La herencia ancestral "revive" el arte funerario
El barro fue un elemento importante en las culturas del período formativo (3.500 a.C.–500 a.C.) en Ecuador.
Civilizaciones como la Valdivia lo moldearon y lo hicieron parte de su diario vivir, transformándolo en vasijas, figurines, morteros, entre otros artículos.
Las técnicas que aplicaban las antiguas culturas en su relación con el barro eran la pella o bloque, rollo, plancha y vaciado.
Esos son los métodos que rescata la agrupación Artebarro Meraki en las 28 piezas que elaboran para una exposición de arte sacro-funerario que realizará, desde el próximo 12 de junio, en el Museo Nahim Isaías.
Lorena Parrales, presidenta del colectivo cultural, explica que para la elaboración de las esculturas se inspiraron en las del Cementerio General de Guayaquil.
El camposanto fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2003. “Existe la intención de que el camposanto sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad y con nuestras obras queremos apoyar para que así sea”.
Para el efecto, las 10 participantes de Artebarro Meraki se capacitaron con especialistas en arte y en la historia de la necrópolis, la cual visitaron en diferentes ocasiones para asimilar su riqueza cultural.
“Cuando una camina por el cementerio encuentra hermosas esculturas icónicas que representan a la muerte. Algunas de ellas son los jarrones con la llama de vida, que significa que siempre estará viva la llama de cada uno”.
También está la de los pelícanos, que simbolizan la vida que Jesús nos dio con la salvación, porque cuando el ave no tiene para alimentar a sus crías rasga su piel para darle sus entrañas, explica.
“El cementerio es un gran museo oculto, a la vista de quienes lo visitan y que lo ven como un lugar de dolor donde llegan los restos de sus familiares y allegados”.
El recorrido de las activistas despertó desoladoras experiencias del pasado en las participantes, recuerdos por la pérdida de una hija, de una madre o un padre.
Esos momentos también sirvieron de inspiración para la ejecución de sus obras “revividas” por la herencia de la técnica ancestral.
Una de esas vivencias la reproduce Lorena con su escultura El desconsuelo, que retrata a una madre que llora por su adolescente muerto.
Por una línea similar van Rosanna Martínez, Grace Chacón y Mariela Chávez, quien destaca su escultura La llama de la vida.
“Es una forma de homenajear a nuestros seres queridos. Cuando una amasa el barro evoca momentos. Recordé cuando de mi papá aprendí la técnica de la arcilla. Él era ceramista y pintor”, afirma.
Sicilia Loffredo, Alemania Guarderas, Narcisa López y Blanca Allauca también son parte de la agrupación Artebarro Meraki que participarán en el evento.
“Para nosotras, esta exposición es un reto. Nuestras esculturas son de barro hechas a mano con técnicas ancestrales y sin moldes”, indica Loffredo.
Guarderas destacó que las piezas que integrarán la muestra están basadas en una investigación de Manuel María Cevallos y Lénder Torres, ambos expertos en hermenéutica. (I)