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En Huambaló saben de laurel y de canelo

En Huambaló saben de laurel y de canelo
24 de abril de 2011 - 00:00

Una lluvia torrencial cae sobre el centro de Huambaló. Es un martes de calles desoladas. Los letreros ubicados en postes y paredes dan cuenta de que estamos en el  lugar indicado, “la tierra del mueble”.

Pese al frío y a la nubosidad que cobija las montañas, vale la pena el recorrido por esta parroquia del cantón Pelileo, perteneciente a la provincia de Tungurahua, en donde las casas no solo se han convertido en talleres, sino en salones de exhibición de todo tipo de muebles, desde clásicos hasta modernos.

Un ambiente de contraste se observa a cada paso por este poblado de no más de 15 mil personas. Casas en su mayoría con techos de teja y  pequeños sembríos de maíz albergan muebles que bien pueden llegar a costar más de mil dólares. La ruta de los almacenes comienza en la calle Juan Montalvo y culmina en la 10 de Agosto.

24-4-11-ebanistas-de-huambaEn el barrio San Antonio, se encuentra ubicado el Centro Artesanal Huambaló (Cenarhu). 40 socios le dan vida a esta estructura de 520 m2,  muy parecida a un coliseo cerrado. En este lugar se exhiben de domingo a domingo más de 40 juegos de sala, comedor, dormitorio y otros objetos para el hogar. La gente acude al sitio para ver las nuevas tendencias en muebles, colores y materiales. Si no compran  en ese momento, concretan negocios para otra ocasión.

Sorteando la lluvia y porque le comentaron que los muebles de Huambaló son de calidad, Marcia Freire y su familia llegan a este  almacén provenientes de la parroquia de Santa Rosa,  del cantón Ambato. Observan detenidamente un espejo, una peinadora, un juego de sala y hasta prueban el colchón de una cama. Sin decir una palabra, Marcia abre los cajones de la peinadora, siente la textura de la madera y mira junto a su hija el modelo. Recorre el lugar hasta que se decide por un video-bar, en donde no solo se puede colocar la televisión, el DVD, el equipo de sonido y Cds, sino una que otra botella de licor. Sin dudar pregunta su costo a Angélica Rodríguez, secretaria del Centro.

Enseguida Angélica se apresura a responder: 250 dólares y se cierra el trato con la entrega del dinero y la respectiva factura.

Con una ligera sonrisa, Marcia espera pacientemente a que embalen el mueble para llevárselo a su casa. “Estoy conforme, porque llevo algo a mi gusto”, sostiene. Pero el negocio no termina ahí, su hija se comprometió a adquirir una cama-cuna que vio en uno de los catálogos que traen de EE.UU. y Europa.

Inicios de la tradición

Carlos Coca, presidente del Cenarhu comenta que la elaboración de muebles nació hace 25 años, cuando la mayoría de maestros trabajaban para la Mueblería Aguirre, en donde aprendieron el oficio. Pero no fue sino hasta hace 15 años que el negocio se volvió rentable y poco a poco se dejó de lado la agricultura. Incluso no solo quienes dejaron su natal Huambaló regresaron para aprender este arte, sino que también llegó gente de Ibarra para dar a conocer su reconocido tallado.

Coca advierte que los artesanos se dieron cuenta de que no hacía falta intermediarios para llegar a los clientes, y convirtieron sus casas en  locales comerciales. En algunos casos, dice, tuvieron que arrendar para exhibir sus trabajos.

Ese fue el comienzo de un mejor futuro para la gente de Huambaló, en donde existen alrededor de 150 talleres, 50 almacenes y 1.200 familias que viven de este oficio que los ha sacado de la pobreza.

El dirigente relata que el 18 de junio de 1996, con apenas 18 socios, se constituyó el Cenarhu, como un centro de promoción directa del trabajo que realizan los artesanos. En la actualidad, los 40 socios exhiben sus mejores juegos de sala, comedor y dormitorio y del total de sus ventas dejan un 5% para atender asuntos administrativos de la Asociación.

Wilson Morales, de 46 años, fue el primer Presidente de esta organización, recuerda que el oficio lo aprendió en la Mueblería Aguirre y con el paso de los años se independizó, con otros compañeros.

“Se han realizado cursos de capacitación, diseño, lacado, tallado y lo más gratificante no solo es ver el producto terminado, sino ver que nuestros clientes se van contentos con su compra”, expresa. Y aunque en su local no hay muestras de muebles de escritorio y para computadora, explica que los elabora  bajo pedido, al igual que estanterías para cocina, baño y dormitorio.

