Costa Rica, una isla que apunta al ecoturismo
Una lucha constante por la preservación del manglar tienen a diario los comuneros de la isla Costa Rica, en el archipiélago de Jambelí, provincia de El Oro.
Ellos por generaciones han subsistido gracias a la recolección de conchas y la pesca. Hace más de 20 años el boom camaronero casi los deja sin trabajo debido a la tala indiscriminada de mangles que había en esa época.
En la actualidad, afortunadamente, camaroneros y comuneros han llegado a un acuerdo para preservar 520 hectáreas de esta especie.
Miguel De La Cruz, presidente de la junta parroquial de la comunidad, asegura que desde 2000 han luchado para que no se talen los árboles. Es así que en 2005, el Ministerio del Ambiente les proporcionó la custodia de 520 hectáreas de mangle.
Desde ese entonces, los pobladores incursionaron en un criadero de conchas en el área.
Para aumentar su producción recogían el molusco de otros lugares y lo regaban en todo el manglar que vigilan.
Ahora, la congregación ancestral ratifica el éxito en las zonas concesionadas a su custodia, para recuperar las especies.
La recolección de conchas en esas áreas supera hasta cinco veces a las no concesionadas. “Nosotros hemos sido pacientes ya que la concha tarda en criar y desarrollarse, sin embargo al final sí es rentable, ya que nos saca de apuros. Antes nos tocaba coger en otros lugares que ahora ya no hay”, indicó De La Cruz.
Los comuneros contaron que en otros manglares que no son custodiados recolectan todo el día, solo de 50 a 100 conchas, cantidades que no les permiten mejorar sus ingresos. “Preferimos, mejor, traerlas de nuevo a nuestro manglar, para que se reproduzcan sin importar lo que se pueda demorar”, dijo uno de los sembradores del marisco. Hasta el momento, el ciento de conchas escogidas lo venden a 14 dólares.
Los habitantes de la isla Costa Rica tienen muchas necesidades, como la provisión de luz y de agua potable. Este último servicio es irregular, pues es interrumpido por las camaroneras de la zona que absorben el abastecimiento para su actividad productiva.
El archipiélago de Jambelí, que cuenta con siete islas, es la comuna más antigua con 134 años de existencia. Actualmente viven 300 familias en el islote.
Ellos han pedido mayor atención de parte del Municipio de Santa Rosa, ya que han asegurado que desde hace muchos años no ha llegado una obra a su territorio.
Otro problema que deben enfrentar los isleños es el avanzado deterioro de la escuela Guayaquil, la única que hay en la zona.
María del Carmen Palacios, coordinadora de Supervisión Educativa, expresó que ya han constatado los daños que tiene el establecimiento y que la estructura ya cumplió su vida útil. Agregó que la entidad educativa ya se encuentra en los planes de la Dirección de Educación para una construcción total.
Sin embargo, al momento de revisar el listado de las escuelas que entrarán en reparación este año, no constaba la de Costa Rica.
“La escuela de la isla está pendiente, el Ministerio de Educación zonal seguramente intervendrá”, dijo Palacios.
Los hijos de los comuneros solo estudian hasta la primaria, la mayoría, ya que en el lugar no existe colegio para educación secundaria. “La economía no nos da para mandarlos a estudiar a Huaquillas”, manifestó Walter Potes, quien tiene un hijo en la escuela de la comunidad.
Según los familiares, de 80 chicos que terminan la primaria, 20 logran ingresar en un colegio. “Para mandarlos a la ciudad, mínimo gastamos 120 dólares mensuales. Por eso se nos hace muy difícil enviar a nuestros hijos a que continúen con su preparación. Lamentablemente les toca trabajar”, expresó un padre de familia.
La isla está ubicada a media hora de navegación de Hualtaco (Huaquillas) y a hora y media de Puerto Bolívar (Machala).
Ecoturismo, una opción
La comunidad está empeñada en potenciar el ecoturismo en el islote. De ahí que solicitan el apoyo estatal para emprender un proyecto en el que participen todos. Uno de los planes en el que ya trabajan es crear, -en medio de los manglares-, senderos para que los visitantes observen la fauna y flora de la zona.
Juan Potes, presidente del comité de turismo de Costa Rica, manifestó que están interesados en explotar esa actividad en la isla y volver a lo que era antes.
En el pasado, según afirmaron, la isla era considerada como balneario predilecto del sur del país. Con esto queremos dar vida a estas zonas olvidadas por décadas”, indicó el dirigente.
Otro de los proyectos ambiciosos, y quizá el más importante, es fomentar el turismo en la playa San Gregorio que se encuentra al frente de la isla, a un kilómetro. Esta área costera, límite con el vecino país del Perú, es quizá la más grande de la provincia de El Oro.
De acuerdo a los comuneros superaría en extensión a la playa de Jambelí, que al momento es la más concurrida por visitantes orenses, azuayos, cañarejos, lojanos y de otras regiones del sur. “Anteriormente era solo un islote pequeño. En los últimos 10 años ha crecido considerablemente. Ahora tenemos una extensión de playa de al menos unos 15 kilómetros. Creemos que toda la área que se ha perdido en Jambelí ha venido acá”, dijo Potes.
Los “costarricenses” esperan que su llamado sea atendido por una autoridad para mejorar sus condiciones de vida.