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Ecuador, 23 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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El “chuca chuca” está arraigado en las comunidades

Margarita Guartasaca hace una limpia a Manuel Palaguachi que llegó desde Lago Agrio para curar sus dolencias. Este procedimiento ancestral se realiza en los mercados de Cuenca, únicamente los martes y viernes.
Margarita Guartasaca hace una limpia a Manuel Palaguachi que llegó desde Lago Agrio para curar sus dolencias. Este procedimiento ancestral se realiza en los mercados de Cuenca, únicamente los martes y viernes.
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El sol calienta a media mañana en el mercado 10 de Agosto de Cuenca. Amas de casa se apresuran por comprar productos. Otros caminan solo preguntando y mirando las cosas que están a su alrededor.

En cambio, Margarita Guartasaca, una mujer de la tercera edad, se apura por atender a sus pacientes que quieren una cura del espanto o del mal de ojo.

Sentada en una banca pequeña y rodeada de decenas de flores, hojas y ungüentos que, según ella, sanan lo que los médicos no pueden, atiende, uno  por uno, mientras la fila aumenta de acuerdo como pasa el tiempo.

La flor de floripondio, una planta muy antigua y con fama de ser una especie perjudicial para la salud, consta entre sus remedios. También están la flor de castilla, ruda, altamisa, huevos, carbón, y una tijera, entre sus herramientas, para la sanación.

Según ella trabaja más de 40 años en este negocio y todos se han ido curados de los males que los enferman.

“Nadie se ha quejado, a veces me vienen a dar las gracias”, cuenta la mujer, mientras sus brazos no descansan en la curación.

Manuel Palaguachi esperó más de 20 minutos para que terminara su dolencia. En Lago Agrio (Amazonía), sus conocidos le dijeron que en Cuenca hay una señora que cura todos los males, no pensó dos veces y viajó hasta el sur del país.

El hombre, de 84 años, dice que no le importó el largo viaje, sino su salud. Manuel padece de “estrés y punzadas en su columna”.

La ceremonia tomó unos 10 minutos. La mujer susurraba, evocaba a Dios, mientras pasaba las ramas por el dorso desnudo del anciano. “Chuca-chuca, chuca-chuca”, decía insistentemente. Esta palabra, según el escritor Oswaldo Encalada, es de origen quichua y parte de la etno medicina.

Llegó el momento, que para muchos, no es tan agradable y consiste en recibir sobre el rostro un soplido compuesto de un brebaje mezclado con licor.

Al final del ritual hay un hecho curioso. La mujer pide que no le den las gracias. “Nadie tiene que decir gracias, caso contrario no vale la cura”, anticipa Guartasaca.

Para la mujer, la ruda, la santa maría, la altamisa, son plantas que usaban sus antepasados contra las malas energías para aliviar estos dolores.

“Nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, usaron todas estas plantas medicinales y desde entonces no hemos dejado la práctica, porque tienen un poder de curación”, indica Guartasaca.

Incluso el escritor Encalada, en su libro Cultura y Superstición en el Ecuador, cuenta cómo, en la Costa ecuatoriana, para curarse de la picadura de una culebra, la gente recomienda hacer una infusión de una flor que se parece a la cabeza de una culebra.

La limpia, así conocida por la mayoría, es catalogada como medicina ancestral, se hace los martes y viernes, dice Lucrecia Mayorga, otra de las curanderas.

En esos días se congrega gran cantidad de personas en los mercados El Arenal, 10 de Agosto, 27 de Febrero, pero  más en el sector  9 de Octubre, sobre todo en la Plazoleta Rotary, donde durante el día atienden a personas que buscan alivio a sus males.

El costo de una curación depende del lugar. Unos cobran $ 2, otros hasta $ 5. “A veces no importa pagar, lo importante es que mi hijo esté bien”, indica Marlene Cajas, usuaria de esta práctica. (I)  

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