Ciudadanía
La iguana verde es parte de la historia de Guayaquil
Pudiera pensarse que el mono, por ser el calificativo utilizado para referirse a los costeños, en especial a los guayaquileños, es el animal que caracteriza a la ciudad, pero en verdad, el mayor atractivo turístico de Guayaquil, en cuanto a fauna se refiere, es la iguana verde.
De aspecto un poco prehistórico, este reptil ha hecho del Parque Bolívar o Seminario su hábitat más popular y concurrido. Esto, pese a que dicho lugar se encuentra en pleno centro de la ciudad, por donde circulan a diario cientos de carros y transitan aún más peatones.
Aunque no pueden considerarse como domésticos —existe el antecedente de que una de estas especies cercenó el dedo a un menor en el Centro Cívico o Parque Forestal—, el contacto diario con curiosos y turistas ha hecho que estos animales se muestren dóciles y amigables con quienes se les acercan.
Willington Paredes, historiador y académico, indica que la iguana es un animal representativo de Guayaquil, pero esto no es reciente ni se circunscribe solamente al Parque Seminario.
“La fractura campo-ciudad de los últimos años ha hecho más evidente esta situación; sin embargo, la iguana, hace muchos años, estaba presente en los patios de la ciudad. Si usted va por Monte Sinaí también las puede ver. Cuando hubo las primeras invasiones en Mapasingue, por los años setenta, se vieron muchos de estos animales. Su presencia es común en otras provincias, como Los Ríos y Manabí”.
Paredes, quien estuvo 17 años como investigador del Archivo Histórico del Guayas, precisa que viajeros extranjeros, durante la Colonia —siglo XVII—, se refirieron en sus crónicas a la existencia de las iguanas.
Según el historiador Melvin Hoyos, los saurios amistosos no siempre estuvieron en el parque, cuya antigüedad se remonta a finales del siglo XIX, cuando se hizo su inauguración gracias al aporte del empresario Manuel Seminario. En la década de los sesenta —de acuerdo con Hoyos— un grupo de misioneros mormones quisieron llevarse a sus países decenas de estos ejemplares, pero, como fueron impedidos de hacerlo, las autoridades los decomisaron y los ‘hospedaron’ en el parque, en donde permanecen al cuidado del Municipio. Onésimo Musicardi, un argentino originario de Mendoza, quien vino a Guayaquil en busca de la tumba de su tía María Méndez
Musicardi, señala que no solo los guayaquileños, sino todos los ecuatorianos, pueden sentirse orgullosos de tener un parque como el Seminario. “Desde la primera vez que vine acá a Ecuador —ha venido 3 veces— me quedé sorprendido. A simple vista parecen agresivos, pero luego te das cuenta de que son amistosos. En Galápagos los he visto, pero de otro tipo, más grandes”, narra Musicardi, estudiante de Comunicación en su ciudad natal.
Tal como este argentino, es común que, entre semana y semana, lleguen hasta el parque buses llenos de turistas de todas partes del mundo para visitar a los animales y hacerse fotos con ellos, como si fuera una especie de Parque Jurásico.
El paso incesante de la gente no las asusta. Hay quienes se atreven a cogerlas y hacerles su pequeña caricia. Alguna vez, incluso, los reptiles fueron alimentados un tiempo por los cocineros del Hotel Continental, debido a que, en gran cantidad, se acercaban atraídos por el olor de la cocina del restaurante La Canoa. Para evitar esa ‘invasión’, que los ponía en riesgo por el tránsito vehicular, uno de sus propietarios ordenó que les dieran los vegetales sobrantes.
Rossana Campoverde Feijoó trabaja cerca de la Bahía y todos los días pasa por el parque, dominado por la estatua de Simón Bolívar. A ella, las iguanas, a veces, le causan cierto temor.
“Nunca me han hecho nada, pero su aspecto es medio feíto. Tienen garras y ese rabo que parece un látigo”, señala Campoverde, oriunda de Balao, quien afirma que en el campo no son muy comunes. “Lo que allá se ve son las lagartijas de colores, mucho más rápidas y más pequeñas que las iguanas de aquí”.
Calificada como un lagarto arbóreo procedente de América Central y Sudamérica, se halla también en las islas del Caribe, así como en la Florida, EE.UU.
Las iguanas pueden llegar a medir hasta 1,5 metros desde la cabeza hasta la cola y, como todo reptil, son de sangre fría, debido a lo cual, cuando hay sol, descienden para calentarse. (I)