Reponer la cubierta faltante de unos 40 mil metros cuadrados, reforzar las cúpulas para que sean resistentes a sismos, sellar fisuras y solucionar los problemas de humedad en el subsuelo son las obras emergentes a realizar en la Catedral de la Inmaculada de Cuenca.

Los trabajos, según Fernando Zalamea, docente de la Universidad de Cuenca, encargado de elaborar un informe del diagnóstico estructural, costarían unos 800 mil dólares.

La construcción de la iglesia, también conocida como la Catedral Nueva, inició en 1882, con la adquisición de los primeros materiales.

El templo fue consagrado 85 años después (1967). El alemán Juan Bautista Stiehle fue quien realizó los planos arquitectónicos.

Hasta 1955, la parte exterior de la edificación estuvo culminada y conserva el mismo diseño.

María Tomerback, encargada de realizar un recuento de la historia de la Catedral, dijo que entre los diseños de Stiehle estaba programada la colocación de las torres principales, pero debido a las fisuras no se llegaron a construir.

Con el paso de más de 40 años desde que terminó su edificación, las estructuras han sido afectadas.

Luego de ocho meses de elaborar el informe por parte de la Universidad de Cuenca, y que fue financiado por empresas privadas de la ciudad por un monto de 25 mil dólares, se evidenció que en la cubierta existen hongos y un deterioro en su interior producido por la humedad.

También hay fisuras que, según Zalamea, generaron dudas sobre el estado de la estructura.

“La Catedral no fue concluida y se paralizaron los trabajos por la aparición de estas fisuras, porque únicamente se recubrió con cerámica la zona de las cúpulas y al no realizar el mismo trabajo al resto ingresó humedad”, explicó.

El docente señaló que la iglesia fue bien construida y que no se han encontrado desplomes.

“Se puede notar que las torres tienen buenos cimientos y es por ello que pensamos que no habría ningún problema en continuar con los trabajos”, acotó.

La Catedral ocupa un predio aproximado de 4.500 metros cuadrados (90x40).

El volumen de construcción es de 30 mil a 40 mil metros cúbicos.

“Es la obra más grande que existe en la ciudad”, dijo Sergio Zalamea, encargado de desarrollar el dibujo del templo.

Su atractivo principal son las tres cúpulas de color blanco y azul que se visualizan de cualquier parte de la ciudad y también son lo más sensible y expuesto de toda la estructura.

La cruz más alta de la cúpula principal está a 52 metros de altura desde el suelo, lo que equivale a un edificio de 15 pisos.

Las torres planificadas por Stiehle, de 62 metros, hubieran tenido un equivalente a un edificio de 20 pisos. Hace algunos años, tras detectarse daños en una de las cúpulas, se colocaron dos bandas de carbono de 30 centímetros las cuales cumplen la función de un cinturón que impide que la estructura siga fisurándose. Lo mismo, dijo Zalamea, debe realizarse en las dos restantes.