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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Hoteles cuencanos estuvieron repletos

El fútbol una vez más movió la economía en Cuenca. Los hoteles fueron los grandes ganadores este fin de semana, no así los pequeños comerciantes de helados y banderas que se quejaron por la poca venta que tuvieron alrededor del estadio.

En el calendario turístico, este domingo no estaba registrado como de alta demanda hotelera. Sin embargo, las 3 mil plazas que tiene la capital azuaya se llenaron desde la tarde del sábado.    

Juan Pablo Vanegas, vicepresidente de la Asociación de Hoteleros de Cuenca, confirmó que todos los negocios de hospedaje se llenaron. “No quedó un solo espacio”, dijo el empresario. Estos sitios comenzaron a llenarse desde el sábado, pero las reservaciones se dieron desde el jueves. Los que no alcanzaron a alquilar habitaciones tuvieron que dormir en parques, cerca al estadio o en sus propios vehículos. Otros más precavidos trajeron carpas  y se instalaron muy cerca del  “Alejandro Serrano”.

“Sin duda esto nos motiva comercialmente”, dijo Vanegas, tras indicar que comienza una temporada alta con la llegada de personas de los Estados Unidos o de Europa.

Otros que ganaron ayer con el partido de fútbol fueron los que vendieron comida. Ellos estuvieron en los alrededores del escenario deportivo desde las 7 de la mañana.

Carmen Jácome llegó con dos ollas de papas con cuero, pero al medio día ya casi no tenía qué vender. “Sí, me ha ido bien gracias a Dios”, dijo la mujer que llegó desde el sector de Guzho. Otro que no se quejó fue Carlos Castillo, quien vendió más de 80 vasos de leche de chiva.

El hombre dijo que estuvo temprano recorriendo el estadio y a eso de las 10 ya sus cuatro animales no tenían leche. “Cada día vendo un promedio de 50 vasos, pero ahora en pocas horas terminé mi trabajo”, manifestó el hombre cuyo producto, según él, es bueno para contrarrestar las enfermedades de los bronquios.

Pero no todos tuvieron suerte ayer. Manuel Domínguez, heladero, se quejó porque hasta el medio día no había vendido nada.     

El frío fue su principal enemigo. “Los amigos de la Costa no quieren comprar los bolos porque sienten la baja temperatura”, explicó el resignado hombre.        

A su lado, Jorge Parra, con sus cubetas de jugo también acusaba al clima de no darle la oportunidad para vender sus bebidas.

Mientras, Mauro Ayavaca con sus llaveros del Barcelona en una mesa esperaba comercializarlos luego del encuentro.  “Traje 100 llaveritos, pero solo vendí 8 hasta ahora” dijo. Cada llavero tenía el costo de $1. En la avenida Fray Vicente Solano, Félix José que se vino desde Guayaquil se quejaba porque no le permitían ingresar a los exteriores del estadio. “Acá no puedo vender, la gente se interesa allá en la puerta”, dijo.

Pero también el comercio se extendió a los mercados de la ciudad. El sábado en la tarde, el centro comercial Mall del Río estuvo copado de compradores, especialmente de personas que llegaron desde la ciudad de Guayaquil y desde la provincia de El Oro.

En la noche en cambio la concentración estuvo en la avenida Remigio Crespo, donde los restaurantes y los bares estuvieron llenos de aficionados que consumieron gran cantidad de cerveza.

Las empresas de transporte interprovincial también tuvieron sus ganancias. Ayer los hinchas toreros buscaron, por todos los medios, un vehículo para regresar a Guayaquil. En la terminal terrestre se formaron grandes colas para el viaje de vuelta, pero no había unidades ya disponibles.

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