Científicos apoyan el uso generalizado de los edulcorantes
Científicos y académicos de varios países coincidieron ayer, al término de un simposio de dos días en Bogotá, en apoyar el uso generalizado, pero no indiscriminado, de edulcorantes no calóricos, siempre y cuando formen parte de un estilo de vida sano. “Podemos decir que los edulcorantes no calóricos son útiles, inocuos y están científicamente validados para su uso”, señaló a modo de conclusión el vicepresidente de la Federación Mexicana de Diabetes, Fernando Lavalle.
“A las personas que por sus condiciones de salud se ven obligadas a tomar estos aditivos endulzantes se puede sumar cualquier consumidor, siempre que no se trate de enfermos de cáncer, anorexia o déficit de nutrientes”, según Bernardene Magnuson, experta canadiense en regulación alimentaria.
Durante las dos jornadas, una decena de expertos de la salud y la nutrición de México, Colombia, Estados Unidos, Brasil y Canadá descartaron con el soporte de estudios científicos los “mitos” que calaron entre los consumidores sobre posibles riesgos de estas sustancias.
Entre las creencias más populares se destaca que el consumo de algunos edulcorantes no calóricos puede provocar cáncer, cambios metabólicos y partos prematuros, en el caso de mujeres embarazadas.
Asimismo, examinaron la salud pública de América Latina y observaron que los edulcorantes no calóricos pueden ayudar a tratar la obesidad y el sobrepeso, pero siempre de la mano del ejercicio y de una dieta equilibrada.
En este sentido, el presidente de la asociación internacional Calorie Control Council, Eric Allen, dijo que hacer dieta como concepto de empezar un comportamiento y terminarlo no funciona realmente y apostó por un cambio permanente de estilo de vida.
“En ese giro, las comidas y bebidas reducidas en calorías pueden ser de ayuda porque es algo que se puede adaptar fácilmente sobre una base permanente”, indicó Allen, quien señaló que al menos la mitad de los estadounidenses consume un producto “light” al día.
El decano de salud pública, del Centro de Ciencias de la Salud Pública de la Universidad de Texas, Houston (EE.UU.), Héctor Balcázar, explicó que los profesionales deben conocer bien el comportamiento y los hábitos de vida de las comunidades para diseñar estrategias de cambio. Así, citó como ejemplo su experiencia con la comunidad hispana, que a su llegada a EE.UU. vive un proceso de aculturación.