bienvenido Papa Francisco” fueron varios de los cánticos que se escuchaban a través de los altoparlantes. En las 20 pantallas gigantes, ubicadas a lo largo del parque, se divisó a varios jóvenes que dieron su testimonio de fe. Uno de ellos fue Johnny Cortez, quien relató una triste experiencia con su padrastro, la cual ayudó posteriormente a llegar a servir a Dios.
Unos 20 mil voluntarios se identificaban con diversos chalecos. Mientras esto ocurría los líderes adelantaron una reunión de más de una hora para afinar la coordinación para este día. Al frente de la cruz del papa, Ángela Medrano, voluntaria del Movimiento Juan XXIII, demostró sentir mucho frío. La mujer de 34 años llegó desde Chone, Manabí, para ser voluntaria en esta ceremonia. “Siento que Dios me llamó y palpito la presencia de Jesús. Voy a pedir por mi familia y por recuperarme de mi tiroides”.
Varios miembros de la Cruz Roja evacuaron a unas 10 personas que se instalaron con sus carpas muy cerca de las vallas instaladas como divisiones ya que no les permite pasar en caso de una emergencia.
Unas gotas de lluvia empezaron a caer nuevamente. Los vendedores aprovecharon esta oportunidad para ofertar ponchos de agua a $ 1 y $ 2 los más grandes. También los rosarios se vendían como “pan caliente” para ser bendecidos hoy por Francisco.
Pasadas las 22:00, empezó la esperada misa que dio inicio a la vigilia. Algunos seguían atentamente las palabras de Fausto Travez, mientras que varios jóvenes bailaban al son de ritmos religiosos. A un costado unas 25 personas hacían fila para que varios sacerdotes los confiese. Esto fue llamativo para los asistentes.
Teresa Pacheco y Bolivia Terreros, de 77 y 65 años respectivamente, cubrieron sus cabezas con gorros de lana. Ellas acudieron a pernoctar para lograr recibir la bendición al santo padre y ambas recordaron la visita de Juan Pablo Segundo hace 30 años.
A pocos metros del camino que conduce a la salida del establecimiento, una vela iluminaba la cruz de Paulina Chiguano mientras las sostenía fervientemente. A sus 28 años reflexionó sobre todas las bendiciones recibidas e insistió que llegó desde el sur de la capital para dar gracias a Dios y pedir por toda su familia.
Con ropa un poco más ligera, 22 tsáchilas aguardaban en las instalaciones del centro de convenciones Bicentenario. Flavio Calazacón llegó desde la comuna El Poste, en Santo Domingo para intensificar su fe católica. Dijo que vienen en representación de su nacionalidad para pedir por el bienestar de su pueblo. Con indignación aseguró que sufren de contaminación de los ríos que cruzan por las 7 comunas, paralelamente se evidencia la pérdida paulatina de su identidad. (I)