El Arenal, un mercado en terapia intensiva
Para Jorge Pazán, conductor de taxi, el mercado El Arenal, conocido también como Feria Libre, es uno de los sectores más desordenados e inseguros que tiene Cuenca.
Y su argumento no es descabellado. Al caminar por la avenida Carlos Arízaga Vega, los transeúntes se encuentran con todo tipo de obstáculos. Pequeños y grandes carteles colocados en las aceras que les invitan a ingresar a una peluquería, a tomar un jugo, a una rencauchadora, a comprar carbón o a un parqueadero sin ningún tipo de señalización.
“En muy complicado caminar en el día, peor en la noche por estos sitios; nadie sabe con qué tipo de gente se encontrará”, insiste el taxista.
Al llegar a la avenida General Escandón los pequeños comercios se han tomado hasta las aceras. Los vehículos se parquean sin ningún control, los mismos ocupan las aceras y los transeúntes deben circular por la calle con el peligro que ello representa.
Cuando se está en la avenida de las Américas, la estridente música que sale de los parlantes que ponen los vendedores de electrodomésticos se escucha a varias cuadras.
La venta de ropa y legumbres hace que los ciudadanos deban esquivar obstáculos para poder seguir el camino. “Es difícil moverles, ellos se han tomado las aceras y a veces hasta la calle”, indica Pedro Campoverde, dueño de una de las viviendas en este sitio, mientras pretende sacar su carro del garaje.
Si esto pasa en las calles que rodean este mercado, que tiene alrededor de 3 mil comerciantes diariamente, el interior no es la excepción.
Los miércoles, sábados y domingos son los días más conflictivos, tanto para las amas de casa, como para los que ejercen controles en este sitio. Los miércoles el parqueadero no se puede utilizar porque en la explanada se instala una feria de ropa y calzado.
Las calles aledañas o los pocos parqueaderos que existen en este lugar, son los que reciben a cientos de vehículos. La basura es arrojada por todo lado, mientras los perros buscan comida entre los desperdicios.
“Aquí hay gente mala; muchas de las veces van botando a los perritos o gatitos en los basureros”, manifiesta Carmen, una empleada de la Empresa de Aseo de Cuenca (EMAC), que prefiere no dar su apellido.
A unos cuantos pasos están tendidas sobre el piso dos personas alcohólicas y a su lado su mascota, seguramente esperando que su dueño se despierte para seguirle acompañando en su caminar.
“Aquí y en todos lados hay cantinas, nadie hace nada; mientras, esta gente se sigue muriendo por el trago”, recalca la señora de la limpieza.
Para nadie es sorpresa que allí consumen drogas. “No solo que consumen, sino que venden”, dice una señora mientras ofrece sus verduras y prefiere no dar su nombre por temor a represalias. “¿Qué quiere, que mañana ya no este acá?”, indica.
Hace pocos meses se inició un censo preliminar de lo que tiene este centro de expendios y se llegó a la conclusión de que ahí existe hacinamiento. Esto provoca que los comerciantes ocupen pasillos y callejones para sus ventas.
A eso se suma el intenso tráfico, la mala ocupación del parqueo en los exteriores y las condiciones de insalubridad en el manejo de productos. El catastro finalizará en dos semanas más, indicó el director de mercados, Marcelo Álvarez.
Al interior del Centro Comercial El Arenal hay 600 puestos de venta, sin contar con los informales, mientras que en la feria se registran unos 3.000 comerciantes.
“En las paradas de buses roban a cada momento”, indica Laura N., comerciante que prefiere vender sus productos en la parte exterior.
“Vendo acá porque no traigo todos los días los productos (cebolla, culantro y coles), solo vengo los miércoles y sábados”, indicó. (I)