El 80% de familias no dona órganos
Muchas personas se niegan a ceder las córneas de sus familiares fallecidos argumentando que toman esta decisión para que sus muertos no se queden ciegos cuando resuciten y lleguen al más allá. Aunque el Papa Juan Pablo II siempre en sus discursos motivaba la donación de órganos, muchos católicos y personas de todo credo no aceptan entregar los restos útiles de sus parientes, lo cual genera un serio problema para quienes los necesitan.
Así lo confirma la lista de personas que requieren riñones y córneas en Guayaquil, el descenso en el número de trasplantes a nivel regional y las negativas de los familiares para realizar esas donaciones que llegan a un 80%, según los encargados de la Regional 2 del Organismo Nacional de Trasplante de Órganos y Tejidos (Ontot).
Las córneas son las que menos quieren entregar los allegados a difuntos. Para remediar esta situación, el Ontot firmó un convenio con el Ministerio del Interior para obtener esa capa del ojo de los cadáveres que se envían a las morgues del país.
Los doctores responsables del servicio de trasplantes del hospital Luis Vernaza han encontrado también un alto número de familias que se opone a donar los riñones, hígados y corazones de sus seres queridos que fallecen en el área de cuidados intensivos.
La falta de una campaña agresiva, cotidiana que motive a las personas sobre el tema, incluso el desconocimiento de algunos médicos que, por incapacidad para precisar contundentemente la muerte cerebral del paciente dan falsas esperanzas a las familias, forman parte de los yerros que complican el proceso de donación, según los galenos que diariamente se relacionan con estos hechos.
En Guayaquil hay 1.283 pacientes que se hacen diálisis, ya que sus riñones no funcionan bien. De este total de enfermos renales, solo el 20% o 25% está en condiciones médicas para recibir un trasplante. Ser apto significa no tener enfermedades cardiacas, infectocontagiosas, tumores o cáncer, ya que la medicación de la persona con un trasplante debilita sus defensas y no podría exponerse a empeorar uno de los males que ya padece. Quien recibe el riñón de otra persona en el cuerpo puede tener que usar una mascarilla, de por vida, en espacios llenos de gente.
Esto le sucedió a Viviana Montoya, quien a los 15 años sentía vergüenza porque utilizaba una mascarilla para asistir al colegio. Aunque vivió dos años a plenitud con el riñón donado, su cuerpo terminó rechazándolo. Ella es la número 46, de un grupo de niños y niñas, que recibe diálisis en el Hospital del Niño.
Esta población infantil y adolescente ingresa al plan de trasplantes del Ontot; actualmente seis niños se hacen exámenes para comprobar si es posible que reciban esta intervención, dice el coordinador regional del organismo, Manuel Reyes.
Tienen prioridad los más antiguos que ingresaron al programa renal del hospital en 2004. Samuel Velásquez (11) también se somete a terapias renales en el hospital del Niño; espera algún día poder bañarse de nuevo en el río y la piscina. “No puedo hacerlo porque tengo este tubito en la panza que se me puede infectar”, explica.
Vive en el cantón Pichincha, de Manabí, y cada noche en su casa conecta la fístula de su barriga con una máquina para realizarse la diálisis peritoneal. Duerme conectado a esta pequeña bolsita que depura las toxinas que su riñón ya no puede procesar. Su madre, Betty Valencia, ha lidiado con los problemas renales del pequeño desde que tenía un año. Actualmente se realiza los exámenes pertinentes que le permitirán conocer las posibilidades que tiene su hijo para obtener un riñón.
Los niños que aspiran, como él, recibir un riñón están en idéntica situación que los 46 pacientes de la lista de espera a nivel regional. De los 54 pacientes que este año aguardan ese órgano, solo el 11% (8) lo recibió.
Las donaciones han disminuido este año, reconoce Manuel Reyes, de Ontot. Durante el 2011 se han realizado en la regional ocho trasplantes renales y 21 de córneas.
El 2010, en total, se cedieron 20 riñones y 60 córneas, cifras que duplican lo alcanzado este año. “Este mensaje de la donación te lo tendrían que repetir diariamente al menos ocho segundos y eso no se está haciendo, nosotros pedimos que el Ministerio de Educación incorpore el tema de trasplantes en la malla curricular y nos dijeron sí, sí, sí, pero no pasa nada”, se queja la argentina María Candela, coordinadora Hospitalaria de Trasplante de Órganos & Tejidos del Hospital Luis Vernaza, uno de los centros acreditados por el Ontot para extraer y realizar las cirugías.
Las doctoras de esta casa de salud y la coordinadora hospitalaria del organismo estatal coinciden en que se debería difundir más del tema y más propaganda.
Los niños que enfrentan problemas renales tienen el mismo deseo y grandes preocupaciones. Acuden al hospital para chequear el estado de su enfermedad, pero como se ven continuamente se han vuelto amigos. Es el caso de Viviana Montoya y Denisse Juanazo.
Denisse tiene 18 años y no puede asistir a la universidad, porque además de la insuficiencia tiene lupus. Se realiza la diálisis peritoneal en su casa todas las noches, pero si tiene una fiesta deja abandonado el tratamiento que normalmente recibiría a las 08:00. “No salgo mucho, pero si tengo una fiesta importante llego en la madrugada y me conecto”, cuenta riendo.
