Los cañaris adaptan sus conocimientos ancestrales
Principios como la reciprocidad, la solidaridad y el trabajo en equipo son parte de la cosmovisión andina, pero hay actividades políticas como la elección del cabildo que se hace de forma anual o bianual y que se realiza desde tiempo reciente.
Aunque anteriormente la comunidad también estaba organizada, las decisiones caían no en un cabildo sino en la sabiduría del líder.
“Lo que no ha cambiado para nosotros es que ese jefe, desde el punto de vista occidental, debe seguir siendo respetado, llevar una vida ejemplar, ser solidario y muy servicial”, explica Pedro Solano Ñusta, líder de la comunidad Quilloac, en Cañar.
Es así como han adaptado las nuevas exigencias políticas y sociales a sus conocimientos y lo que ellos consideran importante e irrenunciable.
Ayllu es la base social, la familia, que empieza con la unión de un hombre y una mujer en matrimonio que se completa con la presencia de los hijos y tiene un profundo sentido de solidaridad, reciprocidad y respeto entre todos. Para ellos no solo es importante el núcleo consanguíneo sino también el resto de miembros de la comunidad, que se le conoce como “la familia ampliada”.
“La unión de estas familias forma las comunidades y estas, a su vez, las organizaciones de segundo grado (OSG). La unión de las OSG forma las organizaciones de tercer grado (OTG) u organizaciones provinciales que luego formarán las organizaciones regionales (Ecuarunari); y, por último, la organización nacional (Conaie)”, explica detalladamente un fragmento de la Revista de etnografía 12, Yachac, del Ministerio de Cultura.
En comunidades como Quilloac, que es una OSG, hay varios principios que siempre están presentes.
Aunque hay desequilibrios, como pueden existir en la familia, siempre encuentran la manera de solucionarlos para seguir juntos, como sus ancestros.
Un ejemplo es que para la construcción de viviendas, acequias, caminos o el trabajo agrícola se organiza un sistema de cooperación mutua como el “Rantinpak” o intercambio de la fuerza de trabajo.
Otro elemento importante es la minga o trabajo familiar, comunitario o colectivo que está encaminado a realizar una tarea compleja entre varias personas.
La distribución de bienes o de riqueza es otro factor clave para ellos: consideran que no es positiva la acumulación de bienes. “De esta manera se regula a través de nuestros principios, como son la reciprocidad, la solidaridad, el padrinazgo, el priostazgo, entre otros”, explica Solano Ñusta.
En la cosmovisión andina, todas y todos tienen derecho a los beneficios de la Pachamama: alimento, vestido, vivienda, trabajo, salud, seguridad.
Actividades como la “chala”, que consiste en recoger residuos de la cosecha, y el “mashcari” o trueque se practican todavía en las comunidades del Cañar.
“Es una forma de manifestar el respeto a toda forma de existencia”, indica Solano, pues el hecho de “caminar juntos” es muy importante.
Los cañaris entienden que el deterioro de una forma de existencia es también un daño colectivo.
En virtud de esto se respeta toda forma de existencia: al Inti Yaya, Killa Mama, Wayra Taita, Nina Taita, insectos, montañas, y otros.
En lo concerniente a las celebraciones sociales es muy común compartir las riquezas de la Madre Tierra.
Lo hacen por medio de la preparación de una pampamesa, en la que colocan todo tipo de comida: pollo, cuy, habas, mote, arroz, ají, pan, chicha, entre otros.
También hay fiestas religiosas católicas como la de San Antonio de Padua en Quilloac, Cañar, celebración que, sin embargo, es rica en sincretismo y en donde se encuentra una mayoría de los elementos andinos.
Ejemplo de esto es el pucara, especie de altar en que se colocan todos los frutos de la tierra y que sirve también para agradecer a la Pachamama por sus bondades durante el año.
De igual manera ocurre en otras celebraciones como el Día de los Muertos, el carnaval y la Semana Santa, en las que se mezclan los orígenes sagrados desde dos vertientes distintas: el cristianismo y la particular visión andina. (I)