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El objetivo es que los bordillos de las calles cercanas al mercado 9 de octubre estén despejados

Informales atienden en un ‘mercado’ improvisado

María Sánchez (de pie a la derecha) llega en la madrugada desde Sígsig a comercializar paja toquilla. Manifiesta que esta es la alternativa para obtener ingresos y mantener a sus 2 hijos. Fotos: José Luis LLivisaca |  El Telégrafo
María Sánchez (de pie a la derecha) llega en la madrugada desde Sígsig a comercializar paja toquilla. Manifiesta que esta es la alternativa para obtener ingresos y mantener a sus 2 hijos. Fotos: José Luis LLivisaca | El Telégrafo
06 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Sur

Son las 05:40 y María Sánchez se baja de una camioneta de alquiler. Luego de pagar $ 20 por la carrera, se sitúa en la esquina de las calles Antonio Valdivieso y Vargas Machuca, en Cuenca.

Coloca un mantel en el piso y sobre este deja caer la paja toquilla, traída desde el cantón Sígsig, que todos los jueves comercializa en la zona. “Vengo a ver si vendo un poco, ojalá me dejen seguir aquí. Llegué con unos $ 520 de mercadería para ganar un poco  y mantener a mis 2 hijos que están en el colegio, pues soy madre soltera”, comentó.

Tres integrantes de la Guardia Ciudadana se le acercan y le piden que no se salga demasiado de la acera, pues podría dificultar el paso de los peatones.

Otros vendedores informales de frutas, vegetales, hortalizas y pescado llegan al sector y hacen lo mismo que María a la espera de los compradores.

“Hoy que es jueves y también los domingos (días de feria), les estamos dando las facilidades aquí hasta que la administración decida qué hacer con ellos. Ahora impediremos que se viole la ordenanza municipal que prohíbe que los ambulantes se ubiquen en el centro histórico”, expresó Guillermo Cobo, comandante de la Guardia Ciudadana.

Son las 05:40 y María Sánchez se baja de una camioneta de alquiler.  Luego de pagar $ 20 por la carrera,  se sitúa en la esquina de las calles Antonio Valdivieso y Vargas Machuca, en Cuenca. Coloca un mantel en el piso y sobre este deja caer la paja toquilla,  traída desde el cantón Sígsig, que todos los jueves comercializa en la  zona. “Vengo a ver si vendo un poco, ojalá me dejen seguir aquí. Llegué con unos $ 520 de mercadería para ganar un poco  y mantener a mis 2 hijos que están en el colegio, pues soy madre soltera”, comentó. Tres integrantes de la Guardia Ciudadana se le acercan y le piden que no se salga demasiado de la acera, pues podría dificultar el paso de los peatones. Otros vendedores informales de frutas, vegetales, hortalizas y pescado llegan al sector y hacen lo mismo que María a la espera de los compradores. “Hoy que es jueves y también los domingos (días de feria),  les estamos dando las facilidades aquí hasta que la administración decida qué hacer con ellos. Ahora impediremos que se viole la ordenanza municipal que prohíbe que los ambulantes se ubiquen en el centro histórico”, expresó Guillermo Cobo, comandante de la Guardia Ciudadana. Las acciones de control se cumplen por las denuncias de moradores y propietarios de locales comerciales de las calles Gaspar Sangurima, Vega Muñoz, Vargas Machuca y Tomás Ordóñez. Ellos sostienen que los ambulantes dejan los residuos de sus productos en las aceras e impiden  el paso de los transeúntes. Cerca a las 08:00, Manuel Zhañay, propietario de una sastrería en la esquina de la Antonio Valdivieso y Vargas Machuca, llega para atender su negocio. Él y los gendarmes le piden  a María que se retire de la puerta de entrada  y ella obedece. “Todos tienen derecho a trabajar, no tengo problema con que se ubiquen por aquí, siempre que no interrumpan que entre gente a mi local”, expresó Zhañay. Acotó que las autoridades deben  analizar la posibilidad de abrir un mercado en esa calle, pues es poco transitada. Además, cree que la presencia de ellos serviría para impedir que drogadictos, delincuentes y alcohólicos que frecuentan la zona continúen haciendo de las suyas. “Queremos que el Alcalde nos ayude a conseguir un espacio para poder vender”, manifiesta Lucía Sinchi, quien llega desde Sinincay para comercializar los ajos, nabos y  legumbres que siembra en su propiedad. Ella asegura que sus productos son frescos y que los precios son módicos. “Lo que ve aquí me costó $ 0,50. En otro lado venden en $ 1”, expuso Rodrigo Barros, mientras lleva zanahorias. A las 08:30, en las aceras de las vías aledañas al mercado no había vendedores informales. Ellos seguían atendiendo  en su espacio improvisado. Con la llegada del alcalde Marcelo Cabrera, ayer,  luego de su viaje a Francia, los comerciantes esperan que las autoridades tomen acciones para establecer alternativas y seguir con sus actividades.

Las acciones de control se cumplen por las denuncias de moradores y propietarios de locales comerciales de las calles Gaspar Sangurima, Vega Muñoz, Vargas Machuca y Tomás Ordóñez. Ellos sostienen que los ambulantes dejan los residuos de sus productos en las aceras e impiden el paso de los transeúntes.

Cerca a las 08:00, Manuel Zhañay, propietario de una sastrería en la esquina de la Antonio Valdivieso y Vargas Machuca, llega para atender su negocio.

Él y los gendarmes le piden a María que se retire de la puerta de entrada y ella obedece. “Todos tienen derecho a trabajar, no tengo problema con que se ubiquen por aquí, siempre que no interrumpan que entre gente a mi local”, expresó Zhañay.

Acotó que las autoridades deben analizar la posibilidad de abrir un mercado en esa calle, pues es poco transitada. Además, cree que la presencia de ellos serviría para impedir que drogadictos, delincuentes y alcohólicos que frecuentan la zona continúen haciendo de las suyas.

“Queremos que el Alcalde nos ayude a conseguir un espacio para poder vender”, manifiesta Lucía Sinchi, quien llega desde Sinincay para comercializar los ajos, nabos y legumbres que siembra en su propiedad. Ella asegura que sus productos son frescos y que los precios son módicos.

“Lo que ve aquí me costó $ 0,50. En otro lado venden en $ 1”, expuso Rodrigo Barros, mientras lleva zanahorias.

A las 08:30, en las aceras de las vías aledañas al mercado no había vendedores informales. Ellos seguían atendiendo en su espacio improvisado.

Con la llegada del alcalde Marcelo Cabrera, ayer, luego de su viaje a Francia, los comerciantes esperan que las autoridades tomen acciones para establecer alternativas y seguir con sus actividades.

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