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Escaramuza, evento ancestral que aún se celebra en el Azuay

Escaramuza, evento ancestral que aún se celebra en el Azuay
06 de enero de 2013 - 00:00

Damas, caballeros y padrinos montados en sus caballos año a año dan vida a la tradicional escaramuza que se celebra en varios cantones del Azuay.

Esta costumbre de antaño y de fe, desde hace más de 60 años, ha popularizado la “juega”, como la conocen las personas del sector de La Merced y la Nube, en el cantón El Pan.

Como una promesa cristiana y de devoción se realiza cada 24 de septiembre y los primeros días de enero, fechas en las que se celebran las festividades de sus patronas. 

Pelucas, maquillaje y largos vestidos transforman a los hombres en las elegantes damas de la “juega”, mientras que grandes patillas y bigotes caracterizan a las damas, cada uno acompañados de sus respectivos padrinos.

Todo inicia con la Santa Misa donde deben estar presentes los 32 jugadores; 8 damas, 8 caballeros y 16 padrinos.

Terminada la Eucaristía, entre la bulla de los cohetes y al son de la música de la banda del pueblo, los jugadores en procesión  acompañados de  la imagen de la Virgen  se dirigen al sector destinado para este espectáculo. 

“Tiene que ser amplio y sin piedras para que los caballos puedan correr, y no se lastimen ni golpeen los jinetes”, dijo Eloy López, de 78 años, antiguo jugador.

Al realizar la entrada al lugar, la bandera del país se coloca en la mitad de la planicie, mientras que una niña montada en el primer caballo realiza oraciones a la virgen y así se da inicio al espectáculo.

Los 32 jinetes hacen la entrada, luego los padrinos salen y las damas junto a sus caballeros comienzan a formar frases.

“Dependiendo de las fiestas de cada patrono ellos forman la palabra Viva la Virgen de la Merced, por ejemplo”, explicó López.

Frases, estrellas, culebras y otros diseños son formados en las tres entradas que hacen los participantes para lo que necesitan de un gran dominio del caballo y la concentración de todos los miembros.

Para finalizar la escaramuza, los padrinos les entregan a sus acompañantes los “capillos” que son lanzados por los jugadores en su último ingreso.

“La devoción a la Virgen y para agradecerle los favores recibidos es la razón por la que participo. Además porque es una tradición de nuestros antepasados”, dijo Luis Guzmán, quien desde hace seis años participa en estos juegos como padrino.

Eloy López espera que esta fiesta no desaparezca y que cada vez haya más jóvenes que deseen intervenir.

“Antes apenas se terminaba la escaramuza, el dueño del terreno se ponía a sembrar la chacra, ahora ya no se hace eso”, indicó.
“Nuestros mayores nos dicen que con el paso de los años la “juega” ha cambiado, pero lo importante es que aún la mantenemos y seguiremos con esta costumbre”, dijo Guzmán.

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