La cuenta regresiva empezó. La Santa Sede confirmó esta semana la intención del papa Francisco de visitar Ecuador, al igual que Bolivia y Paraguay, durante su gira por Sudamérica, y la Conferencia Episcopal ya ha tomado acciones.

La primera decisión en el país fue convocar a una asamblea urgente de obispos para planificar las propuestas de los lugares que podría visitar Francisco e julio o agosto.

Aunque las fechas están por definirse y el itinerario es de iniciativa del Pontífice, es probable que a su llegada decida mantener un encuentro con los moradores de Monte Sinaí, uno de los sectores periféricos de Guayaquil, anticipó el arzobispo de la ciudad, monseñor Antonio Arregui.

Desde que el Pontífice hizo público su deseo de llegar al país, diferentes personas han mostrado su interés por conocerlo y escuchar en vivo el mensaje que traerá.

Ese es el caso de Lorena Castillo, quien asegura que “escuchar la palabra de Dios en voz del Santo Padre traerá un mensaje paz”.

Aunque las mismas aspiraciones son compartidas por otros católicos que, según el INEC, representan el 80,4% de la población ecuatoriana, existe un grupo minoritario, el 19,6% -entre no religiosos y protestantes- que mira su llegada desde otra perspectiva.

La abogada y activista de los Derechos Humanos, Silvia Buendía, considera que la visita de Francisco es una medición de fuerza política porque él también es un jefe de Estado. Además le preocupa los costos utilizados para su llegada. “Somos un país que no debemos gastar en la venida de un personaje que es un líder espiritual y el país debería tener claro que somos un Estado laico”, expresa Buendía.

Lo cierto es que justo antes de la posible visita de Francisco a América Latina, una encuesta del Pew Research Center, centro de estudios independiente con sede en Washington, señala que el  catolicismo ha disminuido en la región, no solo por quienes se han cambiado a las iglesias protestantes, sino también por aquellos que han renunciado a cualquier afiliación con la religión.

Actualmente, cerca de 60 millones de latinoamericanos se describen como ateos, agnósticos o de ninguna religión, lo que corresponde al 8%. Uruguay y la República Dominicana tienen el mayor porcentaje de no católicos, pero en Ecuador el catolicismo sigue ganando adeptos. Un 87% de los ecuatorianos tiene una opinión favorable en torno a Francisco I, no en vano su visita es esperada.