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El Telégrafo
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El jueves 4 de diciembre un grupo de Estudiantes recorrió el inmueble restaurado. La inauguración oficial será en abril de 2015

Un Centro de Interpretación Cultural se instala en el antiguo hospital y Escuela Central

El inmueble, catalogado como patrimonial, está ubicado en el Centro Histórico, entre las calles Gran Colombia y Benigno Malo. Su restauración inició en 2009. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
El inmueble, catalogado como patrimonial, está ubicado en el Centro Histórico, entre las calles Gran Colombia y Benigno Malo. Su restauración inició en 2009. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
14 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Sur

Por sus pasillos de madera y sus distintas salas se volvieron a escuchar las voces de niñas y niños,  quienes, acompañados de sus maestras, recordaron que hace poco más de 5 años ese fue su segundo hogar. Los primeros en visitar el sitio fueron los alumnos de la escuela La Inmaculada, que ocuparon el inmueble hasta 2008.

Vestidos con trajes republicanos, 2 jóvenes recibieron a los pequeños, quienes conocieron sobre el proyecto de intervención que se realizó en el lugar desde 2009, y que incluyó la recuperación de la pintura mural, restauración de carpintería en puertas y ventanas, pintura tabular y en cielos rasos y mantenimiento de vestigios culturales, entre otros.

Luego, otros actores que representaban a una monja y un sacerdote contaron a los visitantes que fue el hermano redentorista Juan Stiehle quien dirigió la construcción de la edificación a finales del siglo XIX, en el sitio donde antes existía un hospital. “Aquí estaba el primer hospital para gente pobre indígena. Se curaba con plantas medicinales y técnicas ancestrales”, explicó el sacerdote a los menores, además comentó que justamente por la condición socioeconómica de los usuarios, en el lugar se encontraron varios restos de esqueletos, debido a que los entierros se hacían en el mismo hospital.

Otros jóvenes vestidos de indígenas se encargaron de explicar sobre la pintura tabular y mural que fue rescatada en varias paredes de la estructura, además del proceso de restauración que se efectuó en el lugar. El 30% de los materiales se cambió y se reutilizó el otro 70% por ser objetos antiguos que forman parte de la historia patrimonial de Cuenca.  

Durante la primera semana de diciembre se realizó un proceso de socialización y visitas guiadas (interpretaciones teatralizadas) con estudiantes de varias unidades educativas del cantón. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo

La última intervención teatral fue para informar a los niños que la primera actividad que se realizó en el inmueble de la que fuera su escuela, fue la instalación del hospital para pobres, que por problemas económicos estuvo a punto de cerrar, hasta que los hermanos Betlemitas, se hicieron cargo.  

Según relata el artículo ‘El hospital Betlemita, un cambio en atención a la salud’, de Jacinto Landívar Heredia, de la Cátedra Abierta de Historia de la Universidad de Cuenca, debieron transcurrir 200 años para que la ciudad tenga un hospital adecuado a las necesidades de una urbe que crecía.

Landívar indica que en 1742, 5 frailes betlemitas llegaron a la ciudad, sin tener un convento, o un local adecuado para comenzar su trabajo hospitalario.

Explica, que debieron transcurrir 5 años hasta que, el 9 de octubre de 1747, con el beneplácito de toda la ciudadanía, en el sitio de la hoy recuperada Escuela Central (Gran Colombia y Benigno Malo), inicie el funcionamiento del Hospital Betlemita de Cuenca.

Menciona que el local contaba con 2 pisos: en el de bajo estaba una extensa área para los enfermos y en la planta alta se hallaba el convento de los frailes, quienes vivían dentro del hospital. “En 1822, debido a la crisis de la comunidad, por un lado, y a las necesidades de un hospital militar por otro, el Hospital Betlemita deja de funcionar”, indica.

Landívar manifiesta, que esta casa de salud para pobres, atendió por espacio de 75 años, desde 1747 hasta 1822, bajo la regencia de los Hermanos Belermos. Luego nace la Escuela Central, a finales del siglo XIX, como un centro educativo para niñas. Por los años de 1960 toma el nombre de La Inmaculada, por eso también se la conocía como la escuela Central La Inmaculada.

En 2008, tuvieron que dejar el edificio debido a que se consideró que su estado era peligroso para las alumnas.

Saida Ulloa, quien trabajó 21 años en el inmueble como maestra, expresó su alegría al ver recuperado el edificio, pero a la vez nostalgia, al recordar los años transcurridos en este —que dijo—, fue su segundo hogar. “Se me viene a la cabeza toda una vida entera que pasamos aquí, y las lágrimas que derramamos cuando salimos de nuestra casa. Ahora, qué emoción ver a la que era nuestra institución convertida en un local hermoso y digno de Cuenca”, acotó.  

En las excavaciones que se efectuaron durante la primera etapa de recuperación del edifico se encontraron varios esqueletos. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo

Centro de Interpretación Histórico, Patrimonial y Cultural

El edificio consta de 2 plantas, con un terreno de 1.765 m²; un área útil de 2.150 m² y 86 m de longitud. La inversión para su rehabilitación ascendió a aproximadamente $ 2 millones y contó con el apoyo del Ministerio de Cultura Patrimonio y del Banco del Estado (BdE).

Marcelo Cabrera, alcalde de Cuenca, expresó que la antigua Escuela Central se convertirá en un Centro de Interpretación Histórico, Patrimonial y Cultural de la ciudad, que oficialmente será inaugurado en abril de 2015, aprovechando las fiestas de fundación de Cuenca

La fecha se escogió debido a que, si bien la restauración de la obra física de la Escuela Central se encuentra concluida al 100%, aún está pendiente la instalación del mobiliario. “Contaremos con equipamiento y tecnología de la más alta calidad con las siguientes áreas: Biblioteca, salón de uso múltiple, sala de interpretación histórica, exposición museográfica, aulas, talleres, cafetería y la administración de la Dirección Municipal de Cultura”, dijo el Burgomaestre.

Acotó que la edificación constituye un ejemplo de la arquitectura clásica local en el centro urbano, por sus características constructivas e históricas y por la fructífera labor educativa que se realizó en el lugar, que fue edificado para cubrir las necesidades de instrucción formal de las niñas cuencanas.

Intervención en 2 etapas

La intervención del inmueble se desarrolló en 2 etapas debido a la complejidad del tratamiento de la edificación, y la aparición de vestigios arqueológicos, así como el deterioro mismo de la construcción (cimientos, basas, pilares, calces de muros, entrepisos, cubiertas y aleros).

Las fachadas exteriores, incluidos los paramentos laterales (culatas), fueron intervenidas en su totalidad, a excepción de la carpintería de puertas y ventanas.  

La segunda etapa contempló la terminación de instalaciones, revestimientos, dotación de equipamientos, restauración de pintura mural, restauración de carpintería, dotación de pisos y cielos rasos, exposición de vestigios culturales, así como la construcción de una nueva edificación (400 m²) en la parte posterior de la edificación.

El edificio  fue entregado a la ciudadanía, el 4 de diciembre, luego de la conclusión de la obra física.

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