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El pontífice pide que la reclusión no sea sinónimo de exclusión

2.800 internos y sus familiares recibieron el abrazo y las bendiciones de Francisco en la cárcel de Palmasola

El papa Francisco abraza a uno de los niños que vive en la cárcel de Palmasola, en Santa Cruz (Bolivia). Foto: AFP
El papa Francisco abraza a uno de los niños que vive en la cárcel de Palmasola, en Santa Cruz (Bolivia). Foto: AFP
11 de julio de 2015 - 00:00 - Agencia AFP

Santa Cruz (Bolivia).-

El papa Francisco defendió la reinserción de los privados de la libertad en la sociedad, luego de visitar ayer la cárcel boliviana de Palmasola y presentarse ante los reos como “un hombre perdonado” y “salvado de muchos pecados”.

En la prisión más peligrosa y hacinada del país, una especie de ciudadela ubicada en Santa Cruz, Francisco se despojó de todos los oropeles de pontífice y enfatizó que “reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”.

Caminó lentamente en un amplio patio del recinto, donde era aguardado por 2.800 presos y sus familiares. Abrazó a todos y besó a niños en brazos. Detrás de él, personal del Vaticano repartía rosarios mientras una delicada melodía cristiana acompañaba su paso.

“El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento”, les dijo. “Recen por mí. Recen, también hice mis errores. Yo también necesito penitencia”, agregó.

Francisco, de 78 años, escuchó testimonios de prisioneros, entre ellos el de la reclusa Analía Parada, quien le pidió al Pontífice que hiciera conocer el “terrorismo jurídico que sufren las personas de escasos recursos”.

Al finalizar, Parada se quebró y se refugió en un abrazo del Papa. “Que hayamos cometido un delito no significa que nos deban dejar así, en el abandono”, le dijo otro recluso entre aplausos de los asistentes. “No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo sí quiero dárselos y compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre”, les dijo Francisco, quien por un momento perdió el solideo por el viento. “Mientras no se me vuele la cabeza, no hay problema”, bromeó.

El Pontífice argentino pidió de manera específica visitar Palmasola, una hacinada ciudadela carcelaria que alberga a 4.800 reos, quienes se enfrentaron por pugnas de poder en 2013, con un saldo de 35 muertos.

Lea también: El Papa estará en hospital de niños en Paraguay

En Palmasola, en las afueras de Santa Cruz, ciudad donde Francisco cumplió la mayoría de su actividad en Bolivia, viven unos 120 niños con sus padres presos, expuestos a todo tipo de peligros.

Bolivia tiene la mayor cantidad de internos sin sentencia en toda Latinoamérica, con 84%, seguido de Paraguay, con 71% en esta situación, según la Defensoría del Pueblo. Además, tiene una tasa de hacinamiento -con 15.000 personas en cárceles cuya capacidad real es de 5.000-, por lo que el Gobierno impulsa procesos de indulto.

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Perdón a nombre de la Iglesia

El discurso más político de Francisco, en lo que va de su gira por Latinoamérica, lo pronunció el jueves durante una reunión con 1.500 representantes de los movimientos sociales, a la que también acudió el presidente Evo Morales.

El Papa hizo un histórico pedido de perdón a nombre de la Iglesia, por los crímenes cometidos contra indígenas durante la conquista de América, en una jornada marcada por su apoyo a reivindicaciones sociales, que lo llevaron a ser llamado “Papa revolucionario”.

“Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”, señaló en la clausura. El Papa Francisco citó las palabras de su antecesor Juan Pablo II para acentuar la disculpa, que en su momento también fueron pronunciadas por Benedicto XVI.

“Pido que la Iglesia se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos”, señaló. “Aquí quiero detenerme en un tema importante, porque alguno podrá decir, con derecho, que cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia”, sostuvo.

En ese contexto -reconoció- “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América, en nombre de Dios”. “Hubo pecados, y abundantes, pero por eso pido perdón, pero donde hubo pecado sobreabundó la gracia”, matizó.

“Los movimientos populares tienen un rol esencial, no solo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando. Ustedes son poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial”, expresó.

“Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia, porque la paz se funda no solo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos, particularmente el derecho a la independencia”, dijo el Pontífice en un largo discurso que abarcó las principales formas de exclusión y dominación.

Por eso considera que “en estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros padres de antaño, llaman la Patria Grande”.

A pesar de estos avances, reconoció el Papa, aún subsisten factores que atentan contra el desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la Patria Grande y otras latitudes del planeta. “El nuevo colonialismo adopta diversas fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados de libre comercio y la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres”, señaló el Vicario de Cristo, justo en momentos en que Europa debate medidas de ahorro para que Grecia pague su deuda de 312 millones de euros.

“Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo”, denunció.

“Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia, es decir, nuestra sana interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Y eso, hermanos, es inequidad; y la inequidad genera violencia; violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener”, comentó al final de su discurso.

Luego de Bolivia, el papa Francisco viajó a Paraguay, última parada de su gira sudamericana. (I)

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