Bandas musicales unen tradición con los sonidos contemporáneos
Suena la canción “Hey pachuco” por la avenida. Las cortinas se abren en medio de un humo artificial y aparece un personaje vestido de amarillo, simula la escena de la película La máscara, sobre un tambor. La presentación de la banda colegial rompe el esquema tradicional de un desfile cívico en La Troncal.
Previamente los músicos deleitaron al público con los sanjuanitos Tunday tunday (del dúo Benítez-Valencia) y Pobre corazón (de Guillermo Garzón), típicas del desfile y con las que avanzaron ocho colegios más por el centro del cantón. El evento lo organizó el Municipio local.
De acuerdo con la profesora de Historia, Juana García, las bandas colegiales musicales, antes llamadas bandas de guerra, son un símbolo de patriotismo y civismo. Esta es la razón por la cual se efectúan estas presentaciones; en esta ocasión, por los 36 años de cantonización.
Mónica Ortega, del Departamento de Comunicación de la Alcaldía, explicó que los estudiantes interpretan marchas o tonadas militares y se caracterizan por su forma disciplinada de desfilar.
Los cheerleaders efectúan un acto de animación y acrobacia en medio de un círculo de fuego, que es controlado por un equipo de 10 instructores.
Sin embargo, los alumnos del colegio Dolores Veintimilla apostaron por la innovación sin que aquello afectara la tradición; fue como un valor agregado.
En efecto, después de la marcha de los abanderados, con las canciones nacionales, las bastoneras empezaron el conteo regresivo, mientras los tambores y las trompetas daban paso al ritmo característico de la citada película La máscara, que con una alumna fusionaron los pasos de swing con acrobacias.
Atrás del hombre enmascarado, se observó a un adolescente, de 14 años, que en el aire dio un triple giro y cayó en la cuna armada con manos de dos compañeros.
Luego realizaron distintas dinámicas dentro de un círculo de fuego.
“Un espectáculo en todo el sentido de la palabra. Es algo bonito y totalmente distinto a lo acostumbrado”, exclamó Jefferson Chimbo, quien llegó desde Cuenca para visitar a su familia y presenció el desfile cívico.
Para Rosa Toapanta, quien llegó desde Ambato, la fusión de las canciones tradicionales con melodías contemporáneas es una gran apuesta, tanto para el espectador por lo novedoso, como para los estudiantes que participaban en el acto.
“Mi primo está en el desfile. El show es nuevo y atractivo, es muy artístico. En mi ciudad no hay estas cosas, creo que este tipo de actividades aportan al turismo y ayudan a salir de la rutina”, agregó Toapanta.
Estudiantes y entrenadores
Alberto Ortiz, quien cursa primero de bachillerato y es la estrella de la acrobacia de los cheerleaders del colegio Dolores Veintimilla, explicó que los entrenadores explotan sus cualidades.
“Primero vienen los músicos de la banda con sus melodías nacionales que van al compás de las bastoneras. Es decir, la parte tradicional y luego viene el show, en que lo complementamos los bailarines de breakdance con los cheerleaders y jugamos con herramientas, como el fuego y el humo artificial”, explicó.
Jonathan Falconez, de segundo de bachillerato, manifestó que para la presentación cuentan con cinco rutinas para dos horas de desfile. La idea es que en cada acto uno de los grupos destaque, mientras los demás descansan y así logran el equilibrio.
Xavier Álava, director del grupo de entrenadores Cero Torcido, explicó que el proyecto de capacitar a los músicos, bastoneras y complementarlo con espectáculos artísticos nació en su natal Los Ríos, de donde provienen los 10 formadores de la banda musical del colegio Dolores Veintimilla.
“La idea de mi grupo es alegrar a los pueblos del país a través de las bandas de las instituciones educativas que se presentan en los desfiles cívicos. Embellecer sus festividades con la innovación, desde los pasos de la música nacional con la coreografía contemporánea”, puntualizó Álava.
Con este proyecto el grupo de capacitadores ha viajado por cinco cantones. Su referencia es la calidad de su trabajo, que es aplaudido y compartido en redes sociales.
Para Álava es satisfactorio porque los jóvenes se crean expectativas y están más motivados a ensayar.
Recalcó que en este tipo de show trabajan con maestros y padres de familia que asisten a los adolescentes durante el recorrido, con la hidratación, y su grupo vigila la seguridad por las acrobacias que efectúan. (I)