Para Coca todo este esfuerzo vale la pena, pues en la actualidad la Cenarhu recibe por la venta de muebles 200.000 dólares al año. Esto también -especifica- es porque han perfeccionado su técnica con la ayuda de las  asesorías que reciben de ONG’s, del Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro), del Consejo Provincial de Tungurahua y del Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap).

El artesano reconoce que han recibido clases de carpintería, lacado, tapizado, decorado, contabilidad, ventas y recursos humanos.

El proceso

Trajano Gordón ha dedicado 15 años de su vida a armar muebles. De esos, seis trabaja para Muebles Marios, de la familia Cisneros Morales. Su jornada en el taller empieza a las 07:00 y culmina a las 21:00.

Explica que un juego, ya sea de sala, comedor o dormitorio, se demora en hacer de dos a tres semanas, gracias a las máquinas que  utiliza en el taller.

Con una mascarilla y con un protector de oídos alista cada una de las máquinas para mostrar el proceso. Sus manos ásperas toman una pieza de madera de 2,40 cm. de largo, por 24 cm. de ancho y 10 cm. de espesor. Enseguida enciende la máquina canteadora, para enderezar la pieza. Las virutas (residuos de madera) se amontonan una sobre otra en el  piso.

Toma el pedazo de madera y lo coloca en la sierra circular para cortarlo a la medida que  requiere.
Luego en la sierra cinta moldea la figura para posteriormente lijarla.

Terminado este proceso y con las piezas listas se da paso al armado del mueble. Con un mazo de madera une las patas de una silla. Golpe tras golpe hace que calce una pieza con otra. Con la estructura lista, toma las fallas y sella para que la superficie de la madera quede lisa.

Antes de pasar al lacado y pintado se efectúa el tapizado, para lo cual se ponen resortes o vetas de caucho para asegurar los asientos que son de esponja. Realizado este procedimiento se cubren dichos asientos con el tipo de tela que escoge el cliente.

Jofre Espinoza, experto en esta rama, manifiesta que de entre las telas hay desde microfibras, microcueros, hasta las clásicas. Aclara que solo después de todo el proceso se puede dar brillo.

En cuanto a modelos de muebles, Trajano menciona que lo que está de moda son los lineales, aunque también, dice, se elaboran juegos con corte clásico que por sus detalles (tallado) tienen en un costo más elevado.

En torno a los colores, los oscuros son los que priman, van desde café hasta negro y en relación con los tapices la clientela exige colores fuertes como el verde limón, naranja y rojo. Pero también piden blanco,  beige, mostaza y chocolate.

Explica que para hacer camas, por ejemplo, se utiliza el canelo por ser una madera más resistente, mientras que para sillas y otro tipo de muebles se recurre al laurel.

Silvia Morales, dueña del taller, también ayuda en la elaboración de los muebles a su marido Mario Cisneros. Ella se encarga de ligar las estructuras y de las ventas.

“Pero lo que más me gusta hacer es escoger los colores de las telas. Me gusta combinar un color claro con un oscuro que es lo que hoy está de moda”, enfatiza.

24-4-11-sociedad-muebleSilvia añade que la mayor clientela proviene de Quito.

A esto, Coca agrega que los clientes de la capital representan el 80%, mientras que de los alrededores el 20%. En este último porcentaje  se destaca compradores de Guayaquil, Babahoyo, Milagro, Cuenca, Loja, Manta y Esmeraldas.

El presidente de la Cenarhu precisa que en alguna ocasión llevaron unos muebles hasta Galápagos y aunque no los han exportado conoce que sus clientes los han trasladado a EE.UU. y Alemania.

Costos

Los precios de juegos de sala, comedor y dormitorio van desde 500 a 1.500 dólares. Los modelos lineales son más convenientes que los clásicos, advierte Coca. Un juego de sala estilo Luis XV bien puede bordear los 2.000 dólares.

El artesano indica que otra garantía que le dan al cliente es que les llevan los muebles hasta su domicilio. “Nosotros les dejamos los muebles en el domicilio y si hay que instalarlos lo hacemos. Por ejemplo, cuando llevamos a Quito en el precio ya se incluye el flete”. Y en el caso de pagar en efectivo, enfatiza que la rebaja es de un 5%. Nada mal para una pequeña industria que crece saludable.

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