Clases de alfabetización se trasladan a las iglesias
Una de las paredes de la iglesia evangélica “Camino Real” de la Cooperativa El Fortín está empapelada con carteles de vocales, oraciones y problemas matemáticos. A pocos pasos de allí varias sillas de plástico, de color blanco, sirven de pupitres para que un promedio de 15 indígenas, la mayoría pasan de los 45 años, reciba clases de alfabetización. Unos cuantos que asisten son menores de 40.
Lorenzo Melchor Obando, de 72 años, y su hija Manuela, de 50, están atentos a lo que explica la maestra Alexandra Chinlli Zahñay, que en su lengua kichwa, enseña un ejercicio matemático: “cuánto es uno más uno, pregunta, y ellos responden dos”.
Ambos, que profesan el cristianismo, desde marzo reciben las clases en la iglesia a la que pertenecen. “Estamos aprendiendo poco a poco. A mí a veces no me da la cabeza por la edad, pero ahí trato lo que más se puede. Aunque sea sí hemos aprendido unos numeritos, porque llegamos sin saber nada cuando el hermano nos motivó a venir”, relata el septuagenario.
Las clases que se dictan en el lugar forman parte del programa Dolores Cacuango, que está destinado a la población analfabeta kichwa hablante. Se trata de una de las tres modalidades del proyecto de carácter emblemático Educación Básica para Jóvenes y Adultos (EBJA), que fue impulsado desde 2011 por el Ministerio de Educación.
Los otros programas son Manuela Sáenz y Yo sí puedo, que cubren a los analfabetos entre hispanos e indígenas.
Según el subsecretario de Coordinación Educativa, Freddy Peñafiel, hasta este septiembre el proyecto EBJA ha permitido que 328.000 personas sean alfabetizadas en las provincias del país. De esa cifra, el 40% pertenece a la población indígena.
La directora de educación intercultural Kichwa de la Costa y Galápagos, Martha Yuquilema, explica que desde 2008, previo a que se impulsara oficialmente el programa EBJA, hasta la actualidad han sido alfabetizados 4.055 indígenas en la Región Litoral.
Esta comprende a Los Ríos, El Oro, Santa Elena, Manabí y Guayas. En esta última, indica, 1.513 indígenas se han beneficiado a partir de 2011.
Desde que se inició el programa identificamos a los indígenas que no tenían ninguna instrucción educativa en los mercados, organizaciones e iglesias evangélicas, donde se ha dado una mayor apertura para que se desarrollen las clases de alfabetización.
Sostiene que en Guayaquil este año el programa Dolores Cacuango funciona en 48 iglesias evangélicas y en 2 católicas, a diferencia de que el año pasado se dio en 15.
El director de la Escuela Sultana de los Andes, José Valente, cuenta que hasta el año pasado en el centro educativo un grupo de 70 indígenas terminó las clases. “Pero no se ha vuelto a abrir una nueva fase del programa, porque ellos buscan las iglesias”.
Yuquilema dice que esto se debe a que “la mayoría de los indígenas es de evangélicos y en su sede se congregan continuamente”.
Asimismo, indica que por la cercanía que tienen estos espacios a sus hogares los motiva a que asistan a las clases de alfabetización, por lo que los participantes son los que determinan el horario, debido a que la mayoría se dedica al comercio.
Otro de los factores es por la vergüenza que sienten porque son mayores de edad y carecen de educación. “Muchas veces los mismos familiares les dicen que están mayores para aprender a leer y escribir. Incluso, los hijos los desaniman. Entonces lo que hacen es aprovechar al acudir a las iglesias, para que nadie se dé cuenta que recibían clases. Ellos se sienten más identificados”.
Es el caso de María Rosa Gualli Obando, de 50 años, quien desde abril asiste al programa Nueva Esperanza 2, que funciona en una pequeña iglesia en las calles Manabí y José de Antepara.
“Para mí es un orgullo aprender a leer y escribir, sin que me importe la edad que tengo”Originaria del cantón Colta, de la provincia de Chimborazo, María, quien llegó a Guayaquil a los 12 años de edad, recuerda que en alguna ocasión: “me gritaron bruta”. “Anteriormente sentía vergüenza de lo que me decían mis familiares cuando me preguntaban por qué no había estudiado. Ahora recién estamos estudiando porque nuestros padres no tenían para darnos educación. Asisto a la iglesia, porque aquí ya conocemos a la congregación de los hermanos y estamos tranquilos”.
Uno de los líderes de la iglesia “Camino Real”, José Manuel Tinisaca, de 58 años, quien también participa en los programas de alfabetización, recuerda que cuando tenía siete años había una escuela a 3 kilómetros de distancia de su casa a la que anhelaba ingresar.
“Le pedía a mis padres que me inscribieran para aprender a leer y escribir, pero me decían que eso era para gente blanca y que solo debía dedicarme a la agricultura. Sin embargo, cuando emigré a Guayaquil hace 25 años e ingresé a la iglesia eso cambió al ser parte de los programas de alfabetización que promueve el Ministerio de Educación. Para mí es un orgullo aprender, sin que me importe la edad que tengo”.
328.000 personas han sido alfabetizadas con el proyecto EBJA, de ellas el 40% pertenece a la población indígenaSegún datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del año 2010, en el país el 6,8% de la población es analfabeta. Este porcentaje, según Peñafiel, con el programa EBJA se tenía como objetivo reducir a 4% lo que implicaba alfabetizar a alrededor de 278.000 personas, pero el número ha sido superior.
Peñafiel asegura que posteriormente, sin definir fecha, empezará la fase de posalfabetización, que comprende la primaria y el bachillerato. “Es importante que ellos y las comunidades valoren la educación porque es un derecho inalienable de la población”, dice sobre la alfabetización que hoy celebra el día internacional.
DATOS
La Ley Orgánica de Educación Intercultural establece en su Art. 50 que la educación para jóvenes y adultos con escolaridad inconclusa es un derecho y servicio educativo.
Los participantes son evaluados previo a su ingreso para identificar si son analfabetos puros (sin ninguna instrucción) o por desuso (olvidaron lo aprendido).
EBJA cuenta con 5.024 docentes que dictan clases en centros de igual número.
Alrededor de 15.000 personas con discapacidad han sido alfabetizadas. Ellas asisten al programa desarrollado por la Federación ecuatoriana de ciegos junto con el Ministerio de Educación.