Internacional
China compra los viñedos franceses
Una de cada cinco personas que habita el planeta es china. Cada año, el país del sol naciente produce un millón de nuevos millonarios. Y de los 120 millones de turistas chinos que anualmente recorren el mundo, el 10% viaja a Francia.
Hay muchos motivos que explican esta íntima relación, pero si hay una que sobresale sobre el resto es que la colectividad china que reside en el país europeo es la banquera del resto de comunidades orientales asentadas en Europa.
El volumen de dinero que mueven no es una cifra nada despreciable. En noviembre pasado, el diario galo Le Figaro hizo números y calculó que el volumen de inversiones realizadas por los chinos durante 2017 en el extranjero ascendió a $ 105.000 millones.
En Francia, por ejemplo, son los dueños de importantes corporaciones como el aeropuerto de Toulouse, el 10% de Air France, el 20% del potente equipo de fútbol Olympique de Lyon, el 80% del Niza, el 15% de la factoría Peugeot-Citroën o el 100% de la lujosa cadena Louvre Hotels Group. Casi 700 empresas galas a las que el capital chino relanzó o salvó de la quiebra en los momentos leoninos de la crisis financiera de principios de esta década.
Entre sus joyas de la corona están 3.000 hectáreas de viña, más del 2% de la superficie cultivada, en las regiones de Burdeos y Borgoña, la cuna vinícola de mayor cotización mundial.
El pasado 8 de enero se produjo la última adquisición: Peter Kwok, empresario que amasó una inmensa fortuna en los tiempos floridos de Hong Kong, compró Château Bellefont-Belcier, una de las más respetables bodegas de la meca planetaria de vinos finos.
Algunos compararon esa adquisición con el capricho de un multimillonario sin fronteras, ya que Kwok es propietario de gran parte de las explotaciones vinícolas de Saint Émilion, la ciudad del vino clasificada por la Unesco.
Pero Kwok no abrió el camino. Son ya más de 140 bodegas y 3.000 hectáreas de vid la que pasan a manos de empresarios chinos. La atracción viene de antiguo.
El pionero fue un humilde profesor de inglés llamado Jack Ma que con el tiempo creó uno de los gigantes mundiales de la venta online de este tipo de productos, la firma Alibaba. Jack Ma compró hace dos años 80 hectáreas de viña en Entre-deux-Mers, con su mansión del siglo XVII y una productora bestial con capacidad para elaborar medio millón de botellas al año. El objetivo era inundar internet con sus vinos y lo logró con creces.
Para calcular su impacto comercial se añade que, en la actualidad, China es el primer destino de la producción de vino francés, con 64 millones de botellas vendidas y un volumen de negocio que supera ya los $ 341 millones anuales.
Más fuerte es lo de Hong Kong. Como solo importa los vinos más caros del mundo, sus 10 millones de botellas mueven la friolera de $ 333 millones.
“En China se gana dinero pero es difícil disfrutarlo”, reconocía otro de los nuevos magnates de los extensos terrenos de vides que inundan el centro y sur de Francia, Michael Huang, durante la reciente presentación organizada de la primera añada de su gran perla vinícola bordelesa, el Château Bonnange.
La explicación de Huang sobre la creciente presencia de sus compatriotas en esta industria fue rápida y concluyente. Todo se debe a un cambio cultural. “El sentimiento chino hacia los negocios siempre fue hacer dinero rápidamente pero el vino es un asunto de paciencia”, aseguró.
Y si Burdeos está cambiando de manos, qué decir de la región de la Borgoña. En 2012 colocaron su primera pica con la adquisición de un monumento, el castillo del siglo XII de Gevrey-Chambertin y sus dos hectáreas de vides de primerísima calidad.
El comprador fue Louis Ng Chi Sing, propietario de salas de juego en Macao, que revaloriza el paquete hasta situarlo por encima de los $ 9,86 millones. Un revolución para esa Borgoña campesina que en 1950 debía de complementar el cultivo de uva con lúpulo y verduras para sobrevivir.
Pero los chinos no solo compran los mejores vinos del mundo, también aprenden a cultivarlos.
En la ciudad de Dijon existe la más reputada escuela de producción vinícola del mundo, School of Wine and Spirits Business. Ahí, los estudiantes chinos matriculados representan el 30% del alumnado cuando hace una década eran una extrañeza casi exótica.
Muchos de los graduados han regresado a China con unos conocimientos técnicos en la producción inconmensurables. (I)
Datos
En 2011, uno de los vinos de la bodega Helan Quingxye, levantada en la elogiada región de Ningxia, -a 1.000 metros de altitud-, se alzó con el prestigioso premio Decanter World Wine al superar a otros 12.000 llegados del resto del mundo.
Este concurso fue el primero en el que la comunidad china obtuvo la medalla de oro pero, a tenor de lo que hablan en Francia por el gran volumen de estudiantes y nuevas generaciones que estudian producción vinícola, no será la última. (I)