Proyecto en Ecuador traduce la Biblia al lenguaje más olvidado, el de señas
Una pizarra con dibujos esquemáticos junto a las palabras "hijo pródigo", "Jerusalén" o "Judea" ilustra, en la sede de los Testigos de Jehová de Ecuador, el laborioso trabajo de traducción de la Biblia a uno de los lenguajes más olvidados, el de señas.
Se trata de un proyecto que se inició hace poco menos de dos años y que se espera que se prolongue tres lustros debido a la complejidad idiomática que requiere una traducción fiel y sencilla del texto sagrado para la comunidad sorda ecuatoriana.
"Es un esfuerzo enorme porque particularmente aquí en Ecuador hay diferencias de lenguaje entre los sordos de la costa y los de la sierra y hay que traducir de manera que todos puedan entender. Ese ha sido uno de los retos", explicó a Efe el portavoz de los Testigos de Jehová en Ecuador, Fernando Brito.
Aunque en la sede ecuatoriana se vienen traduciendo publicaciones desde el año 2000, en mayo de 2018 vio la luz el primer libro bíblico en lenguaje de signos, que fue el Evangelio de Mateo.
Un total de 32 personas trabajan en el centro de traductores de los Testigos en la ciudad costera de Guayaquil y transcriben material bíblico a una docena de idiomas autóctonos del Ecuador, pero en la sección del lenguaje de signos lo hacen tres expertos, uno sordomudo de nacimiento y dos nativos con padres sordos.
La edición base de las Sagradas Escrituras es la del Nuevo Mundo, que se publicó originariamente en 1960 en inglés y es la principal fuente de estudio de los Testigos de Jehová, que la están traduciendo de forma simultánea a 179 idiomas en todo el mundo, precisó Brito.
Una vez representados los capítulos bíblicos en ideogramas y esquemas narrativos, el equipo de signos comienza a darle forma a la traducción para adaptarla al dialecto local, antes de pasar varias pruebas y un exigente examen con interlocutores sordos.
Diego Leser, hijo de sordomudos, es el encargado de conceptualizar la traducción, que en la actualidad repasa los capítulos 3 y 4 del Evangelio de Lucas, en los que Jesús fue tentado por el diablo.
"Mi trabajo es generar la idea del idioma fuente, que es el inglés, y lo paso a lengua de signos y mis compañeros me corrigen", expresa junto a la pizarra llena de ideogramas, un cartel del Templo de Jerusalén y otro con las diferentes monedas y medidas mencionadas en el texto más traducido e impreso de la historia.
Su compañero Daniel Márquez, aprendió el lenguaje gracias a los Testigos y refiere con sus manos que al no comprender el texto de la Biblia tuvo que basarse en otras traducciones a idiomas de señas.
Su labor es mejorar la traducción al detalle y lo hace pensando también en aquellos sordos dentro y fuera de Ecuador, "para ayudarles a conocer la palabra de dios", indica.
Cuando se ha llegado a un consenso descriptivo de los sucesos bíblicos, se procede a la puesta en escena, un proceso de producción que engloba a un equipo técnico de siete personas y la grabación del relato sagrado.
"Se revisan los vestuarios, todo tiene su significado: Los flecos de las ropas bíblicas, el color, algún casco o sombrero, todo ha sido investigado", subraya el portavoz.
En un estudio con un fondo de croma se realiza la interpretación de los actores, que suelen hacerlo de forma individual o en parejas, dando lugar a escenas que en la edición posterior se intercalan con elementos evocadores del paisaje bíblico o de las parábolas evangélicas que se están narrando.
"Lo que prima es que la traducción sea clara, natural y exacta, pero a la vez idiomática, para que el sordo al verlo pueda decir 'esto pareciera como si hubiera sido hecho originalmente en lengua de señas", asegura Jonathan Saltos, coordinador del proyecto.
Añade la exigencia de que el intérprete "sea hábil con las señas y pueda transmitir con sus expresiones faciales lo que se está diciendo para que la comunidad sorda pueda identificarse con él".
En Ecuador se calcula que hay 200.000 sordos, de los que apenas 700 son miembros de los Testigos, repartidos en 33 congregaciones.
Pero esta iniciativa pionera promociona también la enseñanza del lenguaje de señas local a cualquier miembro de la comunidad sorda que no profese esa corriente cristiana, que aglutina en el país andino a más de 96.700 creyentes. (I)