Pese a que las leyes prohíben que niños trabajen con sus padres, estas disposiciones no se cumplen por parte de los progenitores. Ayer fueron retirados 16 menores del mercado El Arenal por estar laborando. Según cifras del Consejo de la Niñez de Cuenca, en el 2010 aún trabajaban el 15% de niños y adolescentes en la ciudad.

Marisol, una pequeña de 8 años, fue encontrada por  los miembros de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños y Adolescentes (Dinapen) vendiendo legumbres en los patios de este mercado. Ella solo supo decir a las autoridades que “por encontrarse de vacaciones salió a ayudar a sus papás, que son pobres”.

Más allá estaba José, otro chico de 11 años y nacido en la provincia del Chimborazo. Él tenía en sus manos un balde con arvejas y vendía el producto en un dólar. “Yo no sé nada, me trajo acá la Policía y ahora mi papá me estará buscando”, dijo con voz entrecortada, mientras permanecía sentado en una de las sillas del retén en el mercado.

Así como ellos, 16 niños -con edades entre los 6 y 16 años- fueron sorprendidos por la Dinapen trabajando, a pesar de la prohibición.

Los menores cumplían distintas labores desde las 7 de la mañana. Unos junto a sus padres, otros en compañía de sus hermanos y también había quienes solo recorrían el mercado. Todos ofrecían diferentes productos y el dinero obtenido es entregado a sus progenitores.

Jorge Chalán dijo que no los obligan a trabajar, pero  tampoco se pueden quedar en la casa sin el cuidado de nadie. “Ellos están de vacaciones y no podemos dejarlos, así que nos vienen a ayudar un poquito. Nosotros somos personas pobres y vivimos de esto”, expresó, mientras la Policía subía a los menores al patrullero para trasladarlos hasta la Dinapen.

En estas dependencias los padres reciben una charla y luego de ello pueden retirar a sus hijos. El jefe de la Dinapen en el Azuay, capitán Alex De Mora, aseguró que “en estas épocas del año aumenta el trabajo infantil porque los menores salen de vacaciones y eso es aprovechado por sus progenitores para que laboren especialmente en los mercados de la ciudad.

Según el oficial, los niños llegan con sus familias a Cuenca desde otras provincias. Arriban especialmente  del Cañar, Chimborazo y Tunguragua, y unos pocos son oriundos del cantón Saraguro, de la provincia de Loja. “Hoy hemos recuperado a 16 niños, entre ellos había una niña de 6 años, que vendían en el mercado desde muy temprano”, manifestó.

Según De Mora, la mayoría de los padres obligan a sus hijos a que estén caminando por todo el mercado y vendiendo los productos que ellos comercializan. “El riesgo es para los menores que muchas de las veces se pueden perder o ser robados por personas desconocidas”, manifestó el director de la Dinapen. Estos chicos fueron  entregados horas después a sus respectivos padres.

Faltan programas para niños y adolescentes

Estudios señalan que en 1990, en el cantón Cuenca, el 36% de los niños y adolescentes trabajaban. Su edad promedio era de entre 5 y 17 años. Un informe del Consejo de 2010 revela que la cifra bajó al 15%. “El Estado ha logrado reducir el trabajo infantil, pero aún hay datos que muestran inequidades o brechas”, dijo la secretaria del Consejo de la Niñez y Adolescencia en la capital del Azuay, Catalina Mendoza.

Asimismo indicó que el trabajo de la Dinapen debe ser una labor reforzada para los menores. Para Mendoza esta labor se dirige solo a tratar de sacar de la actividad a los niños y adolescentes por parte de la Policía, pero no hay un programa posterior.

Añade que el Instituto de la Niñez y la Familia (INFA) está llamado a diseñar esos planes no solo con los menores en diferentes ámbitos, sino  para evitar que vaya creciendo el trabajo infantil. “Los chicos en muchos casos llegan a Cuenca traídos por sus padres y en otros por tíos o parientes para trabajar”, acotó.