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La Salle acoge a peloteros hace más de 50 años

La Salle acoge a peloteros hace más de 50 años
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
12 de noviembre de 2017 - 00:00 - Mario Rodríguez Medina

El sol pega duro en las tardes guayacas… quema, arde. Es pasado el mediodía de sábado y al colegio San José La Salle, ubicado en lo que años atrás era una zona ‘candela’ en la urbe porteña, llega Wilson Sánchez, ingeniero civil de 68 años.

Viste de corto, con zapatos Kit y camiseta; lleva consigo un bolsito en el que tiene linimento olímpico y una faja, los que se han convertido en sus compañeros inseparables de las jornadas sabatinas.

No demora mucho y se embadurna con la crema y se faja. ‘Pancho’, como es conocido Sánchez, se alista para pelotear con sus amigos… sí, a sus 68 años todavía juega y con buen toque. Es zurdo, armador.

Wilson se recorre la cancha durante todo el partido (que dura una hora), no con mucha velocidad; más de una vez camina, pero tiene uno que otro arranque, que por lo general termina en gol.

Su historia se repite en otros varios sesentones que ya raspan los 70 y otros que ya cruzaron esa barrera, que sábado a sábado se adueñan de la cancha de césped sintético. Pero no solo juegan ellos, sino también sus hijos, sobrinos e invitados.

Stanley Sánchez, hermano menor de ‘Pancho’, tiene 59 años y todavía mantiene sus corridas. Es otro de los jugadores que desde las 12:30 llegan hasta el colegio para el fútbol.

“He jugado aquí toda mi vida”, dice Stanley, lasallano hace casi 50 años. En el peloteo hay exestudiantes de la entidad religiosa, así como vecinos del barrio donde se ubica la institución (Tomás Martínez y Baquerizo Moreno).

Entre los sesentones y pasaditos están también Kiko Montenegro, Jaime Villacís, Jorge Sánchez (hermano de Wilson y Stanley), Pancho Torres. Hace pocos días falleció Jorge Espinoza, quien era uno de los fijos.

Él vivía en la Alborada hace 21 años, pero el resto de su vida su barrio fue Boyacá y Padre Solano. “Siempre jugaba con nosotros, es una lamentable pérdida”, indica ‘Pancho’ Sánchez, quien junto a otros peloteros recuerdan a amigos que fallecieronque y que por años compartieron cancha.

“Ya son algunos que nos han dejado: ‘Morocho’ (Jorge Villao), Carlos Martín, Carlos Bonifaz, Carlos Vázquez, Raúl Chavarría, el abogado Antonio Zunino, y otros amigos más”.

‘Pancho’ Chávez cuenta que los sábados, hace 50 años, las jornadas de fútbol eran hasta las 19:00.  Este médico de profesión cuenta que en aquellos años que volaba en la cancha (tiene 70) era delantero, pero ahora juega abajo. “Una vez me rompí el sartorio (músculo de la pierna) y esa lesión me hizo bajar el rendimiento”.

‘Pancho’ Chávez asegura que las jornadas de fútbol de hace 5 años eran mejores, ya que jugaban en la cancha de cemento pulido. “Ahora es césped sintético y nos quema mucho”.

Jorge Sánchez (cuyos dos hijos tienen su mismo nombre y juegan todos los sábados) cuenta con picardía: “Tras los peloteos refrescábamos con una cervecita aquí en el barrio y comíamos una parrillada. Ahora todos somos sanitos, terminamos con pan y cola o agua”.

Los Sánchez pueden armar dos equipos sin problema, entre padres, hijos y nieto. Dos hermanos ya no juegan, por lesiones, Fernando y Jaime, pero los hijos de ellos sí.

Martín es hijo de Jaime. Con 39 años ha jugado desde su adolescencia en el lugar, donde los peloteos eran una actividad que reunía a exjugadores y vecinos desde antes de que naciera.

“Mi padre me traía desde pequeño a ver jugar pelota; yo  empecé a los 15 años y en los primeros partidos fui arquero”, recuerda Martín. Acota que ‘Morocho’ lo puso en cancha por  primera vez.

Otros de los jugadores que han dejado su juventud en la cancha son Eduardo Falconí (58 años), Rigoberto Castro (65) y Mario Vásquez (50).

Son dos horas de juego (dos partidos) en las que se arman equipos equilibrados por edad. Aunque más de una vez los mayores juegan contra los jóvenes.

“Los muchachos entran con todo, pero se cansan rápido porque son correlones; el solazo los mata; en cambio, nosotros esperamos, tocamos el balón y hacemos lo necesario”, dice ‘Pancho’ Sánchez, tras un partido que ganaron los ‘veteranos’ por 5-4.

Al fin de la jornada deportiva, pasadas las 16:00, llega el rato de conversar sobre anécdotas, de preguntar por allegados y hablar de quienes ya fallecieron.

Esto se hace en las escaleras del plantel y luego sigue en una panadería de la zona, en Padre Aguirre. Así, estos peloteros, varios de la tercera edad, pasan sus sábados en los que La Salle se convierte en su guarida para dejar atrás el estrés de la semana. “Jugamos entre amigos y cuidamos de no golpearnos. Lo bueno es que aquí vienen nuestros hijos y la tradición no se perderá fácilmente”. (I)

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