Luego de cerca de 5 días de lucha contra las llamas en la montaña de Gualleturo, en Cañar, por fin pudieron ser apagadas.

El clima, que hasta el viernes era de intenso sol, cambió inesperadamente el fin de semana y ayer el cielo estuvo nublado y se presentaron breves precipitaciones en algunas zonas.

Según los funcionarios del Medio Ambiente, el sábado  se pudieron apagar las llamas por acción de los comuneros, de los voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Cañar, Suscal, El Tambo y Azogues que lucharon intensamente durante estos días.

En este lapso, el fuego consumió más de 300 hectáreas de páramo y puso en peligro a varias especies naturales. “La desesperación de la gente de ver cómo su territorio se quemaba hizo hasta lo imposible para sofocar las llamas”, dijo Belisario Chimborazo, alcalde de Cañar.

Los cañarejos  fueron el sábado a la montaña hasta con recipientes para enfrentar al flagelo.

Según el burgomaestre se puso en peligro la vida silvestre de este sector, “allí hay conejos, venados, osos y hasta se han visto cóndores”, dijo.

Por otro lado, Melvin Alvarado director del Ministerio del Ambiente del Cañar, manifestó que en la labor para sofocar el incendio  no solo actuaron los guardaparques de la institución sino todo el personal administrativo.

“La gravedad  se notó en el momento mismo en que inició el flagelo, es por eso que técnicos y demás empleados  han estado pendientes todos estos días”, señaló.

Hoy, los funcionarios de la institución darán un informe completo sobre los daños ocasionados y sobre todo  a cuántas especies afectaron las llamas y cuáles serán las consecuencias en el futuro.

El personal del Ministerio cuando terminaba su labor en la montaña de Gualleturo, se percató que en la montaña del frente, llamada Tablarumi, que se encuentra dentro del Parque Nacional Sangay, en la parroquia Ingapirca, también había humo proveniente de otro incendio forestal.

Ellos acudieron de inmediato y lograron sofocar las llamas a tiempo. “Aquí solo se consumieron 200 metros cuadrados de terreno”, contó Alvarado.

Por esta experiencia puso en alerta a la provincia y el Austro, sobre las consecuencias de los incendios forestales.
Alvarado hizo también un llamado a los habitantes de las zonas altas en especial, para que pierdan la idea falsa que tienen de quemar árboles para que llueva, porque en algunas ocasiones el fuego se torna incontrolable y puede afectar a cientos de hectáreas y al ecosistema que existe.

“No es real que quemando árboles u hojas secas vaya a llover, hemos podido constatar esta teoría en este incendio de grandes proporciones que nada bueno se saca dañando a la naturaleza”, enfatizó el director de  Ambiente.

En la provincia del Azuay los incendios forestales también dieron un respiro a los bomberos.

Según el jefe del Cuerpo de Bomberos, Oswaldo Ramírez, del promedio de 25 incendios que se producían diariamente, bajó a 10 y 15 en los tres últimos días.

De acuerdo al comandante, la institución cuenta con 240 bomberos voluntarios y todos tuvieron que trabajar en estas emergencias, allí están incluidos 70 elementos que trabajan bajo contrato.

En estos incendios se laboró por grupos y con el apoyo del Ejército. Los flagelos que mayor preocupación provocaron fueron en Nabón, en Tixán, el mismo que se volvió a reactivar.

También en el sector de Molleturo, donde los bomberos no pudieron llegar debido a que se prendió fuego en la parte alta de la montaña.