Al momento se ejecuta una campaña preventiva con revisiones a las instituciones educativas
El consumo de drogas en colegios, un asunto ‘multicausal y complejo’
Sus ojos están un poco rojos y algo desorbitados. Está como ida, no sé si va llorar o reír y a veces quiere que le den sal o agua para calmar lo que le pasa. Así es como describe Lesly a su amiga Nayeli, de 13 años, cuando se encuentra bajos los efectos de la droga ‘H’. La adolescente cuenta que ve a su amiga de esta forma por lo general durante el recreo o las clases.
Nayeli no es el único caso de estudiantes que usan sustancias ilegales. Según una encuesta del Observatorio Nacional de Drogas (OND), realizada a 514.962 alumnos en 2013, 1,62% admitió fumar marihuana al menos una vez en el último año. El 0,15% dijo que consumía heroína, y el 18,3% declaró que consigue las drogas a través de un ‘amigo’.
Precisamente por este microtráfico dentro y fuera de los planteles y por las denuncias de menores usando las sustancias, el Ministerio del Interior e instituciones como el Ministerio de Educación ejecutan la campaña ‘Revolución Preventiva contra las drogas’. El colegio Aguirre Abad, de Guayaquil, fue el primero en ser visitado. El plan contempla revisiones sorpresas por parte de miembros de la Policía, Fiscalía y la Dinapen en las instituciones para controlar el ingreso de sustancias en las mochilas y vigilar el expendio del producto.
¿Qué pasa por las mentes de los jóvenes?
Lesly y Nayeli cursan el noveno año básico en el colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil (VR). Desde octavo de básica Nayeli ha usado drogas, según su amiga. Cuenta que las busca cuando se pelea con la mamá o tiene problemas con el novio, que estudia en la misma institución. “Ella nos dice que lo tiene controlado, pero vuelve a hacerlo cuando la aqueja uno de estos problemas. También nos dice que es feo todo lo que siente. Ella nos cuenta que le duele la cabeza, todo el cuerpo y que también vomita. No quiere dejarla”.
La sicóloga clínica Eva Cevallos explica que el consumo de drogas en los adolescentes es “multicausal y un asunto complejo”.
Hay factores de tipo personal, familiar y social involucrados en el consumo, y que pueden incidir aún más cuando la familia es disfuncional y no ha ayudado a que el menor tome decisiones asertivas.
Cevallos considera que el manejo del ocio es otro factor, “cuando dedican el tiempo a hacer nada surgen estas inquietudes relacionadas con el consumo”.
Ricardo Carcelén, sicólogo de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Instituto de Neurociencias, indica que efectivamente es necesaria la integración del joven en actividades paralelas. “Si no tiene nada que hacer, puede ir a una cancha y practicar deportes o dedicarse a pintar. Mientras el niño tenga un objetivo claro, lo que nosotros llamamos proyecto de vida, podrá enfocarse en lo que hará los próximos 5 u 8 años”, explica Carcelén.
Para ambos profesionales, las drogas son cada vez más asequibles para los jóvenes y muchas veces para comprarlas solo deben gastar entre $ 2,50 y $ 3,00.
La experta en comportamientos de conducta, Carla Villacís, indica que al existir este fácil acceso, la adicción se afianza en los adolescentes. “Una vez que entran al organismo las drogas modifican el comportamiento e intereses. Se quedan enganchados y es el organismo el que las pide. Su capacidad de decisión sobre la sustancia no depende de ellos cuando ya se ha establecido la dependencia”.
Estos niveles de adicción ponen en peligro la vida de los estudiantes por intoxicación.
Elías, alumno de cuarto año de bachillerato, cuenta que hace unos meses a un compañero de su curso le dio un ataque por sobredosis. “Lo hacen porque los hace sentir como el más chévere del curso. Aquí hay esos muchachos con quienes nadie se puede meter”, comentó.
Cevallos agrega que a medida que el consumo aumenta, también crece el síndrome de tolerancia a las drogas y “necesitan más cantidad para sentir lo mismo. En el momento en que quieren dejarla se genera un síndrome de abstinencia y aparecen varios síntomas tanto síquicos como enfermedades”.
La droga ‘H’, por ejemplo, provoca dolores musculares, temblores, náuseas, pérdida del apetito, trastornos en el sueño o comportamientos violentos.
Los padres y su rol
Wendy Torres, madre de Lesly, dice tener claro que la solución no es sacar a su hija del colegio ni prohibirle la amistad con la jovencita que sí consume drogas.
Para ella la comunicación que mantiene con su hijos -su hijo mayor se graduó en el VR- es un factor para que los jóvenes no estén envueltos en las drogas. “Les digo que sus malas decisiones los pueden llevar a destruir sus vidas, y vean a esas personas que deambulan desorientadas por las calles. Les digo que ellos también pasaron por la adolescencia y son el espejo de haberse involucrado con las drogas”, cuenta la madre.
Raúl Villegas, otro padre de familia, quien recoge por las tardes a su hija, considera que debería realizarse exámenes toxicológicos a los estudiantes una vez a la semana.
Además cree necesario tener cámaras en las aulas, para que junto al servicio ECU-911 puedan controlar el microtráfico en los exteriores de los colegios.
Como parte del plan de prevención, la ciudadanía puede hacer sus denuncias de expendio o consumo en los colegios a través de las líneas 1800-Delito y 1800-Drogas.
DATOS
En 2013 una encuesta del Observatorio Nacional de Drogas (OND) reveló que 2 de cada 100 estudiantes de educación media consumen esporádicamente marihuana y menos del 1% podría estar abusando de la sustancia.
Los estudiantes que dijeron consumir drogas, al ser consultados sobre dónde y cómo consiguen el alcaloide, el 18,3% señaló que le proporcionan ‘amigos’; el 18% dijo tener un proveedor; el 16,1% en la calle o alrededores de los colegios y el 7,4% al interior de su institución educativa.
El director nacional de Antinarcóticos, Juan Carlos Barragán, anunció recientemente que desactivaron 350 grupos que distribuían droga en los colegios.