Una gama de sabores, el olfato guía el paladar.  Jóvenes y adultos se dan cita cada noche en los alrededores de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil (Facso), no solo para estudiar sino también para degustar las sazones criollas.

El bajo precio, el rico sabor y la facilidad para obtener diferentes comidas rápidas, como hamburguesas, hot dog, papas fritas, helados, chidos y pinchos, hacen que quienes comen ahí se olviden del polvo y el humo que emanan de los vehículos.

A las 18:39, cuando la noche empieza a caer, varias carretas se ubican en las calles Costanera, Eugenio Espejo y Abel Romeo Castillo, circundantes a la Facso. Ahí se preparan estos bocadillos.

Cientos de estudiantes de diversas edades llenan estos pequeños espacios, en donde se mezclan los olores y sabores. En ocasiones es complicada la elección; continúa el pedido del plato y el tiempo de la espera es extenso.

El hambre apremia, al igual que el tiempo que tienen para comer ya que deben seguir en clases. El primer bocado es un alivio para el apetito, la degustación sigue hasta que el plato termina. El proceso se repite con cada bocadillo que se extiende.

Personas esperan, de pie o sentadas, en un banco de plástico o madera.  Dos pedazos de pan con carne, tomate, lechuga y cebolla en medio son acompañados por varias salsas que se encuentran en las mesas improvisadas.

Claudia Ordóñez, estudiante de periodismo, dijo que aunque los sitios pueden resultar insalubres, los estudiantes buscan locales que vendan comidas rápidas y a bajo precio.

“Además quienes atienden son personas que necesitan trabajar. De lo que he visto al menos tienen las mínimas medidas de seguridad e higiene, como mantener los alimentos tapados”.

Yolanda Sarmiento, quien vende empanadas a 1 dólar, aseguró que sus productos son cocinados con absoluta higiene.

“Mis clientes saben que les vendo productos debidamente procesados”, dijo. (I)