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El Telégrafo
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Para muchos de los visitantes se trata de un pueblo colgada del cielo sobre las nubes

El patrimonio de Zaruma espera el reconocimiento de la Unesco

Las casas en Zaruma son consideradas únicas en el país por su belleza y arquitectura. Los turistas creen que la ciudad debe ser conservada como un patrimonio de todo el mundo. Foto: Fabricio Cruz / El Telégrafo
Las casas en Zaruma son consideradas únicas en el país por su belleza y arquitectura. Los turistas creen que la ciudad debe ser conservada como un patrimonio de todo el mundo. Foto: Fabricio Cruz / El Telégrafo
02 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Sur

Surgida en la época de la Colonia, creció sin modelos establecidos y sus calles siguen el curso de la cordillera; enlazadas por callejones, zaguanes y escalinatas que le dan un aire de misterio y seducción. Así es Zaruma, un histórico cantón orense que busca ser Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Los turistas nacionales y extranjeros recorren asombrados por sus calles empinadas o las escalinatas con jardines, “es como estar en una ciudad del pasado”, comenta Anthony Ayala, quien llegó desde Manabí para conocer lo que le habían contado o leído en la prensa.

Carmen Aguilar, una turista que llegó del Perú, entró al histórico santuario, muy apurada sacó su cámara para tomar fotos y llevarse un recuerdo de aquel altar bañado en pan de oro.

Las casas en Zaruma están hechas de maderas finas, típicas de la zona, balcones, tallados y diseños únicos que constituyen una verdadera joya arquitectónica cuya principal perla es el santuario de la Virgen del Carmen, una iglesia de madera que data de 1905, en la cual se destacan paredes adornadas con bellos retablos (pinturas que cuentan una historia) y su altar mayor recubierto en pan de oro.

Zaruma a veces se asemeja a una ciudad “colgada del cielo, sobre las nubes”. La visita a la mina de El Sexmo, cuyos túneles atraviesan bajo la población, es una experiencia turística sorprendente que evoca la historia de los indígenas esclavizados por los españoles hace más de 500 años, para enviar toneladas de oro a España.

Según la historia de este pueblo, el Rey Felipe II, en el siglo XVI, recibía una quinta parte del metal extraído, cuando le obsequiaron una pepa de oro de 3 libras, conmovido, decidió rebajar el tributo a una sexta parte; desde entonces el sitio minero se llama El Sexmo.

La iglesia de Zaruma data de 1905. Destacan en ella sus paredes y su altar mayor que está recubierto en pan de oro. Foto: Fabricio Cruz / El Telégrafo

En la actualidad la empresa privada le ha hecho adecuaciones para el turismo, facilitando al visitante el equipo necesario para ingresar: botas, cascos y lámparas. El recorrido empieza con la visita a un pequeño museo y una reseña audiovisual. Luego, los turistas se adentran unos 500 metros en el túnel principal en compañía de un guía. La entrada no tiene ningún costo; sin embargo, deberá inscribir su nombre en el libro de visitas, en el cual están las rúbricas de artistas e importantes figuras de dentro y fuera del país.

Fuera del casaco urbano, Zaruma cuenta con otros encantos. En la parroquia Malvas, a 25 minutos en bus, se pueden ver el Molino Artesanal Jesús del Gran Poder y la restaurada Iglesia de Malvas, designada como Patrimonio Cultural del Ecuador por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).  

Por su encantadora fisonomía, irrepetible, Zaruma espera el reconocimiento de la Unesco como patrimonio cultural de la humanidad.

El cementerio de los ‘gringos’

En el tradicional barrio el Faique, en la vía Portovelo–Zaruma, existe un cementerio denominado de los ‘gringos’, donde se encuentran sepultados extranjeros, particularmente de los Estados Unidos, quienes llegaron a Portovelo en la época del boom de la minería, hacia 1898. En esta ciudad el fenómeno minero empezó en la década de 1890 con la llegada de los franceses que deseaban la riqueza escondida.

Pero los estadounidenses, en 1898, les ganaron e instalaron la South American Development Company (Sadco), la primera empresa que se situó en el sector. Según la Cámara de la Pequeña Minería del cantón Portovelo, luego de 50 años de operar en la zona, esta habría extraído 5 millones de onzas del precioso metal.

Actualmente, ese cementerio se encuentra olvidado y descuidado, las 9 tumbas que aún existen están llenas de maleza. Una habitante del barrio comentó: “el año pasado vinieron unos ‘gringos’ diciendo que eran descendientes de uno de los difuntos, abrieron las tumbas pero no encontraron nada”.

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