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"Juntos vamos a vencer al coronavirus"

En las calles céntricas de Guayaquil hubo menor afluencia de personas con el cierre del Malecón 2000. Las personas se devolvían a sus hogares
En las calles céntricas de Guayaquil hubo menor afluencia de personas con el cierre del Malecón 2000. Las personas se devolvían a sus hogares
Foto: William Orellana / El Telégrafo
16 de marzo de 2020 - 00:00 - Redacción Sociedad

Desde la noche del sábado 14 de marzo, en redes sociales fueron tendencia las recomendaciones de por qué es mejor quedarse en casa ante la amenaza de coronavirus (covid-19) en Ecuador.

La campaña es denominada #quédateencasa y promueve consejos para que las personas no salgan del hogar.

Esta decisión permitirá disminuir el contagio que, a su vez, evitará que el sistema de salud colapse.

“Si se colapsan los hospitales, este índice se dispara entre los casos más graves, que pueden verse privados de sistemas de respiración mecánica o unidades de soporte vital”, explicó la revista especializada The Lancet.

Según la Organización Mundial de la Salud, la tasa de contagio del virus es de 1,4 a 2,5. Es decir que cada persona infectada con covid-19 puede a su vez infectar a entre 1,4 y 2,5 personas.

En Guayaquil, ayer fue un domingo desolado y silencioso. Las múltiples canchas y máquinas para ejercitarse del Parque Samanes lucieron vacías. No se escucharon risas de niños o gritos de gol.

Tampoco el “venga, compre su madurito”, “lleve su agua”, con el que decenas de vendedores llaman a los visitantes.

Las cinco puertas de acceso lucieron cerradas y cercadas por vallas metálicas. Los padres de familia que llegaban con sus niños, al ver esto optaban por  retirarse.

Víctor Zambrano, de 27 años, junto con tres amigos, acudió como cada domingo a entrenar fútbol americano con su equipo Caimanes de Guayaquil, pero debió modificar sus planes.

Él no se devolvió de inmediato a su hogar, pensó en otra opción para divertirse.

Apoya la medida de cerrar espacios con aglomeraciones. Sin embargo, aseguró que buscará algún terreno para entrenar.

“Es la única actividad que hago para desestresarme y no preocuparme por lo que pasa”.
 

Otros que también llegaron para ejercitarse optaron por  no regresar a casa y usar la pista atlética que está fuera del parque para trotar.

José Castillo, de 65 años, quien caminaba por la pista, se mostró preocupado porque no le habían comunicado el cierre.

Él tiene un local de juego de esferas para niños. Desde la noche del sábado empezaron a disminuir las visitas.

Estoy angustiado porque dependo de este negocio para mantener a mi familia y ahora no sé qué pasará”.

El ambiente fue el mismo en el Parque de la Kennedy, al norte de la ciudad, y el Seminario, en el centro.

En ambos, gruesas cadenas con candados colgaban de la puertas e impedían el ingreso, por disposición de la Municipalidad.

A unas cuadras de allí, en el Malecón 2000 tampoco estaba permitido el acceso.  Los turistas que circulaban por la avenida 9 de Octubre se acercaban a tomar fotos al monumento a Simón Bolívar y San Martín. Mientras que las personas que salieron a pasear esperaban el bus de retorno a casa.

Marcia, junto a su familia, planeaba hacer compras. Para ella, la medida es buena, pero considera que es necesario que en los colectivos se obligue a los pasajeros y al chofer a usar mascarillas.

“Allí vamos más de 40 personas y muchos no cumplen las medidas de higiene”.

En el aeropuerto

En la terminal aérea José Joaquín de Olmedo, de Guayaquil, el ambiente fue otro. Había resguardo policial y los guardias impedían el ingreso de los familiares de los pasajeros al área pública de la sala de arribos internacionales.

La gente afuera del aeropuerto usaba mascarillas,  bufandas y hasta la misma camisa para tapar su nariz.
Roxana Álvarez fue una de ellas. Ella llevaba dos horas esperando que su hermana, cuyo vuelo llegaba desde Estados Unidos, saliera después de pasar los controles del Ministerio de Salud.

Ahora en casa deberá cumplir con el aislamiento por 15 días. “Estoy preocupada porque yo terminé de recibir quimioterapias y no sé si mi hermana venga sana”. (I)

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