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El Telégrafo
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Quienes viajan al viejo continente desarrollan nuevas estrategias comerciales

El comerciante indígena también vende artesanías chinas, indias y marroquíes

Otavalo es una de las más reconocidas por sus diseños que también se comercializan en otros países. Foto: Regional Norte
Otavalo es una de las más reconocidas por sus diseños que también se comercializan en otros países. Foto: Regional Norte
16 de agosto de 2015 - 00:00

Durante décadas, las artesanías provenientes de Otavalo han sido apreciadas, sobre todo, en Europa por sus diseños y colores vistosos. Chales, sacos, blusas, bufandas y otros tejidos tenían un comprador seguro en el Viejo Continente. 

Los materiales que los artesanos utilizan para la elaboración varían según la región. En el norte de la Sierra ecuatoriana, uno de los insumos más demandados es la lana tinturada, con la cual diseñan abrigos, sombreros y bufandas.

En esta región del país, la ciudad de Otavalo es una de las más reconocidas por sus diseños y muchos indígenas kichwas las comercializan en el exterior. Aunque estas artesanías son valoradas por el trabajo que demanda, hay quienes decidieron sustituir sus productos por otros de origen asiático.

A esta conclusión llegó la antropóloga española Andrea Ruiz Barzola, autora del libro Tejedores de mapas, una familia kichwa otavaleña en la migración transoceánica, una publicación, donde intervino la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la Universidad Iberoamericana de México y la Universidad de Deusto en España.

Se trata de un estudio de caso de la familia Ibarra, kichwa otavalo, comerciantes de textiles y artesanías, oriundos de Peguche que en Europa se reconvirtieron en vendedores de productos adquiridos a mayoristas de India, chinos y marroquíes.

De acuerdo con Andrea Ruiz, este fenómeno responde al boom comercial que saturó el mercado europeo con artesanías indígenas. Al parecer, el consumidor europeo comenzó a perder el interés por estos productos.

Muchos de los comerciantes indígenas incluso han cambiado su vestuario, como es el caso de los músicos kichwas que, en ocasiones, suelen llevar pieles y plumas. El cambio en la indumentaria es muy notorio y responde a las nuevas necesidades que impone el mercado, según el estudio.

Las calles de diferentes ciudades europeas también se saturaron de música andina. Frente a ello, los indígenas ecuatorianos desarrollan nuevas estrategias para seguir viajando y vivir de la música.

Al referirse a este tema, cita como ejemplo a un grupo de jóvenes, oriundos de Otavalo que, con frecuencia, se visten con la vestimenta del último mohicano.

De esta manera, buscan parecerse a la imagen estereotipada que los europeos tienen sobre el indígena norteamericano: caras pintadas, ornamentos de plumas y mocasines.

La comparación de estas imágenes que se suceden en un lapso de 15 años permitieron a esta investigadora determinar que los comerciantes y vendedores han sabido sacar partido de una imagen construida en parte por la versión cargada de estereotipos y romántica que los “europeos tenemos de lo que es un indígena, en este caso andino”.

De alguna manera, ser indígena en el siglo XXI se constituye como herramienta simbólica, al menos en Europa, donde se protegen aquellas manifestaciones culturales que se presentan como auténticos otros.

La investigadora sostiene, además, que el impresionante desarrollo de la elaboración de textiles y su exitosa comercialización a lo largo de todo el siglo XX guarda una estrecha relación con un fuerte proceso de movilidad social y con la construcción de una élite comercial que, de manera deliberada, reinventó la identidad étnica.

Pero hay otro fenómeno que también llamó la atención y tiene relación con la historia del desarrollo económico de Otavalo que muestra la flexibilidad de un grupo humano que, de forma intencional –precisa ella- dirige su producción al mercado local de turistas y para la exportación internacional. De esta manera, sustituyen una producción manual artesanal por una en serie de artesanías ‘exóticas’. 

De hecho, gran parte de las artesanías que son comercializadas en la Plaza de los Ponchos, de Otavalo, son producidas por otros grupos étnicos, incluso del extranjero.

“En muchos casos, el objeto es adquirido por el comerciante en sus viajes al extranjero, donde no solo vende, sino que también adquiere artesanías de otros grupos”, explica la investigadora, quien advierte que este tema debe abordarse desde todas las aristas. (ARB) (I)

Datos

La llegada de turistas estadounidenses, canadienses y europeos al mercado de Otavalo, hace que la percepción que el indígena tiene sobre el blanco se transforme.

Según la investigadora española, ha aparecido una nueva categoría de blanco para nombrar al turista, más allá, de su nacionalidad, simplemente el extrajero es conocido como el gringo.

Frente al gringo o al blanco auténtico, el término mishu comienza a designar a blancos de estatus inferior y desde las élites políticas indígenas y académicas se designa con este término al mestizo.

El turista suele ignorar al blanco de Otavalo y se siente atraído por el indígena, sobre el que tiene una imagen idealizada..

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