1.250 establecimientos educativos realizaron un simulacro de sismo
Los alumnos de segundo de básica, paralelo A, de la escuela República de Ecuador, están atentos en sus asientos.
“Cuando doy una palmada, ustedes se colocan debajo sus pupitres; cuando doy la segunda, se levantan y se dirigen hasta la salida del aula; y a la tercera nos trasladamos hacia el patio”, indicó Diana Baculima, miembro de la Secretaría de Gestión de Riesgos, quien es una de las encargadas de capacitar a los menores.
En efecto, luego de unos segundos todos actúan basándose en lo expuesto y abandonan la sala.
Mientras caminan por el pasillo, cada uno de los estudiantes estira el brazo izquierdo para mantener la distancia con el compañero de adelante, en tanto que con el otro se cubren la cabeza.
Ya en el patio de la institución, ellos y otros cientos de alumnos forman filas y atienden las indicaciones de sus maestros.
Este acto es parte de un simulacro para evaluar la respuesta de los estudiantes, en caso de un sismo de 5,3 grados en la escala de Richter y 15 km de profundidad.
Desde 2012, el Ministerio de Educación en coordinación con personal de la Secretaría de Gestión de Riesgos, transmite a los aprendices de las instituciones educativas técnicas y pasos para evitar accidentes considerables en caso de un siniestro.
Ayer, 1.250 centros de enseñanza fiscales y particulares de Azuay y Cañar realizaron actos similares.
“Estos simulacros se hacen 2 veces al año de acuerdo a lo que establece la ley. El otro es en noviembre y allí contamos con la participación de otras instituciones”, manifestó Galo Sánchez, director provincial de la Secretaría.
El funcionario resaltó la importancia que tienen las capacitaciones no solamente a los menores, sino a los catedráticos y a los padres de familia.
Dijo que en cada establecimiento educativo se tienen definidos los espacios seguros para ubicarse en caso de un sismo.
“También se han establecido las zonas seguras a nivel de la familia (hogar)”, agregó.
Javier Guamán, jefe de la Unidad de Gestión de Riesgos del Distrito 2, comentó que es más factible enseñar a los chicos, pues ellos toman la prevención de catástrofes como parte de una materia curricular; mientras los adultos, en su mayoría, no creen que estos fenómenos naturales se puedan presentar.
“Luego de cada ejercicio hay un proceso de retroalimentación para detectar las debilidades que se puedan generar”, sostuvo.
Recomendaciones
Guamán mencionó que lo ideal para evitar desgracias es que apenas se dé el siniestro, los niños deben colocarse bajo sus pupitres para impedir que objetos que se hallen en el techo puedan caer sobre sus cabezas. “Un estudio refleja que entre cada réplica del sismo hay 2 minutos, por eso el siguiente paso es que ellos abandonen el aula y transiten hacia el patio, obviamente cubriéndose la cabeza”.
Cristian Sinchi, alumno de la escuela República del Ecuador, sostuvo que es interesante lo que aprendió para protegerse en caso de un terremoto.
“Antes solo se veía en las películas cómo hacía la gente, pero ahora sé que me tengo que proteger”, afirmó el menor.