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El nivel de estudios incide en el alcoholismo

En la zona La Mariscal, en el centro norte de Quito, se concentran varios bares y discotecas en los que se expenden bebidas alcohólicas.
En la zona La Mariscal, en el centro norte de Quito, se concentran varios bares y discotecas en los que se expenden bebidas alcohólicas.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
03 de octubre de 2017 - 00:00 - Redaccion Sociedad

Ecuador ocupa el noveno lugar, en la región, en lo referente al consumo de bebidas alcohólicas, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Anualmente, según la entidad, cada persona ingiere 7,2 litros. El abuso de esta bebida produjo la muerte de 6.042 personas en 10 años (2003-2013), según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Precisamente, esta fue la razón por la que Esteban Braganza, graduado de Economía de la Universidad de las Américas (UDLA), investigó esta problemática.

Según él, los datos oficiales muestran una sociedad sumida en la cultura del alcohol y donde su consumo está legitimado en la cotidianidad. “Atraviesa todas las clases socioeconómicas”.

La problemática

La investigación determinó que la situación socioeconómica incide en el nivel de consumo de bebidas alcohólicas.

Las personas que se encuentran en situación de pobreza tienen mayor probabilidad (1,12%) de ingerir alcohol excesivamente.

Otro de los factores observados fue la formación académica. El estudio reveló que quienes culminaron sus estudios secundarios o superiores son menos vulnerables, a diferencia de aquellos con nivel de instrucción primaria o con ninguna. 

Las personas que van de la  primaria a la secundaria disminuyen la probabilidad de adicción (0,7%). Este valor baja cuando las personas pasan a la instrucción de tercer nivel (0,33%).

El médico familiar Antonio Salas explica que la prolongación del hábito ocasiona desnutrición, sangrado de estómago y cáncer de esófago, hígado o colon. A esto se suma el daño en la memoria y en la capacidad de razonamiento.

Otro de los indicadores fue el empleo: se demostró que es 1,32% menos posible que un ciudadano con empleo se vuelva consumidor descontrolado.

La  familia

Las relaciones de pareja también influyen. Los solteros o los divorciados tienen más debilidad, que los casados o los que viven en unión libre. Mientras que los divorciados tienen una adicción 1,45% más alta que los casados o quienes viven en unión libre.

Las personas sin una relación formal tienen una probabilidad de 1,39% superior.

Braganza basó su trabajo de tesis  en los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2013-2014, realizada por el INEC.

El estudio, según su autor, permitirá a los organismos estatales determinar y aplicar las políticas necesarias para combatir y buscar la forma de erradicar el excesivo consumo de alcohol entre ecuatorianos. (I)

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