Hay 4’329.473 mujeres y varones en los centros educativos del país
87 colegios aún faltan por ingresar al sistema de la coeducación
En el patio del Colegio Nacional Experimental María Angélica Idrobo (Quito), los estudiantes del último año de bachillerato reciben clase de educación física, en la que hay más de 30 mujeres y solo 2 hombres. Todos se enfilan, marchan y también bromean. A primera vista los chicos y las chicas se llevan bien.
La educación mixta o más conocida como la coeducación debe implementarse en todas las instituciones educativas del país (fiscales, municipales, fiscomisionales y particulares), señala la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), aprobada en 2011.
Según datos del Ministerio de Educación (Mineduc), en el período lectivo 2013-2014 se han registrado 22.995 instituciones educativas en el país, de las cuales 22.908 son mixtas. Es decir que 51 instituciones femeninas y 36 masculinas faltan por ingresar al sistema de coeducación. Más allá de la norma, ¿qué debilidades y fortalezas han detectado los chicos y chicas al estudiar juntos?
Docentes reconocen que una fortaleza de la modalidad mixta es fomentar la equidad de género.
22.908
instituciones educativas de tipo mixto funcionan en Ecuador, según datos del Ministerio de Educación.Alexander Yela, de 16 años, cuenta que cuando pisó el aula del segundo de bachillerato ‘H’ se sorprendió al saber que era el único varón entre 34 mujeres. “Al inicio me sentí intimidado al pensar que debía convivir con las chicas. Luego las conocí y todas son agradables”.
Para Diana Salazar también fue extraño tener de un año lectivo a otro compañeros del sexo opuesto. Comenta que todas se acercaban a ellos para preguntarles su nombre, edad o gustos. “En los colegios mixtos se valora que todos tenemos la misma capacidad para hacer las cosas. Se disminuye el machismo”, opina la adolescente.
Diana también reconoce que el nuevo sistema puede provocar que haya más relaciones de enamorados y quizá ocasione embarazos antes de tiempo.
El rector de la institución, Eduardo Astudillo, explica que, actualmente, estudian 4.200 mujeres y 480 varones desde educación inicial hasta bachillerato.
Aprueba la coeducación porque es una forma de fomentar la equidad de género y lograr eliminar las prácticas machistas. Como falencia destaca que los docentes no fueron preparados para este cambio. Varios siguen llamando por equivocación “señoritas” a los estudiantes de un curso donde también hay hombres.
Aprendiendo a convivir
Patricio García, rector del Instituto Tecnológico Consejo Provincial, expresa que hace 2 años cuando se adoptó la coeducación, hubo algunas dificultades con la convivencia. Indisciplina y quejas de madres por acoso o intimidación hacia los chicos fueron parte de los problemas. Según García, esta situación es parte de la adaptación, considerando que los jóvenes están en una etapa de descubrimiento.
Para Jenny Alvarado, psicóloga educativa, este comportamiento de supuesta intimidación se supera con la convivencia diaria. “El varón se siente acosado, no porque realmente lo esté, sino porque le rompen su esquema. Él está diseñado para ser el conquistador y la niña de ahora tiene un esquema más precoz en el que toma la iniciativa”, explica la especialista.
A pesar de los inconvenientes, Alvarado enfatiza que la coeducación es positiva porque regula ciertas actitudes entre ambos sexos. “Si no hay contacto entre hombres y mujeres, y van por separado, crecen en un ambiente de desventaja porque no saben a lo que se enfrentan cuando se inician los primeros contactos con el sexo opuesto”.
Hay varias instituciones emblemáticas de Quito que son mixtas hace años. Por ejemplo, el Colegio Juan Montalvo en 1989 graduó a su primera promoción de mujeres. Según su rector William Rosero, si bien la coeducación hace más llevadera la relación entre adolescentes, un inconveniente son los enamoramientos que se producen en edades más tempranas, de octavo y noveno de básica, y “eso acarrea futuros conflictos”.