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El 30% de casos de meningitis deja secuelas incurables

El 30% de casos  de meningitis deja secuelas incurables
12 de diciembre de 2013 - 00:00

Jessenia, de 21 años, está inquieta porque el doctor aún no la atiende. Su desesperación es mayor porque las enfermeras no entienden su lenguaje de señas. La joven tiene dificultades para vocalizar por la discapacidad auditiva con la que creció. Su madre, Mirna Loor , recuerda que a los pocos meses de nacida Jessenia tuvo meningitis. “Esta viva de milagro porque los doctores hicieron lo posible con los antibióticos”.

La infectóloga y pediatra Greta Miño explica que la meningitis es un tipo de infección en la que se afectan las meninges, capas que recubren el cerebro. Cuando estas se inflaman, entre las manifestaciones que tiene un recién nacido es herniarse el cerebro y luego morir.

Si la enfermedad no es tratada a tiempo, el 10% de casos que se diagnostica muere y el 30% queda con graves secuelas. Entre las consecuencias están el retraso mental, de psicomotrocidad y estado vegetativo; también la hipoacusia, más conocida como sordera. Ese fue el caso de Jessenia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año en el mundo hay 500.000 enfermos con meningitis. El neurocirujano Paúl Mejía explica que el 80% de los casos es de tipo viral, suelen ser benignos y asintomáticos, por lo que pueden curarse sin medicación.

“Con el otro 20%, que es bacteriano, hay que tener más cuidado por la agresividad”, expresa.

Prevención reduce los casos
Por lo progresiva que es la infección en la zona del cerebro, la detección a tiempo (antes de las dos horas de su evolución) y el tratamiento oportuno pueden evitar daños futuros al paciente y hasta la muerte, según los especialistas.

“Si es diagnosticado de forma oportuna y se aísla al paciente con la administración de antibióticos, es un potencial recuperable sin ningún tipo de secuela”, dice Mejía.

La infectóloga Mildred Zambrano, del Hospital Roberto Gilbert, agrega que la efectividad del tratamiento dependerá del sistema imunológico del infectado. Y en los recién nacidos dependerá del estado de la madre.

“Si ella tuvo algún tipo de proceso infeccioso previo o durante el embarazo, como una infección en las vías urinarias, esto se puede traducir en una meningitis por la bacteria Escherichia coli (habitual en el intestino del ser humano)”, manifiesta Zambrano, por lo que recomienda el control prenatal en las embarazadas.

Según ella, la aplicación de vacunas en los menores por calendario disminuye la aparición de casos.

El Ministerio de Salud Pública incorporó hace años, de forma gratuita, dos de las vacunas necesarias. “Desde que se introdujo la vacuna contra el Haemophilus (HiB), por influenza, bajó la incidencia a nivel mundial. También en Ecuador, cuando se introdujo la vacuna mencionada y la del neumococo disminuyó la tasa de meningitis”, expresa Zambrano.

Por su parte, la doctora Greta Miño recuerda que en 1999, en la semana, se presentaban de 4 ó 5 pacientes con la enfermedad. “Actualmente se ve un caso cada mes”.

Para ella, la lactancia materna en los menores de 2 años de edad, y exclusiva en los menores de seis meses, ayuda a prevenir la enfermedad. “La lactancia permite tener una respuesta inmune compensatoria para su vulnerabilidad”.

Formas de infección y lugares
Según el neurocirujano Paúl Mejía, también hay infecciones de meningitis por medicamentos y sustancias tóxicas.

Agrega que los brotes ocurren en barrios con condiciones insalubres. “Cuando hay un paciente portador de meningococo, esta bacteria suele ser más agresiva y corre el posible riesgo de infectar a los pacientes que se encuentran en su entorno”.

Se recomienda que cuando la meningitis se desencadena por esta bacteria, el tratamiento adecuado son los antibióticos profiláxicos, medicina para prevenir los contactos que se encuentren cerca.

Otra forma de contagio es mediante la ingesta. En 2011, en el país se presentaron casos de meningitis eosinofílica por el consumo de caracoles crudos y legumbres contaminadas. La doctora Zambrano explica que se trata de una larva, angiostrongylus cantonensis, que en una parte de su ciclo la produce el caracol y luego la ingiere el hombre.

Advierte que entre las complicaciones que produce la ingesta de este molusco está la pérdida visual y hasta la muerte, en el país hubo un caso de este tipo.

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