El barrio de Todos Santos, ubicado en la parte este del centro histórico de Cuenca, es considerado el más antiguo de la urbem su gente se destaca por su religiosidad.

Dentro de su perímetro está la iglesia que lleva su mismo nombre y que data aproximadamente de 1534; esta fue construida bajo la tutela del arzobispado de ese entonces; actualmente el templo es considerado como un complejo turístico, tras las remodelaciones realizadas en los últimos años se invirtió $ 3 millones. Se destaca dentro de este barrio -el por muchos considerado- el mejor pan de Cuenca hecho en horno de leña, cuyas panaderas y panaderos son los más antiguos de esta ciudad. No se puede dejar de mencionar las casas patrimoniales que rodean a todo este sector que se extiende al menos por unas 15 cuadras.

Sus más antiguos habitantes recuerdan al lugar como el sitio donde se terminaba la ciudad. “De la iglesia para adelante ya no había nada, era un gran bosque que se divisaba a lo lejos”, relata Sara Tobar, agregando que poco a poco el sector se fue poblando y se construyeron puentes para que los habitantes puedan pasar de un lado al otro sobre el río Tomebamba, posteriormente bautizado como ‘Julián Matadero’ por su fuerza destructora.

Alejo Arias, morador y muy conocido por la elaboración de panes y perniles, señala que el barrio estuvo también matizado por la religiosidad de sus habitantes. “La Niña María nos acompaña más de 50 años, sin tomar en cuenta el tiempo que pasó en otros hogares”, indica mientras muestra el altar donde la imagen es cuidada celosamente y cuya fiesta, que se realiza en septiembre de cada año, convoca a todos los vecinos de este sector. “La Niña María es nuestra protectora, los vecinos la cuidan y todos la veneran”, dijo Arias.

El barrio fue cambiando paulatinamente. Hugo Vélez señala que por la calle Mariano Cueva y Juan Jaramillo pasaba una gran acequia que llevaba los desperdicios del vecindario y metros más abajo se formaba el ‘gran Chanchaco’, una quebrada que recogía todos los desperdicios de la ciudad.

“Éramos pocos los que vivíamos por acá, todos nos conocíamos, nos reuníamos para jugar el carnaval o para festejar la Navidad”, dijo. Recordó también que en ese entonces no había alcantarillado y todos los desperdicios iban por una especie de canal que desembocaba en el río Tomebamba. “Llegar a ese lugar era cosa seria porque apestaba ya que todo lo inservible de Cuenca estaba allí”, explicó Vélez.

Primer barrio de los cuencanos

Años antes de la fundación de Cuenca ya existían datos sobre este barrio. Cerca del templo de Todos Santos se construyó el primer molino en el año de 1539, el mismo que consistía en una cámara abierta. Para su funcionamiento se utilizó el caudal de la acequia del Uzhno, cuya dirección iba hacia el Palacio de Pumapungo. Para su construcción se utilizaron piedras incaicas y en su realización la mano de obra indígena. Los vestigios de este molino aún se conservan cerca del puente de Todos Santos.

En este barrio existía también una plazoleta, ubicada al frente de lo que hoy es el templo de la Merced. En 1848 se levantó el nuevo puente de Todos Santos (actual Puente Roto), cuya terminación fue en 1849. Este puente se destruyó con una gran crecida del Río Tomebamba en 1950.

A estos acontecimientos se suma la llegada de las Madres Oblatas en 1884, y el inicio de la producción de pan y dulces en el sector.

En este barrio se originó el movimiento de la Independencia de Cuenca el 3 de Noviembre de 1820, y se caracterizó por ser un sector bravo y muy bien organizado.

Carla Diestra señala que la iglesia guarda muchos archivos históricos, “aquí están 3 ventanas arqueológicas que datan de la época colonial y de la primera ermita de San Marcos, es decir, cuando llegaron los españoles e impusieron la religión católica en Cuenca, cuya fecha es difícil destacar”, dijo.

LAS 4 ‘MICHIS’, GRANDES PANADERAS

Fue el barrio de las 4 ‘Michis’, todas consideradas las primeras panaderas del sector. Michi Vélez, Michi Quinde, Michi Auquilla y Michi Villacis. Las mujeres son recordadas con mucho cariño en el sitio. Para Hugo Vélez, Michi Vélez fue la que más destacó en la zona. Ella tenía su tienda en la que ahora es la calle Mariano Cueva y Honorato Vázquez, “tenía sus buenas influencias, se llevaba muy bien con las autoridades y con base en eso hizo que el barrio también vaya mejorando”, dijo. 

Según Alejo Arias, hace 60 años el barrio no tenía aceras, cada quien tenía que caminar por donde menos problemas encuentre, “aquí aprendimos a jugar con la pelota de trapo y con el trompo”, dijo señalando que ahora su casa debe ser pintada cada 3 meses por el humo que despiden los vehículos que pasan por el sector. El barrio de Todos Santos tuvo una característica especial: sus moradores y su unidad.

Ellos participaban en los concursos de mascaradas y eran buenos para el juego del carnaval. “Aquí, después de una buena mojada, había el buen pan con dulce y un buen canelacito”, dijo Arias, lo que ahora se ha perdido por la modernidad. Así mismo la iglesia de Todos Santos ha cambiado su fisonomía. Hubo una inversión de $ 3 millones, por parte de la Municipalidad de Cuenca y otros organismos internacionales. “Nos hemos preocupado por rescatar las costumbres, las leyendas, las historias que guarda este sector”, dijo la directora de Todos Santos, Sor Elizabeth Ochoa.