Incendio revela vulnerabilidad de zona
El incendio que destruyó la noche del miércoles casi la mitad del viejo edificio donde funcionaba el antiguo seminario San Luis, abre interrogantes sobre la vulnerabilidad del centro histórico de Cuenca. No es la primera vez que los juegos pirotécnicos provocan una emergencia en la zona.
Hace varios años, un globo que llevaba una antorcha cayó y se quemó una parte de la Gobernación. Uno de los árboles que existen en el parque Calderón se contaminó y también un local comercial de la calle Borrero y Bolívar.
El año anterior, según recordó Freddy Álvarez, propietario del restaurante Raimipamba, ocurrió un hecho similar en la vieja calle Santa Ana y estuvo a punto de quemarse el establecimiento que él arrienda.
El miércoles, con motivo de una fiesta en los alrededores de la Catedral de la Inmaculada, se encendieron juegos pirotécnicos y, al parecer, uno de ellos cayó en el antiguo seminario, local que pertenece ahora a la Curia Arquidiocesana.
El fuego afectó al edificio que iba a entrar en remodelación el año próximo, gracias a un convenio con la Municipalidad de Cuenca, según la alcaldesa encargada, Ruth Caldas. El costo de las adecuaciones programadas es de aproximadamente $ 2,5 millones.
A consecuencia de las llamas se consumió toda la capilla que ya estaba en remodelación y, además, quedaron reducidas a cenizas las obras allí presentes.
Desde 2009 se intervino en la capilla por casi un año. Se invirtieron $ 110 mil para la restauración del mural, cuya edificación data de finales del siglo XVII y los murales corresponden al siglo XIX.
El fuego también alcanzó a dos de las tres naves que tiene la vieja casa y destruyó en su totalidad el tumbado y muchas paredes.
En este mismo local funciona Radio Católica, propiedad de la curia, pero sus instalaciones no fueron mayormente afectadas. “Se quemó una antena del enlace y algunas otras cosas”, dijo Geovanni Méndez, quien labora en la estación.
Santiago Ordóñez, director del Instituto de Patrimonio Cultural, indicó que el material con que se construyeron estas edificaciones es de fácil contaminación.
Antes de pensar en una ordenanza, opinó, hay que hacer un estudio muy amplio, porque también esto (la pirotecnia) es parte del patrimonio inmaterial. Claro está que hay que considerar que el sistema patrimonial que ha sido afectado tiene que ser cuidado.
“Estos hechos nos tienen que servir para el futuro para saber cuáles son las debilidades y los riesgos que tiene el centro histórico de Cuenca”, expresó. Para Ordóñez, todo centro histórico es vulnerable a este tipo de acontecimientos. “Si bien no sabemos cuál fue el motivo del incendio, se supone que es por un juego pirotécnico”, dijo.
Para el concejal Jaime Moreno, se debe controlar el uso de esta clase de artículos a través de una ordenanza. No le queda la menor duda de que debe ser así, en beneficio de la ciudadanía y de los edificios patrimoniales. “Hay que regular, pero con el Consejo Técnico”, acotó.
Baja presión en hidrantes
Testigos del incidente denunciaron que, al parecer, la noche del flagelo no había suficiente presión en los hidrantes colocados cada dos cuadras en el centro histórico.
Incluso el arzobispo de Cuenca, Luis Gerardo Cabrera, señaló que el trabajo de los bomberos fue extraordinario, pero indicó “que lo hacen sin agua”.
Carlos Julio Jaramillo, director de Agua Potable de Etapa, aclaró que no existen matrices exclusivas para los hidrantes. “La red nuestra es para agua potable, que puede socorrer incendios, pero no está diseñada para estos casos”, manifestó.
Añadió que si hay varios hidrantes abiertos, eso provoca que la red se quede sin presión. Las tomas pueden abastecer hasta 60 litros de agua por segundo en cada una de ellas.
El Cuerpo de Bomberos de Cuenca trabajó desde las 22:00 del miércoles hasta las 06:00 ayer. Utilizaron más de 30 carros e incluso tuvieron la ayuda de los voluntarios de Azogues.
La Cruz Roja, en cambio, aportó con 50 personas, mientras 200 miembros de la Policía custodiaron toda la noche el viejo edificio, por cuanto en la parte baja hay establecimientos de venta de ropa, comida, locales arrendados para el servicio de oftalmología, Internet, heladerías, entre otros, y había el temor de saqueos. Solo el local Raimipamba tenía un promedio de 500 comensales diariamente. Hasta ayer en la tarde no podía abrir para atender al público.