Educación rural, con enfoque intercultural, es urgente
Según Ernesto Schiefelbein, reconocido investigador, existen varias limitaciones que inciden en el fracaso escolar, especialmente en los primeros años de estudio: falta de aprestamiento en las destrezas básicas para aprender a leer, escribir y numerar.
El choque cultural entre el ambiente de la escuela y el hogar, especialmente cuando se emplean códigos socio - lingüísticos diferentes; la heterogeneidad en las edades, experiencias, intereses y capacidades de los alumnos, acentuada en las áreas rurales; restricciones exógenas (al sistema educativo) para asistir a la escuela.
La falta de alimentación, de acceso a los servicios de salud o transporte hacia la escuela, la inexistencia de incentivos para docentes recién titulados que estén dispuestos a trabajar y permanecer en zonas aisladas; el trabajo de maestros sin la formación actualizada, la falta de decisiones locales que ayuden a mejorar la educación pública y la identificación inoportuna de problemas.
Estrategia nacional
Como complemento, de acuerdo con el especialista, los datos “promedios” de escuelas ineficientes no sirven.
No existe un adecuado gobierno de la información para la toma de decisiones. Schiefelbein establece algunas estrategias para enfrentar estas limitaciones en el marco de las experiencias educativas de América Latina.
Propone programas de educación bilingüe en lengua local durante cierto número de grados, con ayuda de textos publicados en ese dialecto y con profesores locales.
Mejores programas de educación rural, que superen la actual situación en que los niños aprenden con dificultad a leer y escribir y no tienen oportunidades reales de desarrollo personal.
El proyecto “Escuela Nueva” en Colombia es una muestra de que sí es posible una escuela rural de calidad.
Universalización de la educación inicial, con la colaboración activa de los padres y maestros.
En América Latina, más de la mitad de los alumnos de los estratos más bajos permanece cerca de dos años en el primer nivel de escolaridad antes de aprobarlo.
La solución es promover a los alumnos cuando cumplen con un cierto número de unidades de aprendizaje.
Otra alternativa es la promoción automática de los alumnos: con más del 75% de asistencia.
Una tercera opción sería diseñar un currículo más realista para el primero de básica y la última alternativa es crear un grado cero, para preparación, con acceso directo al segundo de básica, que no puede ser repetido.
Los profesores en los sectores rurales asisten con irregularidad a sus clases. Desean vivir en las ciudades o estudian en las universidades. Un fenómeno evidente es el predominio de las mujeres en las actividades docentes.
Ausentismo y debilidad de la formación de los maestros agudizan el problema. Las soluciones son presupuestarias, formación de docentes comunitarios y organización de las comunidades para lograr control social; así como nuevos sistemas de información y comunicación para la toma de decisiones e inserción de la investigación educativa.
La interculturalidad es prioritaria
El sistema educativo del país es intercultural, según la Constitución y las leyes vigentes. Este carácter otorga a toda la educación –y no solo a la rural- una característica clave, que se debe profundizar: la identidad y la diversidad, como parte esencial de nuestra cultura mestiza.
El nuevo Plan Decenal de Educación 2020-2030 debe recuperar lo realizado en este campo y potenciar una nueva estrategia para que la educación intercultural sea un eje no solo del currículo de los estudiantes, sino del currículo de formación de todos los profesores. No es posible que la educación intercultural sea concebida y practicada como un “tipo” de educación de los indígenas.
Seccionar al sistema educativo ecuatoriano en hispano y bilingüe no solo es ambiguo y anacrónico, sino atentatorio a una verdadera concepción intercultural o mestiza. Este es un concepto restrictivo y reduccionista, porque la educación intercultural “cruza” –debe “cruzar”- todo el sistema.
Bajo estas consideraciones, la educación rural debe tener sus propias especificidades, contenidos, metodologías, modelos curriculares y de evaluación, debidamente articulados al mundo citadino donde se privilegie lo intercultural, de la mano de estrategias inclusivas e innovadoras que rescaten lo “nuestro”.
Pero también es necesario que ofrezcan horizontes para la construcción de saberes vinculados con la sociedad del conocimiento.
Y que la educación rural deje de ser la cenicienta de las políticas educativas. (O)