Su amiga Viviana tiene 17 años y su flequillo lacio más el teléfono, con aplicación para redes sociales y cobertor verde, reflejan una adolescente de su época. “Mis amigas me dicen que estudie Medicina porque sé todo sobre trasplantes”, cuenta, “pero yo no quiero. Si yo fuera doctora y viera niños en esta situación y otros que mueren me echaría a llorar”.
Ella sale a las 15:00 de su colegio particular y media hora después, vestida con su uniforme, cambia el pupitre por un sillón de hemodiálisis en el que permanece durante tres horas. Es la rutina de la adolescente cada lunes, miércoles y viernes, situación que enfrenta sola, aunque en la clínica de hemodiálisis ya todos se conocen y se saludan con afecto.
La Ley Orgánica de Donación y Trasplante del país, modificada en marzo de este año, establece que todos los ecuatorianos son donantes a menos que expresen lo contrario. Dice también que será la cédula de identidad el documento que permitirá revelar el deseo de las personas.
Sin embargo, actualmente, a las personas que tramitan este documento no se les plantea la interrogante. Shirley Álvarez, coordinadora Hospitalaria del Ontot, explica que a partir del 14 de marzo del 2012, los ciudadanos podrán anotar en su chip si se niegan a donar sus órganos.
Aunque la ley no indica nada al respecto, durante este tiempo se ha pedido la aceptación del familiar para entregar los órganos.
Lo que significa que más allá de la voluntad del sujeto, sus padres, hermanos o hijos podrán decidir por él después de muerto. Uno de los temores que motiva las negativas, que tanto escuchan los doctores, es que el fallecido vaya a quedar “chueco” o “incompleto” una vez terminado el proceso. Reyes, del Ontot, niega que tal cosa sea posible, pues por ley debe darse un trato “humanizado” al cadáver.
“Si le sacamos las córneas se pone una prótesis, lo mismo con los huesos, en el caso de los órganos solo queda una abertura en el pecho”, explica. Al momento, en los diferentes hospitales, las áreas de Nefrología, Cardiología y Oftalmología, deben estudiar los casos de posibles trasplantes. Así se lo ha establecido según el proceso de la Ontot.
Del total de 46 personas inscritas en una lista virtual que esperan por un riñón, 40 fueron señaladas por el equipo del hospital Vernaza como aptas para obtener un trasplante. Los demás nosocomios tienen la obligación de notificar a la Ontot si hay una persona con muerte encefálica, pero en el Vernaza solo recibieron una llamada del Hospital Naval.
Durante el 2011, los médicos de la Regional 1 del Ontot han sido notificados durante 15 oportunidades. De este número, 12 resultaron posibles donantes, después de realizar los exámenes correspondientes descubrieron que seis tenían tumores y de los seis restantes solo tres familias aceptaron donar los órganos. Encontrar un donante es una tarea compleja para las doctoras que laboran en el hospital Vernaza.
En la oficina de Nefrología están las carpetas de 40 pacientes que esperan un trasplante de riñón, que es el órgano de mayor demanda después de las córneas en el país y también en la Regional Guayaquil del Ontot, que comprende las provincias de Los Ríos, Santa Elena y El Oro.
Actualmente se analizan los casos de 50 nuevas personas. Noralma Mosquera, jefa de Nefrología del centro, explica que ellas evalúan a los pacientes derivados de otros centros y a su propia población. Los exámenes del corazón, riñones, sistema vascular y una larga lista, concluyen en dos meses. “Al final se hace la valoración definitiva y los pacientes aptos pasan a estar inscritos en la lista de espera de la Ontot”, expresa.
Todos los candidatos reciben un código que deberán revisar en la página web. Cuando hay un caso de muerte encefálica en una unidad de cuidados intensivos el personal de la Ontot va al hospital para verificar que el candidato tenga sus órganos en óptimas condiciones, explica Mosquera.
“Buscan los inscritos que se parezcan genéticamente y se les informa sobre la posibilidad de donación, con la información de ellos se hace una prueba llamada Cross match, en la que se determina si hay compatibilidad o rechazo”. La unidad de trasplantes del Vernaza trabaja únicamente con donaciones del mismo centro... En este año solo han obtenido un órgano del hospital Naval.
“Las personas deben entender que hoy donan un órgano, pero que mañana pueden tener la necesidad de recibirlo y habrá otros que se nieguen como ellos lo hacen”, la menta la doctora, quien ha realizado 24 trasplantes renales, seis de córneas y ha obtenido, con su equipo, 14 donantes cadavéricos en sus dos años de trabajo en el lugar.
“El grupo, formado por la psicóloga, el médico y una persona capacitada en abordaje, le indica a la familia que el paciente ha fallecido y que puede ser donante”, señala Candela. “El problema es que a veces hay doctores que les dan esperanzas, diciéndoles que pueden llevar al paciente a otra clínica”.
Pero los enfermos retirados no pueden volver a la vida, pues la muerte encefálica es irreversible, aunque ciertas partes del cuerpo mantengan su funcionamiento. Mientras tanto, los niños con males renales y todos los pacientes que esperan en una lista, piden que las familias del “más acá” piensen en sus ganas de vivir y los escojan a ellos ,y no a los gusanos, para ser los herederos de sus órganos.