Carlos Pazos, un magistrado con discapacidad, nunca ha comprado un auto de lujo con su carné
Carlos Pazos, tiene 52 años, juez de la Corte Nacional de Justicia y padre de tres hijas. Su discapacidad es del 60% y nunca ha comprado un auto de lujo con su carné. Vive en una casa adquirida con un préstamo del IESS en Calderón, pero el portal web La Historia lo ha incluido en la lista de jueces que han mal utilizado ese documento y se han aprovechado del Estado.
Su enfermedad es catastrófica o crónica degenerativa e incurable: espondilitis anquilosante. Esto, en lenguaje coloquial, es una enfermedad reumática que causa inflamación de las articulaciones de la columna y de las vértebras sacroiliacas.
Sufre un dolor lumbar que le afecta toda la espalda y que alcanzan sus articulaciones periféricas. Tiene rigidez vertical, pérdida de movilidad y deformidad articular progresiva. Así consta en su certificado de discapacidad del MSP-84558, emitido por el Ministerio de Salud Pública.
La enfermedad del juez Pazos empezó a hacer estragos en su cuerpo en 2004 y seis años más tarde, en la Clínica Internacional y en el Hospital Carlos Andrade Marín del IESS (HCAM), le diagnosticaron espondilitis anquilosante. Eso se desprende de su historia clínica número 00794408, del 8 de junio del 2010.
En esa época tenía fuertes dolores en la columna, parte lumbar, caderas y pies, que limitaron su movilidad por algún tiempo e incluso dependió de otra persona para hacer todas sus actividades privadas y públicas.
Todos los días el juez Pazos aprende a convivir con su dolencia crónica; recibe tratamiento médico paliativo en la especialización de reumatología, así como rehabilitación en el HCAM. Él hace lo posible por soportar estoicamente los dolores en su cotidianidad cuando su espalda, su región lumbar, entre otras partes del cuerpo, están inflamadas.
Pero esa no es su única lucha diaria. Además tiene afectado su sistema renal por los medicamentos que le recetaron para su enfermedad catastrófica: Infliximad, por vía intravenosa, un tratamiento que duró dos años.
También toma ácido fólico, omeprazol, tramal, indometacina, metrotexsato, naproxeno. Todo eso le ocasionó una segunda enfermedad crónica y desde 2016 lo atienden en la especialización de Nefrología y en Endocrinología del HCAM, según consta en su historia clínica cuyo contenido es de 200 páginas.
A partir de ese año hasta la actualidad, el juez toma falazine, paracetamol y le inyectan cada semana una medicina biológica llamada enbrel, de 50 mg. Su costo aproximado es de $ 1.800 dólares (la caja de cuatro inyecciones) y para tratar su padecimiento renal toma otros medicamentos.
Pazos tiene la enfermedad reumatoide, que es rara y costosa, por más de 10 años. Aunque limita su capacidad física con repercusiones en la vida normal, no ha mermado su capacidad intelectual ni organizacional para el ejercicio idóneo su cargo en la justicia.
Por su condición tiene todo el derecho de acceder a la protección del Estado. A finales de 2010 inició el trámite para calificar y obtener el carné de discapacidad, y después de un proceso legal y burocrático que duró cerca de tres años el Conadis le otorgó el documento el 18 de febrero del 2013.
Sin embargo, el magistrado nunca ha utilizado este documento para comprar un auto de lujo y sin aranceles. Él adquirió un vehículo en el país con sus propios ingresos y con créditos. También tiene una casa en Calderón gracias a un préstamo hipotecario que le concedió el IESS.
Aclara que los únicos beneficios que recibe son atención prioritaria en el HCAM y descuentos en medicamentos de uso continuo. También tiene permisos o licencias para asistir a las consultas médicas, a los dispensarios de la Judicatura, a consultas médicas particulares y a las sesiones de rehabilitación que incluso recibe en un horario que no entorpece sus actividades laborales. Pazos no recibe ningún bono de discapacidad o solidaridad.
Quienes conocen a Carlos Pazos, juez con carné de discapacidad, no entienden por qué está incluido en una lista de personas que se aprovecharon de su condición para importar vehículos de lujo y estafaron al Estado.
Otro caso
Verónica Yerovi sufre una espondiloartritis indiferenciada, una enfermedad parecida a la del juez Pazos que podría desarrollarse y convertirse en espondilitis anquilosante, pero espera con todas sus fuerzas que no sea así, dice a Diario EL TELÉGRAFO.
La del juez es la más agresiva de todas y la tienen con más severidad los hombres. La espondiloartritis es una enfermedad catastrófica, rara, autoinmune, que produce inflamaciones y causa mucho dolor. Al ser rara es difícil diagnosticarla, solo puede hacerlo un médico especialista, y, por lo general, tarda mucho en ese proceso.
Según Yerovi, es horrible, "te limita mucho y se necesita aprender a vivir con ella". Explica además que a veces no puede dormir tan pronto como quisiera por el dolor en la zona sacra (es donde más le duele), y “si algún día puedo dormir 8 o 9 horas seguidas me levanto adolorida por la rigidez”.
Para ella es lamentable que la gente juzgue al paciente sin conocer la enfermedad que tiene porque no se ve a simple vista. Yerovi no puede permanecer mucho tiempo sentada o parada porque empieza a sentir dolor. “Me dio mucha rabia leer cómo atacaban al juez sin conocer lo que padece. Así como él, fui de médico en médico y no daban con mi diagnóstico. Antes de eso pasé casi un mes en cama porque el dolor era insoportable. Mi enfermedad no tiene cura”.