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Abismos únicos en Manabí
El agua del mar se funde con la vegetación de bosque seco tropical al pie de los acantilados en el norte de Manabí. Entre los cantones San Vicente, Sucre, Jama y Pedernales, en las cumbres y faldas de los macizos rocosos, se han construido hosterías ecológicas. La arena blanca en algunos tramos y en otros de un negro profundo se conjuga con el azul turquesa del océano Pacífico.
Esta es la ruta de los acantilados que se riegan a lo largo de 120 kilómetros de playas aproximadamente. Abundante flora y fauna marina, desde los sitios de hospedaje se puede divisar, hay vistas impresionantes del océano. Manadas de delfines son las habitués del mar.
Estas pintorescas ensenadas se extienden en amplias y placenteras playas. Los acantilados se erigen imponentes rodeados de abundante flora y fauna costera. Desde la parte alta de estas elevaciones milenarias se observa el vuelo rasante de las gaviotas sobre el mar.
Los acantilados proveen del valor agregado natural para el desarrollo del turismo en la zona. Aprovechando estas elevaciones sobre el océano, los inversionistas, especialmente procedentes de la Sierra del país han construido hosterías y hostales que en algunos casos, las estructuras de sus cabañas desafían la gravedad.
El recorrido empieza en Pedernales. En la zona de Coaque aparecen las hosterías sobre elevaciones discretas. Fabián Freire, un turista quiteño, aprovecha la tranquilidad de mayo. Dice que adelanta sus vacaciones que normalmente en la Sierra empiezan desde julio, esto con el fin de disfrutar de las playas en solitario del cantón Jama y, además, para acceder a los descuentos que hacen los propietarios de sitios de hospedaje, por considerar que entre marzo y junio la temporada es baja.
En Jama, playas como Don Juan, Punta Blanca, Punta Prieta y El Matal ofrecen una variedad de ambientes naturales para el descanso. Estos son rincones para quienes desean alejarse del bullicio. En Punta Blanca, extremo norte de Jama, los acantilados serpentean el perfil costero. El desplazamiento de las aves marinas como gaviotas y piqueros patas azules se convierte en atractivos para los turistas. Alonso Ordóñez, es propietario de la hostería Punta Prieta.
Hace 20 años llegó atraído por la belleza del acantilado. Adquirió una parte del macizo cuya roca es negra. Debido a ello su nombre. Empezó a construir lo que hoy es un rincón paradisíaco de la costa norte de Manabí. Recuerda que lo hizo solo, con el transcurrir de los años progresó. Hoy es uno de los complejos turísticos más pintorescos del norte de Manabí, a orillas del mar.
Las huellas del terremoto del 16 de abril de 2016, también están visibles en la zona. No hubo muchos daños pero sí desprendimiento de rocas. Las hosterías quedaron intactas, con daños menores, reseña Ordóñez. En los 40 kilómetros del borde costero de Jama yace El Matal, hoy una aldea de pescadores artesanales.
Ahí, los trabajadores del mar alternan sus faenas con paseos a turistas. El pescador Sebastián Rosado llegó desde Jaramijó hace 10 años. Se quedó en el lugar pues aduce que la pesca es mejor en esa zona de la provincia.
Cuando empiezan a llegar los turistas, especialmente los de Quito que bajan entre julio y septiembre, se los lleva a recorrer la ensenada, cerca de los acantilados donde existen colonias de piqueros patas azules. Les encanta, reseña.
Más hacia el sur, en San Vicente, los acantilados se alzan al lado derecho de la vía costanera. En las partes altas, las gaviotas, garzas y pelícanos tienen sus lugares de reproducción. Entre San Clemente y Punta Bellaca, del cantón Sucre, las montañas rocosas no solo poseen playas de arena blanca y aguas turquesa, además están plagadas de vestigios arqueológicos de las culturas Manteña y Jama-Coaque. Cuando baja la marea de puede recorrer ese tramo de playa en vehículo. La zona es apta para la práctica del surf y bodyboard.
Desde Pedernales hacia Sucre, en sus 120 kilómetros de perfil costero, los acantilados se erigen como inmensas moles de roca. Ahí, el viento y las olas chocan día a día, en las partes bajas erosionando en algunos casos las montañas sobre el mar. (I)
En la parte baja de los acantilados en Punta Prieta de Jama fue acondcionada una formación rocosa a manera de piscina, cuando sube la marea se llena de agua. Foto: Patricio Ramos / et