Zamora, entre cascadas y chivas
Zamora es una de las provincias que acogen a diferentes etnias del país y su naturaleza es única y muy admirada por los visitantes.
Las brisas provocadas con la caída del agua determinan la magnitud de las cascadas, que surgen como mantos en varios sectores de la provincia. En el cantón Yacuambi, el vapor que genera la cascada produce un espectáculo especial, el iris y el sonido de ésta se escucha dependiendo del sentido y velocidad del viento. A la cascada “Tres Chorros” la conforman varios saltos de agua, que en su conjunto completan más de 400 metros, para caer en el último salto formando estelas sobre una laguna. Para llegar a la cascada se utiliza un sendero a pie de aproximadamente unos 400 metros desde la vía principal hasta Tutupali, antes de llegar al puente que une al otro tramo.
Anteriormente la cascada era denominada “Santa Cleotilde”, pero ni las autoridades ni la comunidad en general saben la procedencia del nombre. Pero la cascada esta formado por tres chorreras donde caen dos abundantes ríos, para recorrer unos 500 metros y formar el gran río Yacuambi.
“Rancheras” siguen con vida
Por los caminos de esta provincia aún circula un tradicional medio de transporte, como son las “chivas”, que sin lujos llevan a diario a comuneros cargados de esperanza. En Zamora Chinchipe existen catorce rutas permanentes.
No se venden boletos y no hay necesidad de realizar chequeos previos, tampoco hay azafatas ni piloto uniformado. La estructura es de madera y, aunque no se anuncian las condiciones climáticas, el aire acondicionado es natural. Adentro se mantiene contacto directo con los compañeros de viaje y el pago es al final, directamente al chofer. Así resulta un viaje en la “ranchera”, una aventura para un foráneo y algo normal para los habitantes del sur de la Amazonía.
La ruta Gualaquiza–El Pangui, que une a las provincias de Morona Santiago y Zamora Chinchipe (hace 60 años fueron una sola), denota en su trayecto la rica producción agrícola y ganadera característica en estas planicies de la Amazonía. Los ríos Chuchumbletza y Zamora son parte de este recorrido de 40 km.
Aquí la parada se anuncia al golpear las latas laterales que protegen las maderas de las sillas. Campesinos de estas zonas (mestizos y shuar) aparecen junto a la Troncal Amazónica esperando que la “ranchera” llegue. Prefieren las “chivas” por su tarifa económica y frecuencia con que transitan, explica Vicente Wampashak. Hay rutas que ingresan por caminos dificultosos (comunidades indígenas, mineras y agrícolas).