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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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Los divorcios en Ecuador se duplicaron en los últimos 20 años

Los divorcios en Ecuador se duplicaron en los últimos 20 años
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El fenómeno de los divorcios en el Ecuador se ha incrementado en más del 200% en 20 años, al pasar la tasa de 7,4 en 1998 a 15,1 en 2018, por cada 10 mil habitantes.  

Los datos se desprenden de un análisis a las cifras del Registro Estadístico de Matrimonios y Divorcios 2018, presentado en julio de 2019 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

El año en que más disoluciones conyugales (divorcios) se registraron en el país fue 2017, con una tasa de 17,2 por cada 10 mil habitantes. En cambio, cuando menos casos se reportaron fue en 1999, con 7,3.

En cuanto al comportamiento de los divorcios por regiones, la Sierra registró en 2018 el mayor número, con el 62,9%.

Según las estadísticas del INEC, las tres causas principales de divorcio en el Ecuador en 2018 fueron: mutuo consentimiento vía judicial (11.126), abandono injustificado de cualquiera de los cónyuges por más de seis meses ininterrumpidos (7.724) y mutuo consentimiento vía notarial (5.536).

La tasa de divorcios más alta del año 2018 se registró en la provincia de Galápagos, con 33,9, siendo superior a la nacional con 15,1; seguido de Azuay con 25,1; Cañar, 23,14; Pichincha, 22; Imbabura, 21; Carchi 20,7; y Tungurahua, 20,3 por cada 10 mil habitantes.

El mayor registro de divorcios se produjo en julio de 2018, con 2.378 casos.

En los matrimonios el fenómeno se presenta a la inversa

La tasa de casamientos civiles bajó en las últimas dos décadas en el Ecuador, al pasar de 58,3 en 1998 a 35,7 en 2018, por cada 10 mil habitantes.

Según el sociólogo Fernando Buendía, esto responde a que las nuevas generaciones “no creen mucho” en la institución del matrimonio civil y por ello prefieren convivir sin firmar ningún documento. “La sexualidad también ha cambiado su lógica y junto con ello la posibilidad de la convivencia”, explica.

Buendía señala que en la actualidad los jóvenes no consideran necesario un compromiso por la vía religiosa o civil como un requisito para la convivencia, más cuando se piensa que el matrimonio no necesariamente debe tener la concepción tradicional ni debe durar para toda la vida.  

“Esto muestra que hay una disminución del valor que se da a la construcción de familia y por lo general es en desmedro, en déficit de capital social del activo que tiene la sociedad”, aseguró.

“Proceden así para en el caso de que no funcionen las cosas, tomar cada quien su rumbo, sin tener que lidiar con el engorroso trámite de divorcio o disolución del vínculo matrimonial”, añadió.

El año que más matrimonios inscribió el Registro Civil fue en 1999, con 63,3 por cada 10 mil habitantes. Paradójicamente, esto ocurrió en un momento en que el Ecuador vivía el descalabro financiero y económico, crisis que obligó a miles de ecuatorianos a migrar en busca de mejores días, lo que después degeneró en la destrucción o desmembración del núcleo familiar porque padres y madres viajaron por separado.

En cambio, el año en el que menos matrimonios se registraron fue 2013, con 34,2 por cada 10 mil habitantes.

En cuanto a las edades promedio que tienen quienes deciden casarse por lo civil en el país, en los últimos 10 años (2008-2018) se ha incrementado en alrededor de cuatro años en hombres y mujeres. Por ejemplo, en 2008 la edad promedio de los varones para contraer matrimonio era de 29,4 años y las mujeres 25,9; mientras que el año pasado (2018) fue de 33,3 años de edad para los hombres y 30,2 para las mujeres.

Por lo general, en el momento de casarse el hombre presenta una edad promedio superior al de la mujer.

Según Napoleón Vásquez, sicólogo familiar, que en la actualidad mujeres y hombres decidan esperar a tener más edad para casarse se produce debido a experiencias propias o ajenas en cuanto al divorcio. “Los jóvenes-adultos de hoy, desde los 20 hasta los 35 años, no quieren saber nada de matrimonio porque han experimentado la separación de sus padres y han sufrido como hijos o simplemente porque ven que las parejas no tienen estabilidad y se zafan fácilmente dejando a sus hijos”, dice.

Asegura que en un divorcio todos los integrantes de la familia sufren de inestabilidad, debido a que ni el esposo o esposa lograron vencer las dificultades del matrimonio, afectando directamente a sus hijos o hijas.

Durante 2018, el mayor porcentaje de matrimonios se dio en zonas de la Sierra. La tasa de matrimonios más alta se registró en la provincia de Galápagos y es más alta que la tasa a nivel nacional; seguida de Chimborazo, Tungurahua, Orellana, Pichincha y Azuay.

Según Vásquez, actualmente los jóvenes que sí quieren casarse intentan solucionar sus problemas desde el inicio. “Actualmente parejas de enamorados buscan terapia para mejorar su relación. En mis años de experiencia esto no se daba, sino hace unos años que he comenzado a recibir ese tipo de jóvenes para pedir orientación”, menciona.

En el año 2018, el mes de diciembre fue el favorito para las parejas que optaron por contraer nupcias. (I)

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