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Indigentes reciben ayuda de los dueños de negocios

 Indigentes reciben ayuda de los dueños de negocios
12 de mayo de 2013 - 00:00

Llegan temprano. La cita es a las 07:00, como todos los martes en la iglesia San José, perteneciente a la parroquia El Vecino.

En este sitio alrededor de 60 personas, en su mayoría adultos mayores, se congregan para desde ahí recorrer las calles de Cuenca.

Su objetivo es recolectar dinero en los diversos negocios que se encuentran en su trayecto.

El frío no es un impedimento para que a paso firme vayan pidiendo unas monedas. A veces no necesitan requerirlo, los propietarios de los negocios ya los reconocen y saben que los martes deben tener listos los centavos.

Son las 09:30 y el grupo comienza a subir por la calle Pío Bravo. Uno a uno van llegando al comedor de comida costeña “Carina”, donde su propietario Galo Benett los espera.

Él los reconoce por su ropa desgastada y su avanzada edad. Los organiza ubicándolos en pequeñas filas para darles las monedas.

“Esto lo realizo desde hace 3 años, cuando los observaba pasar por la calle. La suma que les entrego depende de la edad de las personas. En realidad, no es mucho lo que se les da, pero lo hago de corazón. Son moneditas que ojalá los ayuden en algo. De esta manera trato de contribuir con esta ciudad que me ha dado tanto desde hace 30 años que llegué de Esmeraldas”, dijo, mientras preparaba la especialidad de la casa: “encocado de pescado”.

Una de las primeras en ingresar al comedor fue Laura Jara. Ella explicó que llevar este ritmo de vida no es algo de lo que se enorgullezca, sin embargo, el no tener opciones de trabajo por sus enfermedades la llevan a hacerlo.

“Hasta ahora he recogido $1,30. Sufro de reumatismo crónico y por esto no puedo andar mucho. La verdad no se saca ni para una sopita de fideo, yo solo avanzo hasta el mercado 9 de Octubre y me voy a la casa, porque me comienzan a doler las piernas”, sostuvo.

Los minutos pasan y continúan llegando otros indigentes. Unos con bastón y otros con problemas para desplazarse, pero todos con el afán de continuar la ruta.

Rosa Orellana, de 79 años, necesita que otra persona la ayude a caminar.

Ella llega desde la parroquia Baños y son más de seis años que cumple este trayecto.

“Son centavitos que cogemos. Con esto compro una col y unos fideítos para comer en la tarde. De lo que se reúne hay que dejar para el bus porque eso también cuesta”, dijo sin detenerse de la fila.
Contó que a los primeros en llegar les contribuyen de mejor manera.

Ninguno lleva el dinero en la mano, todos lo guardan con mucha cautela. Unos en fundas y otros en pequeñas carteras.

Jaime Tenesaca se dedica a reciclar cartón, papel y botellas de vidrio, pero los martes sin falta realiza el recorrido. Según él, esto lo hace más por compartir un momento y poder conversar con otras personas.

Cerca del mediodía ya son pocos los que continúan en las calles. Ya la mayoría se retiró a sus hogares.

Cuando llega el sábado se reencuentran en la iglesia María Auxiliadora, donde se les brinda un desayuno y después aprovechan también para recorrer el sector.

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