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Especial Papa Francisco en Ecuador

Ecuador se regocija con la presencia de Francisco y reafirma su fe

Centenas de miles de personas salieron a las calles a saludar con devoción y respeto al Santo Padre, quien estará hasta el miércoles en nuestro país. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
Centenas de miles de personas salieron a las calles a saludar con devoción y respeto al Santo Padre, quien estará hasta el miércoles en nuestro país. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
07 de julio de 2015 - 00:00

“No se olviden de rezar por mí”, dijo Francisco días antes de llegar al Ecuador. Y, efectivamente, la comunidad católica participó de varias misas y reuniones, rezando, para que el Papa llegue y cumpla con la labor pastoral en nuestro país como en Bolivia y Paraguay.

Ya son varias las personas que dicen una verdad que crece: Francisco cambió a la Iglesia Católica. En varias ocasiones ha señalado que hay transformaciones necesarias y urgentes. En algunas entrevistas ha dejado sentado su pensamiento.

Cuando arribó ayer a nuestro país dijo:

“Visité Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales, así también hoy vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo, la misma que durante siglos ha modelado la identidad de este pueblo y ha dado tan buenos frutos entre los que se destacan figuras preclaras como Santa Mariana de Jesús, el Santo Hermano Miguel, Santa Narcisa de Jesús o la Beata Mercedes de Jesús Molina, beatificada en Guayaquil hace 30 años durante la visita del Papa San Juan Pablo II. Que ellos vivieron la fe con intensidad y entusiasmo y practicando la misericordia contribuyeron desde distintos ámbitos a mejorar la sociedad ecuatoriana de su tiempo.

En el presente también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones para que los logros y el progreso en desarrollo que se está consiguiendo y se consoliden y garanticen un futuro mejor para todos poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles, en las minorías más vulnerables que son la deuda que todavía toda América Latina tiene”.

Con mucho fervor también ha dicho que su visita al Ecuador es un regalo especial. Valdría la pena recordar sus palabras:

“Amigos, todos, comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante. El Ecuador está en el punto más cercano al espacio exterior, ese Chimborazo, llamado por esto el lugar más cercano al sol, a la luna y a las estrellas. Nosotros los cristianos identificamos a Jesucristo con el sol y a la luna con la Iglesia y la luna no tiene luz propia y si la luna se esconde del sol se vuelve oscura. El sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta o esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio. Que estos días nos haga más evidente a todos la cercanía del sol que nace de lo alto y que seamos reflejo de su luz y de su amor.

Desde aquí quiero agradecer al Ecuador entero, que desde la cima del Chimborazo hasta la costa del Pacífico, desde la selva Amazónica hasta las Islas Galápagos nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y de sus ancianos, que son la memoria de sus pueblos, de confiar en la juventud y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su país, que según el señor Presidente (Rafael Correa) es el paraíso”.

Tras la visita y misa en Guayaquil quedó claro el infinto amor de Francisco por nuestro país. No olvidemos que fue el primer país que visita de América en calidad de viaje oficial.

Su trayectoria se nutre ahora con la presencia en nuestra tierra y por el mensaje profundo que nos acaba de dar en Samanes. (I)

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