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El Telégrafo
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Dentista pagó $ 55 mil por el viaje para cazar al león Cecil

Theo Bronjorst, organizador de las cazas en Zimbabue, y Honest Tyrone Ndlovu, comparecieron ante el juez por la muerte del león Cecil. Foto: AFP
Theo Bronjorst, organizador de las cazas en Zimbabue, y Honest Tyrone Ndlovu, comparecieron ante el juez por la muerte del león Cecil. Foto: AFP
30 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad y agencias

Quizás Walter Palmer nunca imaginó que su nuevo viaje de caza terminaría en un juicio y acusaciones de diversos activistas por los animales alrededor del mundo. Palmer, un dentista radicado en Minnesota, EE.UU., es acusado de matar a una de las especies símbolo del parque nacional de Zimbabue, el león Cecil.

Palmer, quien pagó $ 55 mil por el safari, emitió un comunicado el martes para defenderse ante las acusaciones de los grupos animalistas y de la propia corte de Zimbabue. “No tenía idea de que el león que ‘usé’ (textual del dentista) era conocido, un favorito para la población y parte de un estudio, lo supe al final de la cacería”, indicó.

El hecho ocurrió a inicios de julio y sobre Palmer (55 años) ya pesa un antecedente en Estados Unidos cuando le disparó a un oso en Wisconsin, sin autorización.

Ayer estaba prevista la audiencia en Zimbabue, donde comparecieron los que organizaron el safari. Palmer fue el gran ausente, pues aseguró que no había sido contactado por las autoridades, pero dijo estar disponible para “ayudarlas en sus investigaciones”.

Hasta el tribunal de Hwange llegaron libres y sin esposas puestas, Theo Bronjorst, organizador de grandes cazas de leopardo, y su compatriota Honest Tyrone Ndlovu, propietario de la granja en la que se encontraron los restos del león a principios de mes, gracias al emisor GPS instalado en el collar del animal.

Los 2 acusados también negaron que sabían que el león era Cecil, la estrella del parque nacido hace 13 años. Según la ONG Zimbabwe Conservation Task Force (ZCTF), los cazadores intentaron, en vano, destruir el collar, antes de descuartizar y cortar la cabeza del animal, a modo de trofeo.

Los argumentos del norteamericano plantean algunas preguntas, como si este cazador confirmado se habría percatado de la melena negra del león, algo poco frecuente en el sur de África; o si los intermediarios locales habrían hecho documentos falsos para convencerle de la legalidad de la caza. (I)

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