Los otavaleños están de fiesta y lo celebran con la clásica chicha
Yolanda Cabrera extrae la esencia del maíz para preparar el Yamor
Su nombre es tan familiar que es difícil, por no decir imposible, que alguien, en Otavalo, lo desconozca. A Yolanda Cabrera la conocen la mayoría de los habitantes de este cantón, incluido su Alcalde.
Su popularidad no se la debe a ninguna campaña política. Se ganó su fama por su habilidad para preparar la chicha del Yamor, la tradicional bebida que, en sus manos, cobra un sabor particular.
En su vivienda se confunden los aromas que despiden los granos de maíz que se cocinan a altas temperaturas en unas ollas que parecen diseñadas para gigantes.
El calor de las llamas sofoca y obliga a abandonar el lugar donde se cocinan los granos. Todo se impregna de humo. Yolanda está acostumbrada al calor de los fogones.
Lleva el pelo recogido y tiene la agilidad de una quinceañera. Va y viene de la cocina a la sala, donde recibe a los visitantes.
Con un cucharón de grandes proporciones revuelve el contenido de las ollas. De tanto hacerlo, sus brazos se han fortalecido. Ha ganado músculo.
Cualquiera que lo intente por primera vez no podría prolongar este movimiento por más de 3 minutos, porque los brazos claudican ante este constante movimiento.
Desde hace 4 décadas, Yolanda prepara la chicha del Yamor, una bebida que es el resultado de un largo proceso que pone a prueba la dedicación, pero, sobre todo, la paciencia que Yolanda parece tener de sobra. “A medida que pasan los años pude mejorar esta bebida. La hacemos con cariño para servir a los turistas que nos visitan, porque es una tradición en Otavalo”.
Yolanda y su hija Ana Albuja tienen el don de extraer la esencia de las 7 variedades del maíz: amarillo, blanco, negro, chulpi, canguil, morocho y la jora (maíz germinado).
“Primerito hay que tostarlos y luego limpiarlos. Así se los convierte en harina para luego hacerles cocinar como 12 horas”.
Ella y su hija suelen prepararlo desde el mediodía y está listo cuando el reloj marca la medianoche. Ambas han aprendido a trasnocharse por culpa del Yamor.
Aunque es una bebida que podría considerarse pesada, porque incluye muchos granos, el prolongado tiempo de cocción garantiza que el organismo lo digiera sin problemas a cualquier hora del día.
Quizá por ello, en Otavalo, sus habitantes la toman a toda hora y cuántas veces lo deseen. Es una golosina que crea una dependencia sana, porque se trata de una bebida nutritiva que en este cantón se aprende a tomar desde que se nace.
Cuando se aproximan las fiestas del Yamor, que empiezan el 4 de septiembre, la vida de Yolanda se trastoca. Le dedica menos horas al sueño y más a preparar los granos para su posterior cocción.
Aunque nunca saca pecho de la fama que ha alcanzado su bebida, confiesa que nunca le faltan clientes. Durante las fiestas del Yamor, se forman largas filas frente al portón de su casa; todos tienen lista la ‘platita’ para comprar un vaso pequeño, mediano o grande. Hay quienes llevan envases plásticos, como las botellas vacías de gaseosas, para que ella las llene con la chicha del Yamor.
En esos días de fiesta, prácticamente toda la ciudad de Otavalo inicia una suerte de ‘peregrinación’ a su casa para saborear la bebida.
Son días ajetreados que, por momentos, ponen a prueba la vitalidad de Yolanda para atender a todos sin perder la calma.
En su casa, en la sala principal, esta mujer exhibe bajo un vidrio, ya opaco por el humo que escapa de la cocina, los recortes de los periódicos donde ella aparece al pie de las ollas para preparar esta chicha. La han visitado los periodistas de varios medios de comunicación para conocerla y contar cómo ella ha dedicado 40 años de su vida a la elaboración de esta bebida típica.
Ella no ha pasado un día; luce igualita a las fotos de los diarios realizadas varios años atrás. ¿Cuál es su secreto? Quizá el mantenerse siempre activa, porque todo el año está al pie del fogón; corre de un lado al otro. Nunca luce agitada.
“Esta chicha que usted ve aquí está hecha para todos los estómagos”. Para no llevarse todos los créditos por la preparación del Yamor, dice que hay muchas mujeres en Otavalo que saben prepararla y que se han ganado muchos clientes.
Son sus competidoras, pero no las considera rivales, sino amigas que contribuyen a ampliar la popularidad que tiene esta chicha.
“Dando gracias a Dios a nadie le ha hecho daño. Yo aprendí a elaborarla de mi madre, con todo el cariño y la paciencia”. (I)