Una de cada cinco muertes se relaciona con dietas pobres
América Latina y el Caribe reflejan una tendencia global: en el mundo existen más personas obesas que ciudadanos con hambre.
Las cifras así lo evidencian. La región presenta 105 millones de adultos con exceso de peso y 42 millones que no tienen acceso a alimentos.
La obesidad y el sobrepeso, en todo el mundo, afectan a 2.000 millones. Así lo reafirman las últimas estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En 2017, el índice de masa corporal alto estuvo relacionado directamente en 4,7 millones de muertes. Y ha aumentado su nivel, desde 1990, en 127%.
El estudio “Carga global de enfermedad”, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (EAT), precisa que una de cada cinco muertes (11 millones en total) estuvo asociada a una dieta pobre.
Por ello, el último Informe de la nutrición global advierte que ningún país avanza lo suficiente para frenar la problemática de salud.
La situación actual aleja la posibilidad de acabar con todas las formas de malnutrición para 2030. Ese era uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que acordó la comunidad internacional.
Tampoco se cumplen otras metas: la detención del incremento de la diabetes y la obesidad para 2025. Esta fue fijada por la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud.
Los que mayor riesgo afrontan son los países más pobres.
Marco Sánchez Cantillo, director adjunto de Economía del Desarrollo Agrícola de la FAO, explica la causa. Para los habitantes de esas latitudes, por su escaso poder adquisitivo, es más fácil acceder a alimentos que son económicos. “Pero no necesariamente son más nutritivos”.
Lo barato sale caro
En un escenario de pocos recursos disponibles entran en escena los productos altamente procesados. Es decir los elaborados a partir de ingredientes industriales, en su mayoría aditivos, y sin casi ningún alimento natural.
Refrescos, patatas fritas de bolsa, cereales azucarados, embutidos y platos precocinados congelados son solo algunos ejemplos.
Están ampliamente disponibles. Según diversos estudios se han vuelto más baratos que los alimentos frescos y nutritivos en los países ricos y en los emergentes.
El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) constató que los ultraprocesados cada vez cuestan menos en naciones emergentes.
Los productos sanos, en cambio, son más caros que los menos nutritivos.
Sin embargo, el consumo de estos últimos puede salir caro a la larga.
Análisis realizados en España, Francia y Estados Unidos han llegado a la conclusión alarmante: los productos más ultraprocesados se consumen más. Tienen mayor incidencia en las enfermedades no transmisibles.
Brent Loken, coautor de un informe de la Comisión EAT, señala que el primer factor que desarrolla una enfermedad cardiovascular es “lo que te metes en la boca”.
Ciertos tipos de cáncer y la diabetes tipo 2 proceden directamente de la comida.
También es relevante lo que uno no ingiere. Las personas no consumen suficientes verduras, frutas, nueces y legumbres. Estos aportan vitaminas, minerales y otros nutrientes necesarios.
Las recomendaciones de los estudios señalan que para el 2050 habrá que duplicar el consumo mundial de los alimentos saludables y reducir en más del 50% los menos nutritivos. Hay que dejar los azúcares añadidos y disminuir la carne roja. (I)